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Niño humillado en Tabasco gana $140 con papelería

Tabasco, Octubre 27 (2013).– Feliciano Díaz PérezManuelito, el niño que fuehumillado por inspectores del ayuntamiento deVillahermosaTabasco, y su madre, Andrea Díaz Díaz, han percibido hasta ahora una ganancia de 140 pesos, desde el 5 de septiembre, cuando el DIF entregó la papelería que prometió la presidenta nacional de ese organismo, Angélica Rivera.

El negocio fue imposible levantarlo en Yut Osil, el poblado donde Feliciano y su madre viven, porque la casa es demasiado pequeña para alojar la papelería. “Si no consiguen un local amplio, ya no se les dará el proyecto”, amenazaron funcionarios de San Juan Chamula, en agosto.

A Andrea se le ocurrió entonces usar la casa de su hermana Dominga, quien por una confusión del Registro Civil lleva los apellidos Pérez Díaz, sitio que lleva abandonado más de un año, desde que decidió irse a vivir a la Ciudad de México para trabajar.

De inmediato iniciaron los trabajos y un grupo de albañiles y electricistas que contrató el DIF sustituyó las trabes de madera apolillada y el techo, por maderos nuevos y láminas de zinc. Para el 5 de septiembre habían llegado a la comunidad los camiones que venían del Distrito Federal, con tres estantes, un mostrador, un escritorio, una computadora, una impresora y una fotocopiadora.

Uno de los funcionarios anotó en cada uno de los productos el precio de los artículos, para que Andrea y Feliciano no tuvieran problemas a la hora de la venta. “Una carpeta de cartulina, a un peso; una goma, cinco pesos; un corrector de textos, diez pesos; una fotocopia, un peso…”.

En la entrada al negocio colocaron una manta de letras blancas y fondo azul y le pusieron el nombre del santo patrono de los chamulas: “Papelería San Juan. Impresiones. Copias”, pero en este poblado de una veintena de casas, no hay estudiantes, porque han migrado a las grandes urbes para vender chicles, cigarros y flores, en parques y cruceros. Para las niñas que se han quedado, el día transcurre entre los pequeños llanos que hay en las montañas, para cuidar los borregos. En el atardecer regresan a casa hambrientas y cansadas sólo para dormir.

Información y foto: El Universal