Vale al Paraíso / El destete de los partidos políticos
Pretenden pasar como tiernos cachorritos, pero no se han dado cuenta, algunos de ellos, que llegan a la tercera edad, a la de los adultos mayores, con todas las enfermedades propias del largo y azaroso recorrido por los caminos de la política, donde hacen de la prostitución electoral, el oportunismo, la contradicción, el derroche de los impuestos pagados por el contribuyente y la banalidad, un placentero estilo de vida.
Algunos otros han alcanzado la mayoría edad celebrando la entrega permanente de las prebendas otorgadas por la ley para sostener y mantener franquicias familiares, intereses «gruperos», cacicazgos de diversa índole, alianzas impresentables con los partidos antagonistas de la tercera edad, en algo así como las mascotas de los viejitos.
Hoy, los políticos tradicionales y sus partidos reciben el desprecio de la ciudadanía, que malamente supuso la llegada al paraíso terrenal con el fallecimiento del viejo régimen y el nacimiento de la alternancia glorificada por la opinión publicada.
Ante el evidente malestar social los actores políticos de cuello almidonado reaccionan con propuestas en otros tiempos impensables, quizás más con el ánimo de echarle leña mediática a la caldera preelectoral, que de sumarle a la democracia mexicana una buena dosis de talento, racionalidad, honestidad y elemental sentido del ahorro.
Desde 2013 está en la mesa el achique del Congreso de la Unión —con menos diputados y senadores—, para disminuir su caro presupuesto de 12 mil 839 millones 451 mil 74 pesos, como lo señalé en mi entrega anterior, y dotarlo de la funcionalidad necesaria para aprobar leyes de impecable manufactura.
El pasado jueves dos, en la conferencia de prensa concedida por las y los senadores del PAN, se anunció que ese día el pleno de su Cámara conocería de una iniciativa que suscribieron distintos grupos parlamentarios para modificar nuestra Constitución, a fin de “disminuir sensiblemente el financiamiento público que reciben los partidos políticos”.
Según la versión estenográfica de la reunión, el legislador Roberto Gil Zuarth señaló que el primer componente “es eliminar el financiamiento para actividades ordinarias”; el segundo es “subir el umbral para que los partidos políticos puedan recibir financiamiento público”, “al menos el 5 por ciento de su votación”; y el tercero es “eliminar el sistema de doble financiamiento a los partidos políticos nacionales”, porque reciben dinero tanto del Instituto Nacional Electoral, como de los institutos electorales locales.
Mire usted, lo que sale de sus bolsillos para mantener a una bola de bribones enquistados en los muy cuestionados partidos políticos: en 2017 recibirán casi 4 mil 200 millones de pesos del INE, más otros 2 mil 500 millones de pesos entregados por los institutos electorales locales, únicamente para actividades ordinarias, toda vez que este año en la mayoría de los estados no se tienen elecciones locales, como es el caso de Aguascalientes.
En 2018, año de elecciones federales —incluida la del presidente de la República—, los partidos políticos extenderán la mano para recibir del contribuyente 8 mil millones de pesos, que sumados a los casi 7 mil millones para actividades ordinarias, totalizarán casi 15 mil millones de pesotes, devaluados pero muy constantes y sonantes, que en muchos casos pararán en las carteras de la casta divina partidista, candidatos, colaboradores cercanos a éstos, consultores y estafadores dispuestos a vender soluciones, supuestamente mágicas, para hacerlos triunfar.
¿De qué van a vivir los partidos? Muy fácil, de las aportaciones de sus militantes y simpatizantes, de esos millones y millones de nombres que presumen en sus respectivos padrones, por citar una alternativa.
¿Se infiltraría el narcodinero? Ya está adentro. Un repudiado caso: el entonces alcalde del PRD en Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda, son los responsables de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
En 2018, de no modificarse sus respectivos presupuestos, el Congreso de la Unión y los partidos políticos recibirán de usted, pagano de impuestos, casi 28 mil millones de pesos.
Con una parte de ese recurso público, en Aguascalientes dotaríamos de los elementales servicios públicos a las comunidades rurales y a las colonias del oriente de la ciudad; modernizaríamos el alumbrado público; le daríamos un mantenimiento fregón y permanente a los parques y jardines, guarniciones y banquetas; compraríamos más y modernos camiones recolectores de basura; sustituiríamos el bacheo por concreto hidráulico; equiparíamos a la seguridad pública con modernas patrullas y cámaras de largo alcance para vigilar las avenidas y calles de toda ciudad, hasta superar al Big Brother televisivo, por citar algunas políticas públicas consagradas en el artículo 115 de la centenaria Constitución. Ni más. Ni menos.
Dudo mucho que el achique al Congreso y el destete a los partidos políticos se plasmen con las indispensables reformas. Los mercaderes de la política obstaculizarán el ahorro del recurso entregado por todos los mexicanos. Les buscarán ubres a los caballos. Y argumentarán torpemente para defender lo indefendible. Ya lo verán.
Porque alguien tiene que escribirlo: Desde la rozagante independencia, José Pedro Kumamoto Aguilar, el joven diputado local de Jalisco, lanza su cuarto de espadas al llevar a la Cámara de Diputados federal la iniciativa Sin voto no hay dinero, a fin de establecer nuevos criterios para el financiamiento de los partidos políticos, donde el recurso que reciban dependerá del número de votos válidos que emitan los electores.
Es otra alternativa interesante para darles chicharrón a los chambistas, a los parásitos, a los hueseros, a los fariseos del sistema político mexicano.
marigra1954@gmail.com