No te metas con mi torta
El gordito sintió la invasión del enemigo. Se puso nervioso. Llamó al presidente Obama por el teléfono rojo. Le pidió el experimentado consejo. Escuchó detenidamente las sabias recomendaciones. Agradecido se despidió. Movido y agitado, el diputado hizo la bélica declaración, estrelló las doce palabras en las cuatro paredes del war room: “No se metas con mi torta ni con mi chaparrita de naranjo”. El campo de batalla fue, una vez más, el Congreso del Estado, la semana reciente. Algunos columnistas políticos, convertidos en fedatarios de sus respectivos lectores, dieron cuenta del…
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