Palabras en espiral / La Columna J
Hay cosas más importantes que la simulación de un informe de gobierno, la poesía por ejemplo.
La poesía es una manera inefable de expresar la realidad y de interpretar verdades por medio de la grandeza y ostentación de las palabras. Me declaro un admirador de nuestro Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz. El destacado escritor, ensayista, poeta y maestro de la palabra opto por tener una memoria abstracta sobre los tiempos que le acontecieron y el comportamiento social.
Palabras en espiral es la reseña de una antología que extiende la vida de un mexicano loable y algunas de sus obras, presenta una perspectiva verdaderamente interesante sobre la interpretación de la filosofía y de manera paralela sobre las vicisitudes que encierra la realidad y esconde a las verdades.
El escritor deja plasmada la relevancia que tiene el tiempo en concatenación de la inercia social, describe con puntual singularidad que en Latinoamérica la gente tiene puesta su mirada en el pensamiento del pasado, y por el contrario, en Europa la sociedad tiene puesto el pensamiento en el futuro, y en oriente simplemente tiene la esencia de concentrarse en el presente. Dicho sea de paso que cada sociedad tiene un calendario dogmático y un calendario de rituales, específicamente el segundo esgrime los sentidos de pertenencia y enarbola la identidad de las personas.
Mucho expresan los símbolos en las palabras no escritas.
“El muro al sol respira, vibra, ondula, Trozo de cielo vivo y tatuado: El hombre bebe sol, es agua, es tierra. Y sobre tanta vida la serpiente. Que lleva una cabeza entre las fauces:
Los dioses beben sangre, comen hombres” Octavio Paz Uno de los rasgos más destacados de Paz, es la consideración existencialista de la soledad, con antecedentes muy similares en los periplos de Schopenhauer en su obra “Sobre el buen vivir”, se presenta una reseña de la conciencia en relación a un estado en el que se entiende aislado y perdido, pero en su metáfora esta libre y despertando a la posible ascendencia de lo eterno, porque sin duda alguna, encontramos a la soledad en la angustia, pero la dilucidamos en la valentía, en algunas ocasiones en mortales consecuencias. El ser humano es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro.
Una ironía, nacemos solos y nos despedimos en individualidades, el tiempo deja de ser sucesión y vuelve a ser lo que fue, y es, originalmente: un presente donde pasado y futuro al fin se reconcilian en la misma soledad.
En el tiempo se pierde la esperanza, en la soledad se conquista.
Para los soñadores la poesía es conocimiento y filosofía, es poder y abandono, es manipulación y llanto. Es la capacidad de sintetizar al universo en tres palabras, y también de extender el más oscuro de los infiernos a los intelectuales. También la poesía contiene ínfulas de revolución y grandes dosis de idealismo. Sirve como inspiración y consolación para pocos políticos y muchos soñadores. La poesía es un diálogo en la meditación, es una plegaría afuera de un hospital o la expresión histórica de las razas que han pasado por las guerras y la libertad.
“Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor que es hambre de vida es anhelo de muerte”: Octavio Paz.
Existe una relación de abandono entre la realidad, la política y la sociedad, así es, por incontenible que se expresen las palabras, en México hemos perdido el sentido de la cordura y cada vez nos abandonamos más en sentimientos de lo que representa nuestra patria. Alguien ha presentado un informe, pero me impone en mayor proporción escribir sobre un poeta y ensayista que dejó a nuestro país en la reflexión y en el galardón de un Nobel. La poesía por lejana y abstracta que resulte para los mexicanos, es un esperanza en un campo de batalla en donde todos pelean por nada y pierden todo, la poesía también alcanza a los falsos mesías, pues inspira a los soldados de un ideal, aquellos alfiles que valen más que algunos ejércitos enteros, Trotsky fue testigo de eso.
En la política encontramos actuación en demasía, la poesía es más, en la política hay demasiados verdugos, en la poesía se reencuentran los amigos, en la política hay manipulación, pero en la poesía hay inspiración, hay sueños y alegría, nostalgia y pocos rencores.
En política hay informes, en la poesía hay palabras en espiral.
In silentio mei verba.
ROBERTO VALDES AHUMADA.