Otra derrota de Lorena Martínez / Vale al Paraíso
Luciendo los aretes de la arrogancia, la priista Lorena Martínez Rodríguez llegó al desayuno y conferencia de la prensa convocada en La Mestiza. Saludó a todas y todos. Se dirigió a la periodista Laura Elena Rivera Manzanares,
destacada reportera de El Sol del Centro. Le entregó el piropo mañanero. Iba acompañaba, aquel sábado 17 de junio de 2017, de su inseparable lugarteniente Roberto Padilla Márquez, el cansino estratega de muchas y variadas derrotas de la zacatecana.
Minutos más tarde, apuró a su entonces jefa de prensa, Anayeli Muñoz Moreno —conocida en el departamento de frutas y verduras como La Sandia, verde (PVEM) por fuera y roja (PRI) por dentro—, para que iniciará la charla con los representantes de los medios y de los enteros.
A los 17 minutos y 53 segundos, LM dibujó la primera verónica, el lance provocador para el tendido de sol: “Bueno, voy a trabajar sin duda para poder ser candidata al Senado, eso sí”.
7 minutos después se paró en el centro del redondel para anunciar que sería candidata de mayoría relativa (uninominal), rechazando la posición en la lista nacional (plurinominal): “Yo quiero hacer campaña”, enfatizó.
Al minuto 33 con 46 segundos, en el último tercio de la faena, brindó la muerte del astado con la montera del desprecio:
“Pregunta: Oiga de Carlos Lozano de la Torre también se señala como posible candidato a la senaduría de la república, ¿Usted estaría dispuesta a ir en fórmula con él?
“Lorena Martínez: Mira, yo, finalmente… no, no… yo, finalmente voy a ir, vamos, voy a tratar de ser la candidata del PRI, y quien deba acompañarme en la fórmula pues será una decisión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), ¿no?… ahí sí, yo no…
“P: ¿Y te parece buena fórmula?
“LM: No
“P: Además de Otto Granados, también.
“LM: También quiere, bienvenido a la contienda.
“P: ¿Te gustaría esa fórmula Lorena, con Otto Granados?
“LM: Yo con el que me pongan.
“P: ¿Y qué posición sería uno o dos? ¿Cuál quieres?
“LM: Pues quiero la uno, obviamente”.
Seis meses después, el 20 de enero de este año, en otra conferencia de prensa, LM enmendó terreno. Se echó para atrás ante la embestida de los opositores al partido oficial. Anunció su intención de no era salir a buscar el voto en el campo batalla.
“Me encantaría aparecer en las listas nacionales”, dijo, y luego supuso que el CEN del PRI desestimaría la intención de enviarla a la víacrusis de la mayoría relativa: “Yo espero que no me lo pidan”, aseguró la fallida Política de lista.
Para abonar a su petición la dirigente nacional del Movimiento Territorial del PRI ofreció las perlas de la virgen a su presidente Enrique Ochoa Reza, al comprometerse con el precandidato José Antonio Meade Kuribreña, a
entregarle “2,5 millones de votos”, de los 20 millones de sufragios estimados por su partido; es decir, el 12.5% del total.
Para Aguascalientes la promesa quedó en aportar “21 mil promotores del voto”, que conseguirían “10 por promotor”; es decir, 210 mil sufragios para el tricolor, pero los datos duros no dan: en la elección de gobernador 2016, la derrotada candidata LM obtuvo, por el PRI, apenas 151 mil.
Las alegres cuentas de siempre no convencieron al candidato; pero además, su declaración expresa de fanatismo hacia el malogrado suspirante Miguel Ángel Osorio Chong —“la mano negra” en la campaña de Meade Kuribreña—, le pegó en la línea de flotación a su minada influencia. La orfandad política pagó consecuencias, LM será candidata al senado por el accidentado empedrado de la mayoría relativa, a golpe de voto y casilla.
En clara alusión a LM, la diputada priista Elsa Amabel Landín Olivares, el sábado 27 del mes reciente, demandó “no poner candidatos que ya perdieron una elección, debemos tener perfiles que generen votos, no problemas”.
Revisemos la historia electoral de LM: dos derrotas, una a diputada local en el distrito 4, en 1995, a manos del panista Anselmo Sotelo Mondragón, quien le ganó con casi 13% de diferencia, y otra a gobernadora en 2016; y una victoria a presidenta municipal de Aguascalientes, en 2010; es decir, su efectividad en las urnas es de tan sólo el 33%.
El fracaso electoral se avizora. Hilvanará su segunda derrota en dos años, lo que significaría una derrota cada doce meses.
Diversos factores influirán para la debacle personal: la perniciosa alianza con el devaluado exgobernador Carlos Lozano de la Torre; el duro enfrentamiento con los RBD por la imposición del presidente Enrique Juárez Ramírez; el lastre que significa la candidatura a diputado federal de José Carlos Lozano Rivera Río, en el distrito 02; la vergonzosa productividad de sus silvestres operadores políticos y territoriales, empezando por Roberto Tavares Medina y demás incrustados en las delegaciones federales; la línea discursiva lejana de la propuesta sustanciosa y cercana a la vulgar descalificación de “sacar al buey de la barranca”, porque Aguascalientes y el gobernador Martín Orozco Sandoval nada tienen de machos vacunos castrados, por lo menos a mí no me consta.
Faltan catalizadores para revertir la tendencia en un cielo totalmente azul, construido por el entonces gobernador Lozano de la Torre y la otrora alcaldesa LM, durante un sexenio de todas las derrotas para el tricolor.
Visualizo a una LM herida por el desaire de su partido y el precandidato, pero preparada para devolver la afrenta recibida. Pateará el bote. Estará de brazos caídos. Grillará en Ciudad de México. Se ausentará de Aguascalientes. Hará campaña los fines de semana. Escatimará recursos materiales y financieros.
Preferirá derramarla en lugar de beberla. Al fin, la derrota poco le importa.
Será senadora perdedora por la primera minoría. Viajará por el mundo.
Regresará a Aguascalientes en las cercanías de 2022, aunque su efectividad electoral en las urnas será del impresentable 25%.
Por lo pronto, Lorena Martínez ya se vacuna ante el naufragio. Reitera el pesimista. La flecha envenenada atraviesa el corazón de la esperanza. Nada ayuda a levantar el alicaído ánimo en la aldea tricolor. Para el PRI la situación “no es favorecedora”, sentencia la precandidata al Senado de la República. Así o más claro.
Porque alguien debe de escribirlo: Hasta la próxima.
marigra1954@gmail.com