Rafael “El Güero” Juárez / Ruelas

“Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va. // Y va dejando una huella que no se puede borrar…” Rafael “El Güero” Juárez, dejó de existir para iniciar su leyenda. Aquí nos dejó, compañero de instituciones, profesional de los medios de comunicación, docente que con y sin aulas lograba una pedagogía impecable…, el amigo. Su toga de Quijote fue la música, la consideró y enseñó como lenguaje universal que se produce en todo sonido intencional o no, coincide con Yehudi Menuhin en sus reflexiones sobre “la música del hombre”. No solo despierta emociones sensuales, evocaciones, hasta precognitivas, sino que es eje de la cultura; su “duende” mueve la razón y la fe, la alegría y la tristeza…, la música es la razón de la vida humana, sin ella dice Nietzsche “la vida no vale la pena ser vivida”, es la vivencia que nos hace darnos cuenta de lo que ocurre y la ordena en estilos, géneros, armonías, ritmos… En la música están sentimientos anidados en ánimos, pulsiones, sentimientos…, para posibilitar la concentración, la relajación, ser alma de la fiesta, acompañar del estudio, el trabajo…

«No te vayas todavía, no te vayas, por favor. // No te vayas todavía que hasta la guitarra mía llora cuando dice adiós”. El Güero Juárez, defendió siempre el sentido de la música tanto como energía humana, como una edificación sociocultural. En una conferencia que dictó ante el Club Rotario Campestre, explicó lo absurdo de los mundos sonoros formales y aislados, subrayó los esquemas de melodía, armonía, ritmos, tiempos, timbres…, mostró recapitulaciones integradas. Autor, actor, espectador, interprete, se cruzaron en sus elementos sonoros. Explicó sobre el nacimiento de lo sonoro, el movimiento, los ritmos, auxiliado de un yunque y un martillo, algo así como música “a martillazos”. Así en todas sus comparecencias el Güero Juárez explicó cómo se pasa de una nota a otra, cómo aparece el ritmo, cómo se conecta el caos como eje para unir el silencio como ordenación de la composición musical. La didáctica es simple, las notas musicales tienen sus propios códigos, su sonoridad, el interregno del silencio para pasar de una nota a otra, dado que no existen en el discurso musical sonidos sueltos, y lograr su liberación del secuestro que le hace el caos. La música une lo que la política no puede, las notas logran un maridaje para que la composición se sostenga y exista como unidad.

“Un pañuelo de silencio a la hora de partir. // Porque hay palabras que hieren y no se deben decir”. Dirigió Radio UAA con la brillantez de un profesional culto, coherente, lucido, emergente, innovador, disruptivo. Me permitió hacer radio, varias series:” Semillas de ciudadanía”, “Piensa, luego vota”, “Conversatorio ciudadano” … La llegada del actual Rector le implicaba dejar esa dirección lo que es perfectamente lógico, el Güero tuvo el carácter de un universitario cabal. Lo que se desató después fue una bellaquería propia de franquiciarios de la “benemérita”. Así es su historia, jamás mancilló la universidad, ni en pensamiento, ni en palabra, ni en obra, ni en omisión. Su impulso en la radio deja prueba de sus alcances universitarios, democráticos, cultos. Radio UAA produce por primera vez en la vida democrática del Estado (y del país), lo que después se llamó Programa de resultados Electorales preliminares, PREP. La convocatoria a través de sus micrófonos alcanzó éxito inusitado, la ciudadanía respondió para reportar los resultados publicados por las Mesas Directivas de Casilla en los carteles que se colocan al exterior del domicilio de la casilla, (“estrados de casilla electoral”), tomaron nota y reportaron a los teléfonos compartidos emergentes y gestionados, a las 23:35 se cantó el 84% de los resultados aproximadamente. Fueron difundidos por la voz fuerte de Rafael. Fue consejero electoral en dos consejos distritales del IFE/INE, donde hizo un gran papel como autoridad electoral.

“El barco se hace pequeño cuando se aleja en el mar. // Y cuando se va perdiendo qué grande es la soledad”. Su vida y la música se constituyeron en “lo uno” heideggeriano, su “estar ahí” les tomó la mano, una invasión, un adecuarse al ser propio del Güero, a su existencia, a su melodía que llegó a ser sí mismo en la medida en que se instituyó como el uno. Ese eje fue la su relación de impulsos, competencias, capacidades, posibilidades amplias. Así como la música es variación, el Güero atendió la variación de instituciones a las que les dedicó tiempo, reflexión, compromiso, siempre con su sello personalísimo. Un cambio de nota lo llevó hasta donde ahora está. Tengo para mí que llevará abrazos a mi Padre y al inolvidable “Chato” Juárez.“Ese vacío que deja el amigo que se va. // Es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar”.¡A-Dios Güero!