PVEM y PRI: alianza de disimuladas diferencias

Para dar funcionalidad, legitimidad y futuro a un proyecto político basado en una coalición, ésta debe celebrarse entre varios actores afines o, en el peor de los casos, con más semejanzas que diferencias. En México, desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, comenzó a tomar forma un dúo partidista posicionado en la opinión pública con el correr de los años. Sin embargo, en lo fundamental, el Revolucionario Institucional y el Verde Ecologista no son tan próximos como parece a simple vista.

Dar por sentado que tales actores de poder son el uno para el otro es tanto como cerrar una de las vertientes del voto razonado.

En México las coaliciones partidistas son toda una ruta hacia el poder público. Se utilizan calculadamente como parte de la denominada «ingeniería electoral»: sirven para asegurar mayorías en congresos y cabildos, para triunfar en distritos peculiarmente reacios, para restar capacidades al adversario, para entorpecer los proyectos de unos y facilitar los de otros, para hacer experimentos de rentabilidad en las urnas, y hasta para sobrevivir en un andamio legal que demanda a cada partido la simpatía de cuando menos el 3 por ciento del padrón en cada elección.

Hay coaliciones totales, parciales (las que aplican en menos del 50 por ciento de las candidaturas en disputa) y flexibles (para al menos el 25 por ciento de las candidaturas). Hay coaliciones de la izquierda con la izquierda, de la derecha con la derecha, y de aquella con esta última. Hay coaliciones que a simple vista encajan y otras que sencillamente no. Incluso hay coaliciones que a botepronto parecen lógicas aunque, en el fondo, son todo lo contrario.

Una de esas es la que desde hace años sostienen los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Verde Ecologista de México (PVEM).

A grandes rasgos, y en términos de partidos políticos, una coalición es la unión de dos o más de ellos, con características afines, y con la encomienda de lograr un fin común.

Así pues, ¿el PRI y el PVEM tienen características afines? Cualquiera podría contestar que sí sin el mínimo temor a equivocarse.

De entrada es obligado hacer un breve repaso histórico. Según su página oficial, el Verde surge en 1979 a partir de “una modesta organización de colonos” del barrio de Coyoacán.

El adinerado empresario Jorge González Torres fundó el precursor Partido Verde Mexicano en 1986 “para acabar con el régimen del PRI”. Sin embargo no alcanzaría el registro como partido sino hasta 1991, curiosamente con el salinismo a toda marcha.

En aquel entonces el Tribunal Federal Electoral emitió un registro condicionado dado que “las labores realizadas… en defensa de la ecología estaban orientadas a una participación activa y pública en la vida político-social del país”. A González Torres se le dijo que para constituirse sólo debía cambiar el nombre y el logotipo del Partido Verde Mexicano.

De acuerdo con un reporte publicado por José Gil Olmos el 12 de febrero de 2001, en La Jornada, los opositores de Jorge González, quienes lo acusaban de utilizar la estructura para enriquecimiento personal, siempre señalaron que el PVEM en realidad había sido un regalo de Carlos Salinas de Gortari, interesado en restarle votos al floreciente Acción Nacional, así como en darle gusto a la moda europea al colocar un partido ecologista en el tablero mexicano.

PRI y PVEM han cogobernado en municipios y estados, en congresos locales y en el Congreso de la Unión. De hecho ahora hacen lo propio en la Presidencia de la República. Enrique Peña Nieto asumió la titularidad del Poder Ejecutivo producto de la coalición Compromiso por México.

A nivel superficial no hay mayor problema, la colectividad entiende que el partido minoritario se somete a los proyectos del partido dominante y que eso brinda funcionalidad a una coalición.
Pero el problema con la dupla PRI-PVEM no es de funcionalidad, sino de esencia política y documentos básicos.

Una organización nacionalista, como lo es Revolucionario Institucional con “los grandes valores sociales” del movimiento armado de 1910 prendidos en su declaración de principios, vive de la promesa de un mejor mañana, necesita generar un discurso que motive el deseo de hacer todo lo posible para obtener prosperidad. Para el PRI, pase lo que pase, siempre habrá una oportunidad para salir adelante.

En cambio, los partidos de corte ambientalista, como lo es el Verde, discursan en torno al desastre. Viven de señalar la futura inhabitabilidad del planeta y la nocividad de una existencia humana que genera extinción de flora y fauna, depredación de los recursos naturales, aniquilamiento del aire y, lo peor de todo, inconciencia respecto de los perjuicios cometidos.

El PRI y el PVEM poseen raíces opuestas. Su visión sobre el futuro los vuelve incompatibles en temas de mayúscula importancia, tales como la economía, la educación y la impartición de salud.

¿Si las filosofías se contraponen, por qué ambos partidos se encuentran en coalición? ¿Por qué el PVEM respaldó recién una reforma energética que fomenta la producción de combustibles contaminantes? ¿Por qué la ciudadanía no sanciona esta unión de los opuestos?

Friederich Engels y Karl Marx desarrollaron el concepto de la “falsa consciencia”, mismo que podría ayudar a entender este fenómeno de tolerancia.

La falsa consciencia es aquella que ha perdido la capacidad de detectar y corregir sus propios errores.

“Ya dentro del modo de producción capitalista, los empresarios buscan su propio beneficio, pero esto genera como respuesta los sindicatos, que controlan el mercado de trabajo, y entre unos y otros el capitalismo es sometido a una dinámica histórica a través de la lucha de clases que eventualmente genera la sociedad socialista a través de crisis económicas, resultado de la competencia de degüello, competencia y crisis que nadie quiere”.

Así es como explica Eduardo Lamo el comportamiento en masa. En cita a Karl Popper y al mismo Marx señala que la sociedad siempre encuentra la manera de arrancar un proyecto cuyo resultado será completamente distinto al deseado.

La coalición PRI – PVEM puede operar únicamente porque el Verde desarrolla un papel de sumisión. Los proyectos del partido dominante salen privilegiados aún a costa del electorado de carácter ambientalista que concedió su voto al PVEM.

Esta pareja ha conseguido camuflar excelentemente bien sus enormes diferencias, caso opuesto al de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, criticados con dureza por cogobernar estados como Aguascalientes, Guerrero y Sinaloa, mediante convenios “anti natura”, impulsados desde hace años por ambas cúpulas.

En 2010, Jesús Ortega Martínez, entonces dirigente nacional del perredismo, dijo que “es urgente apostar por nuevos modelos políticos en entidades históricamente priistas. Llegó la hora de sacar del gobierno a la incompetencia, llegó el momento de sacar a los rateros”.

La sociedad sí reconoce y penaliza las infructuosas coaliciones PAN – PRD, producto de la dicotomía entre la izquierda y la derecha.

1 Emiliano Lamo de Espinosa, El objeto de la sociología. Hecho social y consecuencias no intencionadas de la acción. Reis, España, p. 23.

Aunque merece tantas críticas como las obtenidas por estos dos partidos, en varios aspectos la coalición PRI-PVEM ha salido ilesa del tamiz ciudadano gracias a la desinformación y a un relato bien construido. Se les critica por estar al servicio de los capitales, mas no por relacionarse pese a sus severas diferencias.
Peter Berger y Thomas Luckmann mencionan en La construcción social de la realidad que cada sociedad produce esquemas de conocimiento que posteriormente quedan establecidos como realidades. Los autores ejemplifican, “lo que es real para un monje del Tíbet puede no ser real para un hombre de negocios norteamericano”.

Plantean una “sociología de la verdad” como una herramienta para conocer los puentes entre las ideas y su contenido social.

Llegar a las conclusiones de que PRI y PVEM son compatibles, y de que PAN y PRD no los son, muestra la manipulación del conocimiento y de la realidad en México.

Gilles Lipovetsky dice que la modernidad comenzó a desarrollarse durante el siglo XVIII, época en que el hombre sustituyó las reglas de dios por unas propias. Enseguida apareció el individualismo moderno y más tarde el individualismo hipermoderno, estadio en que el sujeto se entrega a la búsqueda de la felicidad, convencido de que las luchas revolucionarias emprendidas hace décadas por la colectividad no tuvieron los resultados esperados.

En este contexto el consumo toma un papel de primera relevancia, pues colabora con el proceso de autodeterminación. Se comercializan y consumen productos, servicios e ideas.

La coalición PRI – PVEM es exitosa y se halla libre de críticas porque el individuo sólo ha capturado la idea impulsada por el partido mayoritario: la felicidad es posible en un planeta devastado.

Las consecuencias de esta dinámica partidista son del todo negativas para la sociedad. El PVEM ha dejado de explotar su influencia gubernamental, prueba de ello es la falta de sanción para el derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre en el Río Sonora, a manos de una de las minas de German Larrea, lo cual ha provocado el ingreso de metales en la sangre de los vecinos.

El Partido Verde continuará en una zona de confort si la opinión pública no fractura esta coalición –y el peligro de que se refrende-.

Autor: Carlos Alonso López