Lo que sigue…

Tengo para mí, con claridad, que las instituciones, como reglas del juego que son, deben ser alérgicos a las adulaciones y a los melodramas. Que la participación ciudadana es la clave del empoderamiento de las instituciones. Que como decía mi Padre el Profesor Ignacio Ruelas Escalante: el único patrimonio que el pueblo tiene son sus instituciones.

La Reforma Política cursó, como lo ha hecho, los escarpados vericuetos del proceso legislativo mexicano. Es muy temprano para los juicios, el pensamiento es cárcel de las palabras, queya no son identidad de sujeto y objeto, son simplemente representación de lo cotidiano. La legislación legal nos dirá todo lo que no sabemos; hoy, ni escena ni espejo, sino pantalla y red. En la pluralidad, se reiterarán las voces de adhesión y de ruptura. Eso es bueno, el pueblo lo comprende.

La esperanza es clave en “el mundo de la vida”. Demandemos del legislador que coordine los trabajos institucionales en clave educativa. Me explico, son fundamentales dosconceptualizaciones: La democracia consensual y el Estado democrático de Derecho requieren una pedagogía pública amplia.Con ese olor a gis y apunte de pizarrónapurar la reflexión y la inferencia. Es objetivo de la democracia lograr acuerdos, es claro, pero no es fácil que todo el mundo pacte. La política es ciencia que atiende posiciones irreconciliables, pues su razón precisamente tiene que ver con el conflicto y con la democracia.

Se trata de una pantalla que muestre los distintos puntos de vista para que se expresen, para que haga crisis su disiento, para llegar al acto consensual. No podemos perder de vista que la política debe hacerse cargo del conflicto, es el ADN de la política. La competencia política es un tema complejo. Por ello debe ser atendida por una Institución empoderada desde sus facultades, gerencias, prospectivas… Ha quedado prueba que la presente generación de profesionales del procedimiento electoral en los ámbitos local y federal ha dado ejemplo al mundo.

Nuestras instituciones electorales tienen su borrador de futuro. Resultaría paradójico no tener prospectiva, sería como cuando Orfeo se vuelve pronto hacia Eurídice y con ello la envía para siempre a los Infiernos. Los entramados institucionales requieren imaginación, ética, valores de tendencia, competencias, necesarios para reconstruir, incluso, una civilización perdida a través de los fragmentos de una biblioteca.Así se han levantado los edificios institucionales: atienden y prevén, responsabilizan y confían, forman y estimulan, consultan y organizan la voluntad popular. De ello hay prueba irrefutable. Su asignatura pendiente es la comunicación, todo el universo que nos rodea se convierte en pantalla y terminal de múltiples redes.Esa es nuestra única arquitectura actual. Ni escena ni espacio públicos, sino espacios de circulación, de ventilación, de conexión efímera. Inédito escenario de las instituciones, la democracia consensual, la política y la ética.

La Reforma Política, tengo confianza, logrará en muchos la seducción por una diferente visión de la política. La presencia no se opone a la ausencia, es la que la seduce. Cabe imaginar una teoría que trate de signos, términos, valores de la seducción. El seductor no es ni locutor ni interlocutor, son orden de la agudeza.

En esa línea de perspicacia el trabajo del legislador nos deja forjando una ética de esperanza. El Servicio Electoral en su versión nacional distinguirá muy bien el Deber y el Debemos. No es espontáneo, es un sistema moral forjado y que se vinculasin escusa con todos, y es comprensible para todos: una ética democrática en el punto de partida junto a la profesionalidad electoral. La ética es procedimiento, ni mayorías, ni derechos morales, legitiman sus criterios, no valen si no cuentan como límite con la regla de la libertad. Kant dijo que cada uno tiene la obligación de cumplir con su deber aun cuando nadie más lo haga. Eso es una imprudencia. En la responsabilidad no bastan los principios, no bastan las acciones.Necesita voluntad, virtud, diálogo (“mísero detalle”).

Sin esperanza no hay ética posible, esperanza es un proyecto de vida e institución mejor. La esperanza debe ser mantenida a toda costa, configurarse en razón de circunstancias y contextos. Un final feliz no es el objeto de la esperanza institucional. El interregno estará en la carpeta del carácter que nos define como ente colectivo. El objetivo de la ética es pensar el conflicto y la escisión, no tanto para superarlos, como para tomar conciencia de ellos y evitar sucumbir en sus manos. La ética es proyecto cimentado en diálogo y discusión previos a la deliberación y decisión. La ética no tolera el síndrome de Pantaleón Pantoja (Mario Vargas Llosa).

Esperanza es persistir y perseverar en la ética del procedimiento electoral. Parece que el futuro se escapa como agua entre los dedos, pero si pervive la voluntad del proyecto, pervive la esperanza.

Por: Ignacio Ruelas Olvera