Ser estoico es amar el caos. Ser estoico es amar el presente / ¡Hasta la victoria siempre!

Aguascalientes, Enero 09 (2024).- En el vasto tejido del tiempo, la filosofía emerge como la brújula de la existencia, guiándonos a través de las tormentas de la incertidumbre y las aguas tumultuosas de la vida. En su esencia, la filosofía es el eco de las almas inquietas, una melodía que resuena en los rincones más profundos de nuestra humanidad. En este baile cósmico, el estoicismo se alza como un faro luminoso, una herramienta maestra para forjar una vida auténtica y feliz.

El estoicismo, como un susurro sabio del pasado, nos enseña a abrazar las mareas de la existencia con serenidad, a aceptar las cartas que el destino nos reparte con gracia estoica. No se trata de una rendición ante el destino, sino más bien de una danza en la que nuestras acciones son la coreografía que da sentido a cada paso. En la filosofía estoica, hallamos el arte de vivir con propósito, de elevarnos por encima de las adversidades con la fuerza de un espíritu inquebrantable.

Como hojas danzarinas en el viento, nuestras vidas están sujetas a cambios inevitables. En ese vaivén, el estoicismo nos insta a cultivar la virtud, a buscar la excelencia en nuestras acciones y a abrazar la fortaleza interior. En la autenticidad de nuestra esencia, encontramos la joya más preciada, la clave para una felicidad perdurable.

La filosofía estoica no es un anhelo utópico, sino una guía para la transformación personal. Nos invita a contemplar las estrellas en la oscuridad de la noche, a encontrar la paz en la aceptación de aquello que no podemos cambiar y la valentía para cambiar lo que sí podemos. En el crisol de la filosofía estoica, fraguamos una conexión íntima con nuestro ser más profundo, desprendiéndonos de las cadenas de la vanidad y del afán desmedido por el control.

En la danza de la vida, el estoicismo nos enseña que la verdadera dicha no reside en la posesión de bienes efímeros, sino en la riqueza interior que cultivamos. Es el arte de vivir en armonía con la naturaleza, de abrazar las experiencias con gratitud y aceptar la inevitabilidad de la transitoriedad.

En el crisol de la filosofía yace un llamado ancestral, un eco que resuena en cada rincón del alma. El estoicismo se erige como la antorcha que ilumina el camino hacia una existencia auténtica y feliz. En sus enseñanzas descubrimos la fortaleza en la adversidad, la serenidad en la tormenta, y la chispa divina que nos impulsa a vivir con plenitud en cada latido de nuestro ser.

En el fragor de la vida, el estoicismo se convierte en el refugio sereno en el que encontramos la paz en medio del caos. Nos susurra al oído en los momentos de desafío, recordándonos que la verdadera libertad radica en el dominio de nuestras respuestas frente a las circunstancias. En la filosofía estoica, descubrimos el poder transformador de nuestras percepciones, la capacidad de moldear nuestra realidad con la fuerza indómita de la mente. Es un abrazo cálido en los momentos de turbulencia, una luz que brilla en la oscuridad, recordándonos que, en la aceptación y el cultivo de la virtud, yace la esencia misma de una vida plena y auténtica.

Lic. Oscar Roberto Valadez Vázquez. Filósofo, director del Café Filosófico «Estoicos – Hedonistas» en Creatoria, conductor del programa “La Taberna», fundador de «In Taberna Quando Sumus», y estudiante de Derecho.