¡Las campañas electorales tienen la palabra!

La política se volvió solo administración. Ad-ministrare, significa proporcionar intensamente; sí, pero no es únicamente control de recursos. Proporcionar a la causa de todos lo hace intenso y común. La política es más que capítulos de registro. En tiempo de campañas que disputan el poder público vale un grito colectivo, una arremetida esencial: rescatar la política. La política es diálogo para atender la vida, la política se vive vehementemente. La política se robustece con conocimiento, sabiduría, una mezcla del canto colectivo que orienta la vida compartida. La teoría del conocimiento político dice una ecuación clara: el sujeto político sabe, conoce o cree, un predicado si éste es verdad, insiste en que además tenga razones suficientes para ese predicado.

En campana electoral todas las voces buscan el poder. Los lenguajes son un instrumento, la política es el fin. Sin política tendríamos lenguajes que nada tienen que decir. Interpretar qué dicen los lenguajes, pero además estudiar otras disciplinas, es política que se nutre de conocimiento y empodera como manantial del que brotaran las palabras con ideas que solucionarán y enmendarán problemas comunitarios. La política es una luz clara que alumbra el desprendimiento y la generosidad sociales. La discusión permanente, la participación cotidiana, un nuevo sentido de la conversación pública y privada engendrará un bosque en donde sus árboles darán sombras robustas a los vientos del porvenir. Resolver ahora, prever el mañana. La política no asesina futuros, los engendra.

Rescatar la política implica ocuparse y atender “el mísero detalle” de reproducir gobiernos que garanticen una arquitectura de ideales en que el ser humano, eje insustituible de la “polis”, tenga un patrimonio capaz de reivindicar no solo sus necesidades, también de sus emociones, sus humores, son las instituciones necesarias para atender la vida colectiva de manera leal. Las instituciones deberán ser más fuertes que las personas pues serán su propia garantía comunitaria, andamiajes de normas que se sobre ponen a las limitaciones de todo índole. El rescate de la política hace la mudanza de lo cuantitativo a lo cualitativo, se enfrenta a todo lo que la contravenga al interés de todos. Rescatar la política es crear un semáforo de alertas para atender con lucidez e imaginación las fórmulas que benefician al colectivo.

Rescatar la política implica una cortesía al pueblo: discursos entendibles, imágenes seductoras, debates permanentes con voces de ruptura y adhesión, se trata de que todos dialoguen. Un encuentro civilizado de posiciones sin vértigo, que tome por asalto las localidades para llevarles el maná de la nueva convivencia. Rescatar la política enlaza una alborada política en la que todos están en el amanecer nuevo. Rescatar la política posibilitará recobrar los latidos de luchas y enfrentamientos, siempre responsables de sus palabras, sus obras y sus omisiones. Rescatar la política es crear nuevos códigos de la belleza y el amor por la identidad que hace las diferencias de ese ente maravilloso llamado pueblo, del que mucho se habla y poco se honra.

Al rescatar la política se re-inventará la cultura y sus pilares, literatura, poesía, música, pintura, escultura, y un largo etcétera, con sus provechos máximos, sus obras del arte que ennoblecen la vida. Un renacimiento social. Es hora de la política del siglo XXI, de los cambios, las transfiguraciones. Es tiempo de una hermenéutica de nuevas realidades y su ajuste con el pensamiento, es tiempo de procesar nuevas necesidades, es urgente entenderlas en su caos ilógico. El mundo virtual y sus fenómenos requieren el tamiz de la política para que coincidan con el pensamiento y su dialéctica. Este nuevo mundo que nos hereda la abstracción binaria, las pantallas, los pixeles, los pantones… nos impone problemas nuevos y exige soluciones nuevas, en consecuencia, demanda luchar de manera distinta y con estrategias diferentes.

¡Es urgente rescatar la política! Las campañas son base oportuna para detonar el cambio, para que la política recupere el corazón colectivo. No es ético que se esquive. La política es espíritu de un diálogo que condena la vida miserable forzada por la política de mercado con nauseabundos escenarios en que ganan los guapos, los simpáticos, los ocurrentes, mujeres u hombres. Como dice Martín Urieta, “URGE”, una arremetida política última, inteligente y creativa, imaginativa, lucida, que comunique y unifique las pluralidades y las disidencias. La política será una torre nueva de Babel en la que cada quien tenga su espacio y garantizado el respeto a su voz, con calidad in-condicional, oídos para su discurso sin-condiciones en el que pueda decirlo todo con la salvedad de respetar al otro.

Las lágrimas de angustias y limitaciones acumuladas y frustradas de los pueblos bien pueden llenar un océano. Es tiempo de rescatar la política en un himno entonado con voces que dignifiquen lo colectivo.