Yo no soy marinero, por el plagio seré
Si gastarse el dinero ajeno es el mejor placer, dicen los cínicos; aprovecharse del trabajo de otros reditúa buenos dividendos, afirman los sinvergüenzas. Aunque en ambos casos se corre el riesgo de ubicarse en el siempre peligroso paredón del escarnio público. Fuimos muy buenos vecinos. Mediaban unas cuantas casas entre la suya y la mía. Nuestras mamás también eran amigas. Ambos hacíamos algunas travesuras propias de la incipiente niñez. Juntos acudimos al Catecismo en San Diego, donde él confundía el averno con La Bombonera, el estadio de los Diablos del Toluca. En tiempos…
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