Vale al Paraíso/El beso del diablo azul
Mario Granados Roldán.-La noche anterior programó las actividades del día siguiente. Se levantó tarde. Desayunó azufre. Mandó saludos a sus adversarios. Guardó en la billetera los devaluados pesos. Salió a media mañana de su hogar-dulce-hogar. Se dirigió al tianguis para comprar los objetos con que adornaría su altar de muertos: cerillos, velas, calaveritas de azúcar, cañas, flores, mezcal, botana y un churrito de mariguana por si se llegara a legalizar su consumo recreativo. En uno de los puestos, el dueño platicaba del huracán Patricia. Alarmado escuchaba en la radio de…
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