La tempestad electoral (carta a los priistas)

El primer asalto a la razón y al pensamiento al escribir estas notas fue preguntarme ¿Quiénes son los priístas?, luego encontré la respuesta siguiente: no los ubico como espartanos del ejercito de Leónidas que enfrentó a las huestes persas comandadas por Jerjes, ni como fervientes partidarios de la revolución francesa seguidores de Dantón , Robespierre y Lafayette o del propio Napoleón; no son los macedonios iluminados por el poder mítico del hijo de Zeus, mejor conocido como Alejandro Magno, ni seguidores de Saladino, que enfrentaron las cruzadas y participaron en la Guerra Santa defendiendo la Ciudad Sagrada mejor conocida como Jerusalén. Pues, si no son los guerreros que libraron esas grandes batallas, entonces, me pregunto ¿Quiénes son los priistas?

Los priístas forman parte de una comunidad singular de mujeres y hombres libres y estoicos. Son maestros, trabajadores, campesinos, obreros, ganaderos, ecologistas, jóvenes, amas de casa, artesanos, artistas, intelectuales, adultos mayores, grupos vulnerables… También hay priístas buenos y malos, santos y demonios, demócratas y aristócratas, radicales y dialoguistas, como en todos los partidos seguramente.

Entre los priístas hay zapateros, carpinteros, alfareros, plomeros, labriegos, arquitectos, choferes, transportistas etc., pero existe una legión especial cuyo oficio es la guerra; es decir, participan invariablemente en la justa electoral; están en el campo de batalla dispuestos a pelear con bizarría, sin tregua, sin dilación y sin condicionamiento. Son los que sin trabajo en el gobierno, o con él, se parten el alma como gladiadores oficiosos y comprometidos con la causas del PRI y de la República.

Los priístas de base han ganado y perdido contiendas, pero no se inmutan cuando escasea la recompensa, tampoco se vanaglorian ni se doblegan. Su alma guerrera está por encima de intereses mezquinos, son los héroes anónimos de batallas trascendentes; son la fuerza itinerante que actúa sin límites, que resiste, que embate y desafía. Los líderes de base no son simple infantería, al contrario son Generales en sus demarcaciones (fraccionamientos, colonias, barrios o comunidades agrarias). Los priístas «jefes de sección» deben ser reconocidos y estimulados por lo que han hecho y lo que pueden hacer en el futuro.

No es la primera vez que los priístas nos enfrentamos a situaciones difíciles. Es más, nos motivan los retos adversos y de ellos construimos fortalezas y oportunidades. Hoy, tenemos que entender que la elección que viene es definitiva y determinante para la reconstrucción de la República. Debe ser una elección limpia, sin trampas, sin violencia y sin torceduras legales.

Lo ideal sería, para nosotros, una Cámara de Diputados del Congreso de la Unión con componente mayoritario. Los priístas, y principalmente sus caudillos mayores, están obligados a ser mejores en propuestas, conductas sociales, disciplina, trabajo, transparencia y honestidad. Desterrar los actos de corrupción y el tráfico de influencias en cualesquier nivel es la mejor herencia.
Entre los priístas, ha llegado el momento de respetarnos, vernos y tratarnos como iguales. El poder es efímero, la felicidad también; el poder lo compartimos, las derrotas también; el poder desgasta, el no tenerlo también. Todos somos implícitamente responsables del desiderátum del PRI.

No obstante las críticas externas e internas, el PRI cuenta con muy buenos candidatos, igual con una dirigencia joven, responsable y seguramente visionaria y unificadora, la cual muy probablemente habrá de transmitir al priísmo energía, pasión y entusiasmo durante las campañas. Estoy seguro que la dirigencia del PRI no trabaja para grupos específicos ni tiene personajes preferidos o aborrecidos.

A los priístas que se quedaron en el camino en la lucha por las candidaturas, el CEN del PRI debe y tiene que abrirles espacios de autorrealización política, más allá de las diferencias internas de grupo o de expresión política.

Si los prácticos y legos de casa nos preguntamos ¿Qué hay de las probables derrotas o victorias del PRI? Mi opinión personal es que debemos construir acuerdos, buscar la unidad política interna, generar las posibles alianzas y apoyar con todo a los candidatos; es decir, preguntarnos más bien ¿Cómo vamos a fortalecer las campañas de nuestros candidatos? ¿Qué tenemos que hacer para evitar las derrotas? Al respecto solo quiero señalar algunas recomendaciones para las estructuras con mando:

1. Fortalecer el liderazgo político de los candidatos en sus distritos. Permitirles la integración de equipos competitivos sin importar su origen y su pertenencia de grupo.

2. No discriminar a ningún candidato(a) por cuestiones de antipatía o agravios del pasado.

3. Llevar la política del Partido a un plano de decisiones colectivas, a través del Consejo Político para que la dirigencia no cargue con todo el peso de la responsabilidad durante las campañas.

4. Invitar a los priistas connotados, intelectuales y políticos, para que viertan sus opiniones y sugerencias en el seno de la Comisión Política Permanente, la Fundación Colosio etc.

5. Que los dirigentes y candidatos aprovechen el mes de marzo para su preparación rumbo a los debates con las oposiciones en las campañas, a partir del 5 de abril. Esto les permitirá hacer un papel muy digno en el mensaje y en el discurso.

6. Que los funcionarios priistas, fuera estrictamente de sus horarios de trabajo y sin utilizar los recursos públicos, tengan una definición política participativa. En la práctica lo mismo hacen y harán los servidores públicos de otros partidos.

7. Que los gobiernos priistas sigan haciendo gestiones públicas de trascendencia y consoliden su autoridad moral, formal y legal respetando voces y expresiones plurales.

8. Que se explote la teoría del entusiasmo y la psicología de la victoria para generar moral alta entre la comunidad priísta.
9. Que el PRI se apegue estrictamente al marco legal en su procedencia y en su programa de actividades. Nada fuera de la ley.
10. Otras que tienen que ver con táctica y estrategia, que por obvias razones no se publican.

Un abrazo a todos los priístas de Aguascalientes. Mis respetos para los militantes y dirigentes de otros partidos. Todos somos mexicanos. Todos somos Nación.

Por: Isidoro Armendáriz García