Opiniones 

La oratoria de John F. Kennedy / La Columna J


Estimado lector de alchileaguascalientes, nuevamente le saludo con mucho afecto y aprovecho la ocasión para abordar en estas líneas a un personaje célebre que utilizó a la oratoria como un medio fundamental para poder impactar en su audiencia, pero del mismo modo en sus rivales políticos.

Un político demócrata, el presidente 35 de Estados Unidos que sirvió a partir del año 1961 a 1963. Dio discursos inspiradores y muy liberales. Con una preparación académica intachable y con una formación militar dio sus primeros pasos para convertirse en un hacedor de la palabra, obtuvo la condecoración de la medalla púrpura, prácticamente un héroe de guerra, y una persona que enarbolaba el término de coraje, ya que lo definía como la capacidad de un líder de enfrentar el temor y la adversidad.

La actitud que ostentaba John F. Kennedy era optimista, su postura era impoluta, la mirada firme y acompañada de una constante sonrisa, representaba de manera semiótica a
una generación de políticos precursores del cambio. Sus allegados argumentaban que tenía una exuberante facilidad de palabra, un amplio vocabulario, un sentido histórico para
contextualizar y una rapidez mental inefable.

Joseph De Guglielmo, quien fuese uno de los primeros asesores de Kennedy, refería que el expresidente no era inmune a los nervios, a la inseguridad que provocaba el hecho de ser escrutado por los miles de personas que acudían como audiencia para escucharle, sin embargo, su constante practica era lo que hacía la diferencia en sus presentaciones.
“El coraje de la vida es a menudo un espectáculo menos dramático que el coraje de un momento final; pero no es menos magnífica una mezcla de triunfo y tragedia” John F.
Kennedy.

El estilo que le caracterizaba era natural y muy flexible, engañosamente informal. Apuntaba con el dedo índice y agitaba los brazos, tenía un paneo equilibrado. Del mismo
modo, utilizaba el sentido del humor con una prolija preparación, la cual hacía a sus discursos atractivos e inolvidables, su juego de palabras comunicaba de un modo eficiente
sus mensajes. Kennedy al igual que los oradores ya citados en las columnas anteriores, dedicaba tiempo específico al desarrollo de sus discursos. Resulta básico el ejercicio deasimilación de un tema, incluso su dominio, en la proporción en la que el individuo lo elabore y al mismo tiempo lo diserte.

Las figuras retóricas con las que acompañaba sus discursos consistían en el contrapunto, es decir, repetía el encabezamiento y la estructura de una frase, pero sustituyendo o invirtiendo algunos de sus términos. Su discurso en el Muro de Berlín en el año 1963 fue uno de sus mejores discursos. Este discurso fue para aumentar la confianza de los ciudadanos de Berlín Occidental que tenían el temor de que iban a ser conquistados por Alemania Oriental. Existe un repertorio amplio sobre sus discursos, uno que dejo una reseña histórica para los Estados Unidos de América fue el de su posesión, con un contenido ideológico de trascendencia y fascinante que la gente todavía lo recuerda. En su discurso, habló sobre la necesidad de los estadounidenses a estar activo. 

Él dijo: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregunta qué puedes hacer por tu país”.

La siguiente semana abordaremos a Nelson Mandela, le deseo que tenga un buen inicio de semana, lo invito a que me siga en mis redes sociales; en Facebook:

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In silentio mei verba, la palabra es poder.
Opinión: Roberto Valdés Ahumada