La norma y la fiesta

Para Lucero Fátima, mi primera luz paternal

En próximos días inician las campañas electorales, a estas alturas cada partido político y cada candidato han contratado a despachos de mercado político para que les digan cómo vestir, como simular lo que no son, también a encuestadoras para que les ayuden en dos sentidos, uno, que les lean el horóscopo electoral en una suerte de “melate” que “el que paga manda”, como decía la Abuela Severa; otra, que las encuestas sean argumento de la propaganda de campaña, una manera de obviar las ideas y las propuestas. Las encuestas de contrincantes son a veces las mismas con triunfador distinto. Las campañas electorales deben acatar las reglas del juego, garantía de lealtad y equidad de competencia. Así el respetable cuerpo electoral se debate entre dos mundos de Apolo y Dionisos.

Apolo uno de los Dioses más importantes de Grecia. Dios de la juventud, la belleza, la poesía y las artes, bien representado por la ley. Incluso, para darle sentido apolíneo, masacrando y subsumiendo el Derecho. En este mundo el Derecho no es cosa sino realidad que se re-define todos los días y todo el tiempo en virtud de la circunstancia y analogía de la interpretación. El Derecho es la clave salvífica de las campañas y del proceso electoral. En la concepción democrática, en efecto, en coincidencia con Nietzsche, las reglas de juego son el Dios de la luz, de la claridad y la armonía. Respetar las reglas del juego produce armonía y satisfacción social. Ello es así dado que la norma simboliza también, serenidad, equilibrio, moderación, medida, perfección, coherencia, lo proporcionado.
Lo Apolíneo obedece a procesos lógicos del pensamiento esencia de Política, Derecho, Ética, Moral. Se presenta como una especie de negación a la disputa por el poder público, ya que ignora las energías y sinergias que implican las campañas electorales. Apolo intenta ser dueño de los valores de la razón y en esa virtud deja en la oscuridad y sin efectos los comportamientos que se deben asumir cuando la ley no señala qué hacer. Esta parte de la competencia política es apolínea en tanto tiene un instinto figurativo, representa lo aparente. Recodemos que la democracia es una promesa, siempre está por llegar (Derrida). Esta atmosfera que honra la legalidad impele a distinguir entre unas cosas y otras para observar relaciones, igualdades y diferencias. La política queda subsumida por los estadísticos y el mercado de las ideas a un márquetin de mal gusto y falta de creatividad. En la película “el muro” de Pink Floid se presenta la crítica a ese cosmos de perfecciones a través de la marcha de los martillos, metáfora de personas sin esfínteres emocionales.

El otro mundo lo lidera Dionisos otro Dios griego. Dios Franquiciario del vino, las fiestas, las cosechas, la embriaguez, de la alegría desbordante. Ahí en ese mundo está la confusión, el caos, la noche, el riesgo, lo oscuro, lo que callamos de cada uno, lo pasional. En las campañas electorales, en el periplo en busca de la voluntad popular está presente Dionisos, se aprecia en lo titánico, lo bárbaro, es en última instancia, una necesidad exactamente igual que lo apolíneo (Nietzsche).Lo intenso, lo emocional, lo instintivo, son pedernales de las buenas campañas, es el manantial del sentido de la vida, abrazado a lo dionisiaco emergen las claves necesarias para los problemas del ser y no renuncia a nada que sea vida. Las campañas electorales son comunicación esencial eje de la política, en la palabra, en la creatividad, innovación está la voluntad de poder ligada al espíritu dionisiaco, el poder de comunicar, compartir los significados, que el debate surja del ditirambo.

Una suerte de evangelismo político en el que conviven Apolo y Dionisos es la cartografía de los mundos ideológicos en la disputa por el poder público. Por ello Nietzsche lo considero como tragedia, Apolíneo vs Dionisiaco. La tragedia griega hace referencia al coro. Es en este lugar donde los personajes luchan contra sus pasiones y el destino Apolíneo. La tragedia “per se” representa a lo Dionisiaco. Lo dionisiaco es base y sostén de todo lo apolíneo. El fracaso de la política es darle predominio a lo apolíneo sobre lo dionisiaco, la mala interpretación opera debido a que ontológicamente, según los inanimados, es mejor y, moralmente, vale más que la música, la embriaguez, el sentido de la danza… De las agendas de campaña es preciso que Dionisos haga lo suyo arroje un torrente de imaginación, creatividad que conjugue la razón, las emociones, los instintos; y Apolo cumpla la ley.

Es sustancial no darle más importancia a lo normativo que a la fiesta de la convivencia, ya que este es el verdadero sentido de la vida política. La lección que nos ofrece Nietzsche es pedagógicamente importante, el mundo de Dionisio es el camino para alcanzar la grandeza humana. En las campañas es comprometerse y comportarse.