Portazo a Paco Guel Saldivar por metiche / Vale al Paraíso
Es el dibujo animado de la vida. En ocasiones echa mano de la intriga. De palabra fácil. Convincente. Es la enciclopedia ambulante. Está en el lugar preciso y en el momento oportuno. Se distingue por ser caritativo. Es anticlimático. También antisolemne.
El metiche es el rey o la reina de la convivencia terrenal. Tiene la maldita costumbre de meterse donde no lo llaman. Destila inventada sabiduría. Es tan torpe como su naturaleza, aunque se le reconoce su refinada facilidad para interactuar con otros mortales. Obedece a su propio impulso, como el espontáneo en la plaza de toros que brinca del tendido al ruedo para darle sucios trapazos al toro ajeno.
Inicia la pasarela el metiche de la “fila india”. Su figura es notoria en el muro de los lamentos (cajero automático) los días de quincena, en la cajas de la Secretaría de Finanzas municipal al inicio de año, en las tiendas departamentales durante el Buen Fin, o en la agencia del Ministerio Público, para charlar con el desconocido hasta dejarlo noqueado por el exceso de sabia y de labia.
Para el metiche “gorrón” todo es fácil y rápido. Lo mismo (des)organiza despedidas de solteras que despedidas de casados, primeras comuniones, cremaciones, quince años, bodas de cualquier religión, de donde sale hablando purepecha por el exceso de tequila consumido. Es un experto en el chisme. Funciona mejor que el WhatsApp en los dominios del mensaje de carne y hueso.
El metiche “Vademécum” es el hijo que a Hipócrates le hubiera encantado tener. Su experiencia se reduce a la de un camillero en el riesgoso hospital del ISSSTE; pero eso sí, tiene todo tipo de recetas para curar la precaria salud. Por ejemplo, para el inflamado hígado de los enojones crónicos, recomienda filosos alacranes para picar la víscera, té de boldo, colmillo de víbora (se excluye la de dos piernas), tamarindos veracruzanos y elotitos tiernitos para disminuir el estrés. Los ingredientes deben ser comprados en el mercado Terán, por supuesto.
Al que le gusta resolver problemas foráneos se le llama «City Manager». Se ubica en las broncas viales y todo tipo de accidentes; increpa a los miserables que se estacionan en lugares destinados a embarazadas, adultos mayores y con capacidades diferentes; regaña a los trabajadores que rapan el árbol en lugar de podarlo, o le mienta la madre a los desconsiderados que estacionan su estorboso automóvil en doble fila.
El metiche Master sabe de la acelerada devaluación del peso mexicano, de robótica e inteligencia artificial, de la receta económica proteccionista de Donald Trump, del avanzado concepto ciudad-estado de servicios que debiera aplicarse en Aguascalientes, de las innovadoras tendencias de movilidad citadina, y de la inmortalidad del cangrejo, por enumerar algunos temas que están aderezados con la imaginación y la mentira, al platicar del descubrimiento de las hormigas voladoras en el santuario del Cristo Roto.
El metiche “consanguíneo” es un peligro para los familiares. Le compite la supremacía a las perversas redes sociales. Pretende resolver los pleitos entre padres e hijos, esposos, tíos y sobrinos, y hermanos, como es le caso de José Luis Proa de Anda, que anda de metichón en el rabioso enfrentamiento de los lorenista de estirpe, Isidoro Armendáriz García y Roberto Tavarez Medina, por los restos del muerto (PRI Aguascalientes) y la disminuida herencia de su Mamá Lorena.
Nula es la autoridad moral de Pepe Proa, como para erigirse en el referí de la contienda de estos dos pequeños gigantes tricolores: el lunes 16 de enero de 2012, «Palestra» informa del “nuevo borrachazo del delegado ‘Pepe’ Proa”, que deja “en calidad de chatarra vehículo del Ayuntamiento de Aguascalientes”, por el violento alcance a un taxi, a las 04:00 horas del madrugador domingo.
El metiche “jurisconsulto”, caracterizado de forma sublime por el tristemente célebre Paco Guel Saldivar, expresidente del PRI Aguascalientes, al que la Sala Regional Monterrey del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación, le dio un portazo en su sobrada humanidad, al meterse en asuntos que no eran de su incumbencia: “Por regla general, el actor tiene la carga de acompañar a su demanda los documentos necesarios para acreditar la personería de quien acude en su representación. Cuando este aspecto no está acreditado y tampoco se desprende de los elementos que obren en el expediente, podrá requerirse al promovente para que exhiba las constancias correspondientes dentro del plazo de veinticuatro horas, bajo el apercibimiento que en caso de no hacerlo el medio de defensa se tendrá por no presentado”, dictó el resolutivo de los magistrados.
No sé si el sacerdote en el confesionario pueda ser considerado el metiche “religioso”. Eso se lo dejo a la conciencia del lector.
¡Dios nos libre de un entrometido en la aldea!
Porque alguien debe de escribirlo: A propósito del texto publicado hace una semana, un querido amigo y lector se ofreció a llevar mis cenizas al exclusivo hotel Gran Turismo, en Quito, Ecuador, o a cualquier parte del mundo, “sólo te pediría de favor adquirir los boletos de avión (ida y vuelta) con fecha abierta (obviamente en primera clase como te lo mereces), no sea que nos agarren las prisas y tenga que entregar tus restos en el cerro del Muerto”, recomendó con espléndido sentido del humor en su reciente correo electrónico.
Rayando el muro del vecindario: La madrina Lorena Martínez y su ahijada Nora Ruvalcaba, tomaron caminos distintos en la elección presidencial de Estados Unidos.
Hace seis semanas se dio cuenta en este espacio de la simpatía de la más morena de Morena hacia Donald Trump, al vaticinar en su pared, el jueves 29 de septiembre, el triunfo del conservador partido rojo.
El martes 8, día de elección, Lorena promovió el voto para Hillary Clinton, del partido azul, mientras mi querida vidente Nora festejaba el triunfo de Trump, al día siguiente.
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