Ruta normativa para satisfacción colectiva
El legislador está equivocado (creo), no se trata de un electrocardiograma al procedimiento electoral, sino las consecuencias que puede tener sobre “la confianza construida en más de 23 años”, como sostiene José Woldenberg. Es el tema de la transición del Instituto Federal Electoral al Instituto Nacional Electoral. Toda crisis experimenta y juega, dice Ortega y Gasset, nos lleva a mejor o a peor, todo depende de quién gobierna la circunstancia, las crisis nos prueban, tantean a las instituciones, examinan el valor de las palabras…
La crisis florece entre palabras. Debate amplio y de impacto mediático han sido las disputas sobre las ideas electorales. Al propio tiempo silencios elocuentes sobre temas delicados del procedimiento electoral ahora situado a la velocidad de la luz. En efecto ya se consensó la Ley General de Delitos electorales (la única) habrá que estudiarla.
Servir a la patria debe ser orgullo de las transiciones. Tenemos Reforma Constitucional y carencia de leyes secundarias (varias que faltan). Es tiempo de hacer mudanzas. Cuidemos el menaje de qué y cómo cambiar. La Reforma no barrunta déficit. Es cotidiano reconocer el déficit como despilfarro y exceso. Un déficit exige instrumentos de corrección, como el timón de un barco sirve para corregir con cuidado y tiento los azares.
El déficit puede ser un instrumento de austeridad institucional. El déficit que percibo es el que nace de un compromiso institucional con el futuro para hacer posible el presente. México necesita una cartografía para el cambio. Los problemas del siglo 21 no se resuelven con alternativas viables en el pasado, las realidades son distintas, las circunstancias son diferentes, los humores son otros, las variables mutan… El Servicio Profesional electoral (SPE) forjó un patriotismo electoral que se fundó y motivó en principios éticos, para distinguirlo del patrioterismos de la democracia simulada, el SPE reivindicó el orgullo nacido del “auto” y “nomos” de un diálogo que fragua la norma y exige la virtud de cumplirla.
El déficit como un recurso estratégico permite operar las nuevas reglas de las circunstancias. Sí es preciso, y lo digo así por la razón que la deconstrucción no es un método, se deberá “deconstruir” el marco legal; no es mucho pedirle al Legislador mexicano que se haga de modo que nos sintamos orgullosos, servir a la Patria en el honor de la legalidad. No puede ser una medida ocasional dictada por circunstancias, es un cambio de fondo en la estructura de instrumentos ejecutivos y operativos institucionales. Se cambió federal por nacional, no es un contrasentido, son conceptos intensos, es preciso explicarlos.
No puede ser que sea más fácil cambiar la constitución que cambiar las instituciones. Las voces de los partidos no hilvanan palabras como entidades de interés público, sino desde el foro político, no es correcto pero es así. Es preciso “deconstruir” desde las más elementales actividades hasta las más importantes, ninguna es menor. El procedimiento electoral trabaja en política y administración, derecho y previsión.
Para la política pragmática de hostilidad de competencia política por el poder público; para administrar con eficiencia y eficacia los recursos públicos puestos a su cuidado, y rendir cuentas, elemento polémico que pone en acción este reconocimiento y la línea divisoria entre ambas.
La democracia procedimental y de calidad debe ir de la mano. Erigirse en medio de la relación entre la literatura y democracia, pensar lo político, específicamente desde el procedimiento desde un enfoque nuevo, un contenido que solvente nuestras actuales democracias desde la literatura de política, democracia, ética…
Para crear democracia se requieren virtudes. El espacio de las virtudes es la Institución; la “institucional-idad” es ética que atienden las personas involucradas, se trata de la calidad y cualidad de la institución. La reputación de las instituciones depende no sólo de la aplicación objetiva de leyes, sino de la conducta de quienes a ellas sirven, sustentados en los principios éticos y morales para salvaguardar y evitar contrariar el interés público asignado. La legislación no puede ser simple, se trata de la madre de todo: la confianza pública. Seriedad y rectitud en el ejercicio de los deberes y responsabilidades del Estado.
La Ética Pública compromete a todos, es sin duda, una dura batalla cultural, transformar al INE es una tarea esencialmente moral. Es tema y responsabilidad de Legislador. Hacer honor al principio de legalidad, la inteligencia sin palabras, es tema del Instituto Nacional electoral, de sus trabajadores. Las virtudes son el compromiso a fe jurada ante los otros.
Todos los trabajadores del INE son agentes morales, en virtud de que ejercen una actividad de manera permanente y habitual adscrita a órganos cuya finalidad es satisfacer las necesidades del procedimiento electoral. Razonar en el plano de los valores significa utilizar premisas y no sólo hechos. El vacío ético se refleja en las decisiones, en las políticas públicas. Se requiere convertir los principios en estrategias de acción.
Por: Ignacio Ruelas Olvera