Las encuestas, o el regreso de Walter Mercado
Desde la década pasada, a los ejercicios demoscópicos se les nota flacos, ojerosos, cansados, decadentes y sin ilusiones. Fallaron en 2010, 2012, 2015 y en la elección del Bronco gobernador de Nuevo León. En 2016, el grado de efectividad de los trabajos publicados llegó apenas al 66%, reconoció en su oportunidad Ulises Beltrán en La Mesa de los Encuestadores conducida por Leo Zuckermann, en Foro TV.
La ética y la estética han dejado de formar parte de sus atractivos. La credibilidad se difumina. La cirugía altera las facciones originales de sus caras.
El botox numérico oculta las imperfecciones de sus rostros. Se tropiezan por el uso de los tacones altos de la manipulación. Los dedos torcidos arrastran el lápiz en el cuaderno del engaño. Se utilizan como moneda de cambio. Forman parte de la propaganda electoral. Suman desprestigio. Pierden derechos adquiridos. Viven tiempos erráticos. Nada queda de aquellos instrumentos concebidos por George Gallup en 1933 para generar certeza en la intención del voto.
Ahora navegan entre la prostitución de algunas empresas y la distorsión de muchos entrevistados interesados en ocultar sus verdaderos coqueteos electorales, al fin, “la mentira cotidiana es una aceptada costumbre” entre los mexicanos, señala la encuesta publicada por Consulta Mitofsky, de Roy Campos, en 2007.
Aunque se debe reconocer, también, que las “estimaciones” naufragan en el océano de la imprecisión porque la selfie es tomada por la temblorosa mano, más movida que un buen baile de Shakira; el voto “oculto” se multiplica; los “indefinidos” y los “independientes” sesgan los datos; el “diagnostico” deja de ser el fiel espejo de la realidad; y las demás “justificaciones” se ofrecen para salvar inútilmente los desaciertos muestrales, porque la percepción generalizada es que se cucharean las encuestas.
Antes de la elección para gobernador del Estado de México, el miércoles 31 de mayo, SDPNoticias.com, de Federico Arreola, publicó el texto compilatorio de los resultados de las encuestas preelectorales dadas a conocer hasta ese día, como “un punto de referencia para comparar los resultados”.
El trabajo periodístico incluyó a 14 ejercicios aplicados en diversos ámbitos: vivienda, telefónica, robot telefónico, Facebook, una atribuida al Cisen en redes sociales y punto de afluencia. El tamaño de las muestras fue de 800 hasta 2 mil 400 entrevistados. El rango de error se estimó desde +/-2.0% hasta +/-4.0%. Y se aplicaron los cuestionarios entre el 20 al 31 de mayo, salvo Consulta Mitofsky, del 17 al 21 de abril.
De acuerdo a los resultados arrojados en los 45 cómputos distritales, el triunfador Alfredo del Mazo, del PRI, aventajó con 33.69% del total de la votación registrada y la derrotada Delfina Gómez sumó 30.91%.
Esto quiere decir que le “atinaron” a su predicción siete empresas de la industria del entretenimiento político: El Universal con 33.8%, El Financiero con 34.0%, Demotecnia (24Horas) 32.0%, Krathos (Publimetro) con 31.1%, Parámetro (Organización Editorial Mexicana) con 30.9%, Massive Caller telefónica robot (redes sociales) con 29.16%, y Phonect, Opinión Publicada, con 24.0%.
Las otras siete no le pegaron a la piñata de la adivinanza, al suponer que ganaría requetebién la maestra Delfina: Reforma, Excélsior, Consulta Mitofsky, encuesta atribuida al Cisen en redes sociales, Indicadores, Hora Cero y SDP/México Elige, levantada en Facebook, que declaró empate a 31.0%.
Así pues, el grado de efectividad quedó, apenas, en 50%.
Vendrá el 2018 cargado de elecciones federales, estatales, municipales y locales. Quizá Walter Mercado, el extravagante señor de las predicciones, sea una mejor opción para vislumbrar el reparto del gran pastel financiado con el dinero de los contribuyentes mexicanos.
Por lo pronto, los ejercicios demoscópicos preelectorales fueron excluidos de mi Gabinete Médico de Especialidades, para fortuna de la salud analítica.
Porque alguien debe de escribirlo: El reciente domingo 4, el PRITANIC Veracruz terminó de hundirse en esa porción de las procelosas aguas del Golfo de México, donde estuvieron en juego 212 ayuntamientos. De 91 alcaldías que tiene en su poder, ahora le quedarán a la alianza PRI-PVEM, apenas, 40, mientras la alianza PAN-PRD se llevó el triunfo en 107 municipios.
En el asalto en despoblado, el PAN y otros partidos les arrebataron a los tricolores y su mascota, municipios emblemáticos y estratégicos, como Coatzacoalcos, Xalapa, Poza Rica, Veracruz, Córdoba y Cosamaloapan, entre otros.
Lorena Martínez, delegada general del Comité Ejecutivo Nacional del tricolor, declaró, inopinadamente, al día siguiente de la estrepitosa derrota, que “el PRI está resurgiendo y preparado para la contienda de 2018”, gracias al trabajo del “priismo veracruzano que alcanzó la meta en este proceso electoral”.
La transparente declaración supone que el PRI tenía presupuestado entregar a los adversarios 51 alcaldías, es decir, más del 50 por ciento de su capital político en el tercer granero electoral del país.
Turbulento fue el paso de la abogada Martínez por Veracruz, a juzgar por algunas notas publicadas en informativos de aquella entidad: el Gráfico de Coatzacoalcos y la región, destacó que “Lleva Lorena Martínez a la debacle al PRI, de 100 A 43 alcaldía y de 929 mil a 700 mil votos”; mussiocardenas.com refirió que en “Minatitlán: Lorena y su barbie aniquilan al PRI”; y Libertad bajo palabra de Xalapa, sentenció que “PRI Veracruz, es el gran perdedor; Lorena Martínez, ya regrésese a su casa”.
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