Rubén Camarillo manchado de Chapopote
Sus interlocutores los desdeñan. Sus colegas legisladores prefieren guardar distancia. Sus compañeros de partido les vieron el cobre y sólo levantan las cejas. En los pasillos del Congreso y en las oficinas del gobierno federal, cuatro panistas quedaron manchados de chapopote al concluir la aprobación de la reforma energética.
Según fuentes involucradas en las negociaciones que condujeron al cambio radical en las reglas de cómo se manejan Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, hubo quienes intercambiaron su apoyo por contratos.
No se supo en la opinión pública porque muchos diputados y senadores de distintos partidos, que fueron testigos, optaron por interpretar una especie de “secreto profesional” y no denunciar.
Según los mismos informantes, cuando el gobierno y el PRI empezaron a buscar aliados para aprobar la reforma energética, un grupo de panistas comprometió su apoyo legislativo y al mismo tiempo solicitó beneficiar a una empresa que en ese momento no estaba en el centro del escándalo: Oceanografía.
Pero cuando ésta cayó en la desgracia del descrédito internacional, las peticiones de contratos relacionados directamente con el negocio energético se volvieron solicitudes de presupuesto por donde fuera: asignaciones de compras de escritorios, uniformes, lápices, todo para sus amigos.
Según el registro de varios involucrados en las negociaciones, los cuatro panistas que destacaron en este singular cabildeo fueron Juan Bueno Torio, Rubén Camarillo, Francisco Domínguez y Francisco García Cabeza de Vaca.
Algunos datos para refrescar la memoria:
El diputado Bueno Torio fue alto funcionario de Petróleos Mexicanos: en la recta final del sexenio de Vicente Fox encabezó Pemex Refinación. Ha sido objeto de muchas denuncias sobre su presunto involucramiento en casos de corrupción, especialmente el de Oceanografía. Ninguna denuncia ha prosperado en tribunales. El PAN ha estado siempre interesado en brindarle fuero. Nunca ha dejado de tenerlo desde que dejó Pemex: fue senador durante todo el sexenio de Calderón y diputado federal en lo que va de la actual administración.
El también diputado Rubén Camarillo, oriundo de Aguascalientes, es socio del priísta Francisco Labastida Ochoa. Se estrecharon sus lazos durante el sexenio pasado cuando ambos fueron senadores y estuvieron involucrados en las discusiones energéticas, cuya Comisión presidía Labastida, hoy retirado de la política y dedicado a los negocios.
El senador queretano Francisco Domínguez, que aspira a la candidatura del PAN para ser gobernador de su estado el próximo año, sorprendió cuando públicamente refrendó su amistad/apoyo a los hermanos Rodríguez Borgio, sobre quienes pesa la acusación de lavado de dinero.
Habrá que seguir la ruta del dinero en las carreteras que llevan estos cuatro nombres.
Información: Carlos Loret