Opiniones 

Beneficencia social: ‘zona de confort’ para el proselitismo político preelectoral

En México estamos viviendo un largo y obstruido proceso de cambio político; de un sistema de gobierno autoritario estamos pasando a un sistema democrático. Es un camino que se realiza como transición política y como alternancia partidista en los gobiernos, y las obstrucciones al cambio se manifiestan en el decir una cosa en el discurso –loas a la democracia-, y hacer otra con las acciones –en contra de la democracia-.

En la época del sistema autoritario, antes de la alternancia partidista, el presidente de la república designaba en su partido político a los candidatos a gobernador; de esta manera los aspirantes debían ‘esperar’ a que el gran elector diera a conocer su decisión –‘el que se mueve no sale en la foto’-. Consecuentemente, no era necesario desarrollar actividades de contacto con los ciudadanos electores, ya que lo que importaba era el cabildeo con los hombres cercanos al presidente, quienes podían influir en esa decisión, a favor de uno o de otro aspirante. La ‘maquinaria’ del partido estaba preparada para ‘hacer popular’ al candidato más desconocido, en poco tiempo de campaña electoral.

Cuando el PRI ya no tuvo presidente de la república, se inició una nueva forma de elección de candidatos: ahora sí era necesario ‘moverse’ para poder estar en la foto como gobernador de un estado. Se abrió la etapa en que los aspirantes debían desarrollar actividades anticipadas de proselitismo preelectoral, debido a tres elementos clave: la alta restricción de las leyes electorales, que circunscribe el proselitismo a tiempos cortos; los partidos políticos son manejados –o manipulados- por élites directivas que se apropian de la designación de candidatos; y, la ausencia de prácticas democráticas para los procesos elección de candidatos.

En este panorama de necesidad de preparación y construcción de candidaturas, al margen del partido político y de las leyes electorales, el campo que ofrece la mejor oportunidad para ello es el de la beneficencia social; el ‘ruido’ se hará con los grupos vulnerables, y lo podrán escuchar los grupos sociales no vulnerables.

Las actividades a desarrollar son el proporcionar a las familias en niveles de pobreza bienes de consumo durables y perecederos, servicios médicos y educativos, capacitación para el trabajo, becas escolares, programas asistenciales, desayunos o comidas en las comunidades, etcétera. La beneficencia social se convierte de esta manera en toda una ‘zona de confort’, porque ¿quién se atreverá a cuestionar o criticar a un político que lleva a cabo estas actividades?, o, ¿quién censurará a las personas o empresas que se liguen con el político para ayudar y apoyar a las familias vulnerables? Confían, entonces, en que ninguna persona que esté en sus cabales verá con malos ojos estas actividades.

La ventaja de esta ‘zona de confort’ es que no tiene límites ni en tiempo ni en las leyes electorales; los límites visibles son la disponibilidad monetaria y las ideas adecuadas para hacer las cosas. El político que tiene un plan futuro para ser candidato a algún puesto, puede comenzar a trabajar con el necesario tiempo de anticipación. Entre más alto es el puesto al que se aspira, requiere, por lo tanto, de más tiempo y recursos.

Una pregunta que podemos hacer para esclarecer un poco más este panorama es ¿por qué trabajar con los grupos vulnerables de la sociedad, y no con otros? Recordemos que durante las campañas electorales las energías de los candidatos y de sus partidos se orientan, principalmente en el caso de Aguascalientes, a las colonias del oriente de la ciudad y, por supuesto, a las zonas rurales de los municipios.

Algunas respuestas que podemos observar son –no obstante la rudeza de su realidad-, que por su gran necesidad material, estos grupos también son vulnerables a fincar compromisos futuros a cambio de los bienes y servicios recibidos; son personas agradecidas que se van ‘alineando’ con los promotores de los beneficios y sus partidos políticos.

El contacto sistemático, junto con los beneficios, permite a los aspirantes a una candidatura darse a conocer, que los acepten como políticos eficaces que atienden a la población y que resuelven problemas (no se quedan en la sola crítica social de la pobreza). La importancia de este trabajo permite que, llegado el momento y más ahora con los tiempos cortos de campaña electoral, a una señal, estén todos esos grupos de electores dispuestos a ‘agradecer’ con el voto los beneficios recibidos.

El contexto en que funcionan estas fundaciones de beneficencia social es el de los medios de comunicación, que se vuelven fundamentales para difundir el ‘ruido’ que se hace. Es un camino ya experimentado, por ejemplo, por el actual Gobernador de Aguascalientes, quien en su aspiración por el puesto se ligó al grupo empresarial de medios impresos y de radiodifusión Universal, a través de los que daba a conocer, lunes a lunes, las actividades de beneficencia que había tenido en el estado (no es casual que en la inauguración del nuevo edificio empresarial, ante las lágrimas del directivo, le haya expresado que lo que ahora es, lo debe en buena medida, precisamente, a las empresas de comunicación que dirige [no obstante la bipolaridad anímica e informativa del conductor de noticias]).

Ante el próximo inicio del proceso electoral en Aguascalientes para elegir gobernador, presidentes municipales y diputados, observamos ya la actividad desarrollada por algunos aspirantes; los medios de comunicación presentan información de los aspirantes que han venido realizando actividades de beneficencia social, como son Lorena Martínez y Alejandro Alba.

¿Cuál sería, entonces, la alternativa? Que los partidos políticos se convenzan de dos puntos: cambiar las leyes electorales para que los aspirantes puedan en cualquier tiempo presentarse ante la sociedad como aspirantes a alguna candidatura (conociendo los problemas y necesidades de la sociedad, preparando su propuesta de trabajo, y construyendo su precandidatura); y, segundo, abrir los partidos como espacios de real competencia político electoral, promoviendo las ‘eliminatorias’ entre aspirantes, para que lleguen los mejores políticos a las candidaturas.

De Política una Opinión: Abelardo Reyes Sahagún