No estás solo / Analogías
Aguascalientes, Junio 07 (2022).- Estimado lector: Las elecciones han quedado atrás. El verano está por dar comienzo y las vacaciones de verano se asoman a unas semanas vista. Es momento de pensar a mitad de año en dónde estamos y hacia dónde vamos. Cada vez suele ser más común hacer un parón para ponerse a pensar y reflexionar, para planear y visualizar. También es regular el darse un momento de despeje, de desconexión en aras de recargar energías y volver con las pilas bien puestas para lo que venga. Por ello el titular de este artículo, en realidad, lo que le sucede a unos cuantos, puede en algún momento extrapolarse a los demás.
Hoy me centraré en una temática a la que estamos expuestos todos los que poseemos una tarjeta de débito y/o crédito, en esta ocasión desarrollaré los retos de ser poseedor de un instrumento físico y/o virtual. Lo anterior derivado de las experiencias que he venido teniendo en el último mes. Durante mayo fui víctima de clonación, no solamente de mi tarjeta titular, sino también de dos adiciones que tienen mi hijo y mujer, así como de la tarjeta digital.
A pesar de la pandemia, he realizado muchos viajes durante los últimos dos años. En ocasiones a destinos extranjeros en donde la divisa local no es el peso mexicano y no siempre cuento con el efectivo para desahogar los gastos correspondientes, es pues indispensable contar con un método de pago adicional para salir avante y solventar así las obligaciones propias del viajar. Adicional a lo anterior, es habitual el utilizar aplicaciones de comida rápida, servicio a domicilio de supermercado, compra de boletos para el cine, teatro, conciertos, servicios de audio y video bajo demanda, colegiaturas de los niños, y la lista es interminable. No tengo el dato exacto de cuántos proveedores de bienes y servicios poseen mi información bancaria, pero seguro ascienden a diez o más. Es natural que al proporcionar dicha información a tantos comercios, en algún momento ésta se pueda filtrar. Para evitar lo anterior, las instituciones financieras han creado un mecanismo digital que posee un NIP o CVV dinámico, lo que quiere decir que a pesar de tener el número de tarjeta y el vencimiento, la compra no se cierra en tanto el NIP o CVV de tres dígitos sea tecleado de forma correcta. Al ser variable, es prácticamente imposible el hacer uso de manera ilícita, dije que era difícil, pero en realidad no lo es tanto, al menos así lo demostraron los que me usurparon mi información y realizaron múltiples transacciones u operaciones en línea.
Por suerte, los bancos son conscientes de la era digital en la que vivimos, saben que todos estamos expuestos al robo de identidad, a la clonación. Así que han venido desarrollando mecanismos de protección a sus usuarios, mismas que van desde un token celular, reconocimiento facial, hasta la notificación y autorización de operaciones por medio de mensaje de textos y/o correo electrónico. Los filtros de seguridad han salvaguardado la integridad de los cada vez más usuarios del comercio electrónico y animado a seguir utilizando sus plásticos físicos o digitales con mayor confianza.
En específico, durante el pasado mes de mayo, me fueron hechos cargos de lugares tan dispersos como Gibraltar y las Islas Mauricio en comercios de apuestas en línea, cosa que nunca en la vida se me ocurriría hacer. Sin ir más lejos, ayer mismo me llegaron dos mensajes de autorización de compra de dos comercios electrónicos por una simbólica cantidad de 20 centavos de dólar en la tarjeta adicional de mi hijo. Previamente intentaron realizar un cargo por casi diez mil pesos proveniente de una constructora. Por fortuna ninguno de los intentos fue satisfactorio puesto que digite desde mi celular NO acepto la operación mediante un conveniente y rápido mensaje de texto. En minutos ya había entrado a mi App del banco, bloqueado la tarjeta adicional y solicitado una reposición sin costo alguno para mi.
Es importante conocer esta información, tener activadas las notificaciones en el celular, por correo electrónico y vía telefónica. Es preciso revisar la cuenta de débito y crédito regularmente, en especial los movimientos inusuales que se encuentren en tránsito. Llevar un control exhaustivo del registro de cada una de las compras que realizamos. Como podemos darnos cuenta, tener una tarjeta de débito, de crédito y el acceso a una banca en línea es una facilidad, pero implica también una responsabilidad. Los bancos están para ayudar a los usuarios, pero éstos deben sustentar sus reclamaciones con fundamentos sólidos, mesurables y comprobables para solicitar sus devoluciones, de lo contrario, pueden salir pagando los platos rotos al inconformarse de forma extemporánea o con vagos hechos probatorios. La sugerencia es acercarse con la institución financiera, aclarar las dudas que se tengan en cuanto al proceder si llegara a presentarse el caso y así saber cómo proceder con eficacia. Después de todo, el tiempo es dinero y el dinero es tiempo.