Los desfiguros de los diputados / Vale al Paraíso

Noviembre y diciembre les sirvieron para llegar y acomodarse. Se sentarse en la curul asignada. Conocieron el funcionamiento de los artilugios instalados en el salón de sesiones Subieron a la tribuna para ver a los ciudadanos como Dios mira a los conejos: “chiquitos y orejones”.

Tomaron posesión de su oficina. Algunos la observaron complacidos. Otros refunfuñaron por el tamaño y la incomoda ubicación en el edificio sede del Congreso del Estado de Aguascalientes.

La secretaria los recibió con la mejor de las sonrisas. Les explico el funcionamiento del teléfono. Y les regaló una botellita de agua para mitigar la sed provocada por el extenuante trabajo de dos horas.

La LXIII Legislatura mantiene el orden en la sesiones, contrario a lo ocurrió con su antecesora, donde algunas diputadas tenía a su cargo el bochornoso espectáculo de pelearse a diestra y siniestra.

Algunas ocasiones escogían la lucha en lodo. En otras preferían piquete de ojo, pellizco y nalgada con la mano mojada. Y las menos, optaban por el pleito de la máscara contra la cabellera, representado magistralmente por rudísima Sylvia Garfias contra la técnica María de los Ángeles Aguilera, mejor conocida en el deporte de las tres caídas como La China.

Para aquellos legisladores eran momentos de solaz esparcimiento. Disfrutaban la violencia generada por sus lindas compañeras, que casi siempre terminaban en la enfermería para recibir los primeros auxilios y los apapachos de los correligionarios.

Las y los diputadas en funciones, pertenecientes a la LXIII Legislatura, prefieren exhibir sus miserias abajo del cuadrilátero. Mire usted:

El martes 21 de febrero el presidente de los Notarios, Luis Perales de Léon, hizo público el asquito que les causa la propuesta de escrituración gratuita para las viviendas populares de los fregados de Aguascalientes.

Dos meses después, el lunes 10, Guadalupe de Lira Beltrán anunció que el canje de placas se efectuará en 2018, año de elección federal y local; quizás, asesorada por algún aldeano estratega del cerro del Muerto, consideró a esa decisión como el mejor aporte a su partido, el PAN, en tiempos de competida elección presidencial.

Iván Sánchez Nájera como pitoniso es un pésimo vendedor de humo. Sentado en el trípode de la mentira sentenció el jueves 5 de enero que Héctor Anaya Pérez tenía “los días contados como titular de la Secretaria de Servicios Públicos del municipio de la capital”. El cambio nunca se produjo.

Pero además, el tristemente celebre ex regidor del municipio de Aguascalientes, derrochando populismo trasnochado, cinismo descarado y trasgresión a la ley, decidió el lunes 17 de abril habilitar el vehículo oficial asignado a sus escasas tareas legislativas como “Taxi Médico”.

Con la medida, que de noble tiene lo que yo tengo de astronauta, hace propaganda política al adornar el coche con su nombre, la caricatura de cuerpo completo y los colores amarillo y negro de su partido, el Perderé.

Cualquier acto anticipado de campaña y el “Taxi Médico” es mera coincidencia de este del hacedor de leyes para violar las leyes. Innecesaria la cristiana caridad porque su hermano Emmanuel, presidente del PRD, le regalará por segunda ocasión la diputación plurinominal, obvio.

La bancada del PAN pretende que los diputados soliciten licencia 45 días antes de empezar la campaña, mientras los presidentes municipales, regidores y síndicos lo hagan en 60 días, en una determinación inquitativa, pero además, contradictoria de la normatividad federal que establece 90 días para separarse del cargo público. Más piso disparejo no puede haber.

¿Serán capaces de reformar el Código Electoral para su propio beneficio? Es muy probable, la moral y la ética enferman a los congresistas.

No sé qué me causa más pena de Normita Zamora: su ignorancia del andamiaje jurídico estatal y federal; la reprimenda que le endilgó al magistrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Aguascalientes; la arrastrada que le dieron en el empedrado camino de las redes sociales; el despido de su asesor; la despeinada que le dio Alan D. Capetillo con su fundada crítica; o la perseverante terquedad de defender la lunática intención de reformar una entelequia, una ley abrogada, inexistente, pues.

Por si fuera poco, Normita se presentó como “politóloga de profesión”. Al preguntar en la UAA por esa carrera me dijeron que no existe. «A lo mejor usted se refiere a la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública”, abundaron.

Pues sí, no es lo mismo la “politóloga” Zamora que el politólogo Giovanni Sartori (1924-2017), como no es igual: licenciado en derecho, abogado y jurisconsulto (estudioso del derecho), personificado en Jesús Eduardo Martín Jáuregui, el mejor ejemplo de esta santísima trinidad profesional.

Usted califique los desfiguros.

Porque alguien debe de escribirlo: El moreno de dedo azul, Alejandro Mendoza Villalobos, congresista perteneciente a Morena, bajó del cerro del Tepeyac para aclarar que como buen hijo no está peleado, sino distanciado, con Nora Ruvalcaba Gámez, su mamá política.

Como muestra del amor y gratitud hacia su progenitora, corrió a dos de sus colaboradores porque pertenecen al grupo de la profesora Ruvalcaba Gámez, siguiendo los lúdicos consejos de don rencor y doña venganza.

Poco le faltó a Mendoza Villalobos aceptar que ya no tiene mamá, sino papá, y se llama Aldo Ruiz Sánchez.

A la exdiputada y exregidora por el PRD se le olvidó que en política la crianza de ingratos cuervos es muy peligrosa; afortunadamente, todavía conserva sus ojos tapatíos.

marigra1954@gmail.com