Turismo de la salud / Güero
Esta vez quisiera retomar un par de columnas de opinión que escribí el mes pasado. La titulé “Viajando en pandemia” y básicamente narraba la odisea que representó la travesía para viajar al sureste estado de Florida, Estados Unidos. Casi al final mencioné que volvería a retomar el tema, esta vez en cuanto a la aplicación de la vacuna Covid-19 se refiere. Pues es momento de entrar en materia.
Durante los poco más de diez días que pasé en Orlando estuve buscando en varios medios informativos locales información relacionada a la vacunación. Algunos mencionan sobre los requisitos, edades y demás pormenores que el ciudadano debe cumplir para ser elegible. En primer lugar están las personas de la salud, aquellos directamente relacionados, como son: médicos, enfermeras, paramédicos; en segundo plano ya van los funcionarios del orden público como: policías y bomberos; luego vienen los demás: maestros y personas que tengan condiciones de salud o se encuentran al universo de personas vulnerables: cáncer, diabetes, obesidad, hipertensión. La oferta es amplia, va desde el supermercado tradicional (Kroger, Walmart, Sams, Costco), a las farmacias de cobertura nacional (Walgreens, CVS), también se destacan los centros masivos de vacunación (escuelas, hospitales comunitarios). En fin, que eran bastante amplias y nutridas las opciones. El único requisito era el realizar la cita en línea o por teléfono, en mínimas alternativas se mencionaba que se podía acudir sin previo aviso.
Para mi sorpresa primero tuve que hacer una especie de cuestionario en el que se llenan datos generales, padecimientos médicos, incluso detallar la etnia (en mi caso fue latino y blanco). Casi al finalizar el registro pude percatarme que la única vacuna disponible (al menos en la zona y la fecha en que intenté hacerlo) era la de Moderna. Yo buscaba la de única dosis, la Jensen de Jhonson & Jhonson, pero no pude optar a ella debido a que se encontraba suspendida en Florida debido a los trombos que algunas pacientes presentaron y fue suspendida para posteriormente ser aprobada su administración. La recomendación de mi médico fue la de Pfizer, laboratorio que desarrollo de manera conjunta entre Estados Unidos y Alemania, pero no la encontré en mi intensa búsqueda. Razón por la cual me dispuse a volver a México sin la buscada vacuna anti Covid.
Ya en suelo Azteca quise continuar la búsqueda, esta vez en otros estados de la Unión Americana. En CVS no pude hacerlo debido a que su servidor requiere que los interesados se encuentren en suelo Estadounidense para agendar la cita. Fue así que intenté por Walgreens y por fin pude encontrar lo que buscaba. El requisito es realizar la cita hasta 5 días antes de la aplicación. En la misma aplicación de la farmacia se puede elegir la sucursal más cercana y también tramitar la segunda aplicación a las 3 semanas posteriores a la primera dosis.
El día de mi primera vacuna había llegado, viernes 21 de mayo al medio día. Me apersoné a la ventanilla en donde un amable dependiente se dirigió en un castellano entrecortado, me pidió llenar un formulario con mis datos generales, padecimientos médicos y etnia a la que pertenezco, prácticamente lo que ya había hecho en la App días antes. Así, al cabo de unos minutos otra persona aparece y obtiene de una cámara de refrigeración la dosis a ser administrada. La aplicación fue inmediata, sin mayor dolor o contraindicación. Una vez finalizada se me entregó un papel que hace constar lo anteriormente expuesto. “No olvide volver en tres semanas a esta misma sucursal, recalcó el dependiente”, a lo que asentí sin mayor reparo en dos ocasiones.
Lo que yo llamo el turismo de la salud ha proliferado en los últimos meses en Estados Unidos. Algunos estados de la Unión como California, Texas, Florida, entre otros, han abierto la aplicación a turistas, visitantes y no residentes. Una estrategia que genera millones de dólares recaudados en impuestos, y la reactivación del sector turismo y de compras. Como siempre los vecinos del norte nos llevan la delantera. Mientras tanto en nuestro país los grupos de edades siguen a la espera, millones de dosis por administrarse, con la expectativa de terminar a finales de 2021 o comienzos del 2022. Eso sí, pareciera que van rápido, pero no nos confundamos, estamos en elecciones, se deben enviar mensajes de luz después del túnel, de cambio en el color del semáforo, de saber vender mejor el voto.
La opinión de César Omar Ramírez de León: Empresario, maestro en psicoterapia gestalt adultos y capacitador en gestión efectiva de recursos humanos.