Menos parásitos, más productividad y mejor calidad
La propuesta de vistoso color se estrella, una vez más, en el firmamento de las buenas intenciones; es tan vieja como el andar del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, que en su campaña electoral asumió el compromiso de adelgazar la obesa composición del Congreso de la Unión (500 diputados y 128 senadores), el más oneroso, burocrático y escasamente productivo elefante de los poderes de la Unión.
El grupo parlamentario del PRI, en la voz del su vicecoordinador Jorge Carlos Ramírez Marín, recientemente propuso reducir la integración de las Cámaras, a 400 diputados y cero senadores de representación proporcional, a fin de disminuir la abultada panza presupuestal del Congreso de la Unión.
El 1 de octubre de 2014, el entonces el senador panista Martín Orozco Sandoval, presentó una reforma constitucional en la que plantea bajar el número de diputados plurinominales a 100, para que la Cámara Baja se componga de 400 integrantes, asimismo estimó que el Senado recupere el verdadero federalismo y quede integrado por tres senadores que representarán a cada entidad federativa.
Un año antes, el 24 de noviembre, el senador priista Miguel Romo Medina se declaró a favor del recorte de curuleros, “siempre y cuando no se vulnere el principio de representatividad (?) que tienen los partidos políticos”, a 300 diputados y tres senadores por estado: dos de mayoría y uno de primera minoría.
De acuerdo al Presupuesto de Egresos de este año, el desperdicio de recursos públicos es insoportable, digno de la mejor irritación social. El legislativo federal le cuesta a usted, vapuleado contribuyente, la faraónica cantidad de 12 mil 839 millones 451 mil 74 pesos: 4 mil 541 millones 972 mil 587 para el Senado y 7 mil 541 millones 972 mil 587 para la Cámara de los Diputados.
En contra parte, los estados y municipios limosnean el recurso entregado por la Federación para las necesidades apremiantes de la población, como son la seguridad, los elementales servicios públicos, la obras para infraestructura y comunicaciones, y educación.
Pero lo verdaderamente grosero es la forma como los diputados y senadores, con sus honrosas excepciones, disponen del erario; para ellas y ellos gastarse el dinero ajeno es un verdadero placer.
Apenas hace un mes, el jueves 15, El Universal publicó una maciza información donde exhibe las compras suntuosas y los recurrentes gastos menores de los diputados. La solicitud de información a la Cámara contempló la entrega de copias de las facturas pagadas a partir del 1 de septiembre de 2015, en que inició la 63 Legislatura.
Cuide su salud. Proteja su hígado. No haga coraje por lo que va a leer a continuación, es sólo una probadita del infinito despilfarro: en el lapso señalado facturaron lo mismo siete corbatas de El Palacio de Hierro, por 20 mil pesos, que ocho marca Scappino, por 5 mil pesos; 10 mil 677 pesos del restaurante Palominos y 4 mil pesos de cantinas bar, como La Polar.
Además, compraron un pastel de queso y frutas rojas, en El Globo, por 287 pesos y un pan de muerto por 99 pesos. También un horno de microondas por mil 790 pesos adquirido en un Walmart en octubre de 2015; cuatro donas Brownie en Krispy Kreme, por 76 pesos, así como otra más por 19 Pesos.
En la vinatería Las Tres R’s se facturaron 3 mil 789 pesos el 7 de octubre de 2015, por jamón serrano, queso gouda, sardinillas, atún, espárragos y palmitos.
Y bueno, como la famosa «Patita» de Cri-Cri, los diputados se fueron al súper con el rebozo del cinismo. Hay decenas de facturas en las que se acredita la compra de comida en tiendas de autoservicio. Por ejemplo, en una del 15 de diciembre de 2015 se aprecia la merca de carne para asar por 88.45 pesos; en otra, milanesa, salchichas, plátano, cebolla, tomate y chiles serranos por un total de 322 pesos en Walmart. O la de Pollería Arturo, por 8 kilos de pechuga y 3 de pierna con muslo por 830 pesos. En otra factura del 29 de octubre de 2015 gastaron 62.50 pesos por bistec en pasilla, arroz rojo, agua y un bolillo.
Hay otras por 523 pesos para comprar 48 piezas de chocolate Snickers, en la tienda Walmart.
Este inmundo gasto y una mentada de madre a los mexicanos —paganos de impuestos y sobrevivientes de la galopante jodidez—, es exactamente mismo.
Llegó el momento de acabar con el derroche, la holgazanería, la productividad cero de los taloneros públicos. Rociar de Raid a los mosquitos de los órganos legislativos —empezando por los zancudos que se chupan el dinero de usted—, le ayudaría a la maltrecha salud política y presupuestal de México.
Menos diputados federales, senadores y diputados locales, demanda la ciudadanía, sin necesidad de consulta pública, pero ese grito unánime se perderá en el desierto, porque partidos y políticos no están dispuestos a darle un machetazo a la gallina de los huevos de oro, por más que lo digan.
Las palabras viajan gratis. Los hechos compran viaje.
Porque alguien tiene que escribirlo: El presupuesto del poder legislativo federal y la abultada nómina de mi amado Cruz Azul son destinos con puerto seguro: el bote de la basura.
marigra1954@gmail.com