Opiniones 

Despojar teorías / Ruelas

Aguascalientes, Enero 24 (2023).- El carácter con que se desarrolla la vida profesional constituye la ética y, por cierto, no es indeterminada, significa el comportamiento jurado para ejercer un trabajo especializado, entonces es estrictamente humana, corresponde a personas. Inicia con una actitud asumida al profesar ante el “Otro”, acto que muestra dignidad, de ella obtiene significados de la realidad, las circunstancias, las vivencias, las contradicciones… La profesionalidad tiene un rostro legal cuando, en “calidad de patente”, el Estado reconoce un título universitario y autoriza su ejercicio. No hay igualdad de oportunidades para la preparación de grados académicos, ¡cierto!, debemos de reconocerlo, el costo, las becas, las discriminaciones, las carencias de calidad (“patitos”) … En el ejercicio profesional pasa igual, unos avanzan más que otros, por el tránsito ético, por la corrupción, por el uso indebido del poder… El titulo y la cedula profesional son dos elementos esenciales para desarrollar una ética que certifica la capacidad.  

Es decir, el entramado normativo es fundamental, la legislación es como una partitura del comportamiento profesional; la ley exige voluntad política, acciones y planes curriculares…; las patentes profesionales son, en cambio, muestra verdadera de pluralidad, diversidad, tolerancia… para ejercerlas no importa sexo, creencias, religiones, etnias, discapacidades, convicciones, edad, orientación sexual…, el producto de esta magna cultura son bienes para la sociedad en su conjunto, que genera un impulso hacia la humanización de la vida compartida. 

La retórica oficial mana desde sus alboradas. Desde ese atril no es válido enjuiciar, denostar, proteger, condenar, las circunstancias y vivencias que padece el pueblo solo por conveniencias, desde una conferencia se multa a unos y absuelve a otros. Me refiero al episodio mediático del supuesto plagio de su tesis de una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El oráculo sin expediente, sin carpeta de investigación, sin audiencias de involucrados, dictó sentencia antes que los órganos académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México actúen en consecuencia.

El Derecho no salva un caso delito de manera a priori. Solo la ética podrá poner orden. El ejercicio de poder, no los de Estado, sino el poder de la ambición, de la soberbia, del capricho…, alejado de la legalidad nos “reburuja” la realidad para sacar partido a sus bajezas profesionales. Sería tanto como no atender a un infante con mal deformaciones, no darle la pelea al cáncer, no atender problemas renales…, serían conductas inasumibles. Pues es exactamente igual cuando no se cumple con los extremos de la ley para profesar una especialidad profesional, no cubre con los requisitos legales, no atiende los principios de honradez, de autoría, no tiene decencia intelectual… Los discursos sobre Derecho Humanos, Dignidad, propiedad intelectual, respeto a la creatividad de los “Otros”, reconocimiento de los méritos del prójimo, igualdad ante la ley…, quedan fundidos sus filamentos lumínicos. La ética profesional corresponde a los seres humanos es un tema de humanismo y humanidad.

La defensa mediática del supuesto plagio de la ministra ha sido, lamentablemente, en extremo beligerante, aniquilante de la moral académica, de la ética profesional, de las virtudes de comportamiento especializado. El anular la circunstancia por la vía corta que tanto beneficio aporta a la política por vía de la manipulación de los casos y de los públicos, teoría del caos. Pretender deshacer juicios de nuestra cultura sobre el compromiso del ejercicio de las profesiones ha sido un error. La vida social y cultural tiene sentido en sus reciprocidades, solidaridades, contingencias, en el menester humano. En esta vida los profesionales al profesar muestran sus conocimientos y sabidurías, a ese “misero detalle”, le faltan los valores morales y las virtudes éticas con las que se garantiza el bien para la sociedad, es decir, se ponen en juego la inteligencia y la voluntad para encarar la responsabilidad. La Ética profesional ampara los valores inseparables al ejercicio de una profesión, es la relación entre profesionista y sociedad, cumplidos los requisitos de ley no hay más intermediarios.

Con argumentos de tipo boletín imperativo con enormes vericuetos en sus narrativas exponen el caso como un tema curioso que se quedará en la historia de la picaresca popular, en modo “filtración de nota” no se litiga la violación a las normas, es preciso hacerlo en su mérito de deberes profesionales, la claridad de la especialización, su naturaleza, insisto, tener claro las conveniencias y consecuencias que rigen las relaciones entre profesionistas y la sociedad que directa o indirectamente recibe sus servicios. Un profesional debe tener fundamentación ética en sus actos, subrayadamente si se trata de una profesional del Derecho. El litigio en medios de comunicación agravia profundamente al pueblo.

Se trata de una deontología por la que es preciso la magistrada conduzca sus emociones de manera adecuada, muestre en su comportamiento las virtudes y actitudes que como profesionista del Derecho debe investir y utilizar para bien de la justicia.