La psicología del dinero / Analogías
Aguascalientes, Enero 31 (2022).- Estimado lector: Arrancamos el segundo mes del año sin percatarnos siquiera de la velocidad con la que han transcurrido los primeros 31 días de 2022. Es increíble cómo pasa el tiempo cuando se está inmerso en diferentes ocupaciones.
En esta ocasión retomaré principios universales de las finanzas personales, en concreto, algunos contenidos en uno de los mejores libros que he leído sobre el tema, me refiero al best seller “La psicología del dinero”, escrito por quien fuera columnista del Wall Street Journal y The Money Fool, Morgan Housel.
En la introducción Housel nos advierte la premisa de su libro, hacerlo bien con el dinero tiene poco que ver con la inteligencia y mucho que ver con el comportamiento. Un genio que pierde el control de sus emociones puede ser un desastre financiero. Lo opuesto también es verdad. Las personas ordinarias sin educación financiera pueden ser ricos si poseen las habilidades de comportamiento que no tienen que ver con la medición de la inteligencia.
Dicho de en otras palabras, a pesar de la creencia común, lo importante en las cuestiones económicas no está relacionado con un coeficiente intelectual, con el manejo de complejos temas económicos o financieros, sino con el control de los pensamientos, con la gestión efectiva de las emociones. Increíble pero cierto.
Recuerdo en una ocasión un documental sobre la vida del gran campeón del boxeo norteamericano de los pesos pesados, Mike Tyson. Con escasos 17 años ya era un verdadero deportista de élite, pasó de ser un amateur a un profesional en cuestión de poco tiempo, por ende, así lo hicieron sus ingresos por peleas. Ganaba millones de dólares por encuentro, mismos que no le duraban mucho, puesto que “el chico dinamita” acribillaba a sus dineros en unos pocos minutos. Su fama creciente no pudo sostener su tren de vida, ya que cuanto más millones ganaba, tantos más gastaba. Su ritmo era imparable: autos deportivos, aviones privados, viajes exclusivos alrededor del mundo, joyería y ropa de alta costura, yates, la lista se volvía interminable. De los ingresos que obtuvo durante su carrera profesional, calculados en 400 millones de dólares, llegó a estar en banca rota, quedándose con pasivos por cerca de los 50 millones.
¿Cuál es la enseñanza o moraleja de la historia anterior? Se desprenden varias de la misma. Para empezar, no importa lo grande, jugoso o abultado que resulten nuestros ingresos puesto que no serán para siempre, el mundo laboral hoy mas que nunca es inestable y no hay garantía de que en algún momento nos quedaremos sin empleo. En segundo lugar, si no tenemos un control de lo que consumimos, es obvio que podemos caer en un sobre endeudamiento. Lo ideal es llevar un registro de cada ingreso y cada gasto, así creamos conciencia y al darnos cuenta evitamos caer en despilfarros. Por último, las cosas son pasajeras, no duraderas, así como vienen se van, no perduran a perpetuidad. Prueba de ello son las toneladas de ropa que jamás usó más de en una ocasión. Las decenas de habitaciones en una casa, como si se pudiera dormir en más de una cada noche. Vivir a lo grande no es lo mismo que derrochar a lo grande. La tranquilidad, la confianza financiera no la ofrecen los bienes materiales, sino las inversiones en activos que produzcan más y más abundancia. Ese es un principio fundamental que solo unos cuantos conocen y aplican como ley de oro. No es lo mismo crear que conservar. Durante nuestra vida económicamente activa pasarán por nuestras manos millones de pesos, pero muy poco de ese dinero perecerá con nosotros, es crucial contar con el saber hacer para que esos recursos no solo se conserven sino que se planten cual semilla de árbol que con el tiempo dará sus deliciosos frutos y proporcionará sombra a nuestros seres queridos.
No es lo mismo tener que parecer. Soy fanático del póker, un juego de azar en el que no solo es importante conocer las reglas del mismo sino también ser un maestro del disfraz, un buen administrador de las emociones. En la cadena de deportes ESPN a menudo se transmiten torneos en los que los jugadores llevan vestimenta que les tapa el rostro con el objetivo de no denotar emoción alguna a sus contrincantes y delatarse así del posible juego en mano. Puede que un jugador tenga un par alto de reyes, pero la seguridad con la que se conduce, como aumenta la apuesta, y demás actitudes en las instancias de juego, envían señales a los demás en la mesa de que trae incluso tercia, escalera o full house. Así, el jugador que parece tener mejor juego se queda por encima de los otros, se lleva el botín acumulado y queda triunfante en los torneos.
En la vida real no basta con aparentar tener, lo que en realidad cuenta son los hechos y no las palabrerías o apariencias. Caras vemos, estados financieros no sabemos.
Cuando acudas en búsqueda de un consejo en materia de finanzas personales, siempre echa mano de alguien que se ha ganado el derecho, de alguien que ha demostrado por meritocracia su posición. Después de todo, si quisiéramos ponernos a dieta, no nos fiaríamos de un nutriólogo con sobre peso, ¿o sí?