La herencia del #Coronavirus / Ruelas

Aún no es tiempo de conocer el inventario final que nos heredará la pandemia. Un desastre mundial de gran calado, se lleva en la fuerza de su corriente los vértices que hacen la vida compartida y personal, la salud y la economía, entre otros. Pero tenemos ya perfiles del nuevo mundo, el confinamiento nos dará nuevas actitudes, nuevos comportamientos, nuevos impulsos ante “el mundo de la vida”. Nuevas actitudes en nueva mentalidad. El apoyo a los pequeños comercios y servicios, los que están en la colonia, el barrio, es sin duda, un apoyo que se les había regateado, ente la comodidad de “la conveniencia”; otro rostro que se asoma vigoroso es el “teletrabajo”, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se imponen como nuevas formas de producción laboral, nadie está exento, empresarios, trabajadores, gobiernos y gobernados se han dado cuenta que existen partes de las rutinas de producción laboral profesional que se consiguen ejecutar con equipos telemáticos, con formatos digitales, siempre y cuando no se abandone lo analógico, pues se corre el riesgo de afectar la calidad.

En nuestro país, lo contingente tiende a quedarse, la pandemia nos puso frente al espejo de nuestras carencias, a pesar de todo, sin equipamiento ni conectividades “de punta” la prueba ha sido superada en porcentaje satisfactorio, los accesos a redes internas institucionales y empresariales, han detonado un cambio, una dialéctica que marca otra época, las reuniones virtuales merced a aplicaciones diversas que el aparador tecnológico ofrece y que han tenido alta demanda. “Los trayectos”, siempre que no hubiera pereza, nos incorporaron a una dinámica cultural, a una serie de actividades realizadas al ir de un lugar a otro; ahora muestran como los trayectos tiene un nuevo concepto la economía del trayecto. Los medios de comunicación de viejo cuño nos muestran que están ahí, que desarrollan su actividad, los diarios llegan, la radio está en sus ondas hertzianas, la televisión en sus diversas modalidades no ha escatimado esfuerzo humano para cumplir, con un porcentaje grande de “teletrabajo”, lo anterior se muestra en las instituciones y en las empresas. Las producciones culturales han encontrado nuevas formas de manifestación que dan coherencia subjetiva al mundo de hoy, tanto a nivel institucional como personal. Ahora bien, no todas están en estas condiciones, ya que la cancelación de la producción por cierre ha dañado enérgicamente a la economía.

El “teletrabajo” se coloca como una Derecho producido por el modo por excelencia más recomendable en circunstancias de excepcionalidad. Lo que nos llevará a la construcción de ese Derecho, por una razón, la normalidad en estos tiempos ha dejado de existir, la idea de hacer personas generacionalmente coetáneas con gustos, formas, hábitos, culturas semejantes es ya parte de una historia de la normalidad, ahora es el tiempo de lo excepcional. Los retos de la pandemia aceleran los impulsos a ser, en todo momento, excepcionales, coetáneos diversos y plurales, en ese desagüe se van las ideologías políticas, crisol de los verbos de la posverdad.

En el testamento del coronavirus está contenido el estudio, ejercicio, producción de las actividades digitales, el perfeccionamiento de las tecnologías, que requieren nuevas pedagogías de lo virtual. La sociedad de mañana tendrá presente esta pandemia. De manera que como canta Serrat a Machado, “Caminante son tus huellas el camino y nada más; caminante no hay camino, se hace camino al andar…”, es decir, debemos buscar el equilibrio entre la enseñanza de la contingencia y el cuidado de los valores que nos comunican y unifican.

La Internet no enseña que no hay muros entre nosotros, no hay aduanas, ni puentes migratorios, a pesar de que los gobernantes se obcecan en instalarlos, la innovación juega el papel estelar del nuevo mundo, será la que determine las economías de la sociedad post-Covid. En cualquier lugar de la rosa de los vientos se pude hacer colaboración para producir valor de las cosas y valor público al trabajo de las personas, se hace compartiendo esfuerzos, conocimientos, impulsos, pulsiones…, en un sistema sistematizado como “la sociedad red” que enseña Castell, un formato en forma de estrella, es decir, de aquí, de allá, de más allá… que potencializan a través de sus interconexiones para producir sólidamente productos e intercambios, acción colaborativa en sistemas operativos, innumerables colaboraciones contribuyen y se organizan desde diversas culturas, hábitos, costumbres… para la creación colectiva de conocimientos, mercados, datos, perspectivas, prospectivas. La distribución de música, por ejemplo, es capaz de colocar en el mercado millones de canciones y sus biografías y circunstancias, lo mismo se ejemplifica con Wikipedia.

Lo importante ahora es prepararnos desde “quédate en casa” para no destruir nuestros valores, y desde luego, crear afinar las virtudes, acordes a las circunstancias y consecuentes de la pandemia, para innovar la nueva economía desde el poder de todas y todos.