“¡La economía, estúpido!”, Bill Clinton
Aguascalientes, septiembre 30 (2025).- La generación de la economía en antaño, el modelo económico tradicional se basaba principalmente en: producción industrial (fábricas, manufactura); recursos naturales (petróleo, minería, agricultura); trabajo físico y capital financiero. Vértices que siguen siendo importantes, sin embargo, en la actualidad se genera cada vez más a través de la economía del conocimiento; el capital intelectual, ideas, innovación, educación, son más valiosos que el capital físico. Google, Apple o Microsoft… generan riqueza a partir de datos, software y propiedad intelectual. Digitalización y automatización a través de plataformas digitales (Amazon, Uber, Mercado Libre) transforman el comercio, el transporte y los servicios. Economía de plataformas, empresas que no producen bienes directamente, sino que intermedian (Airbnb, Spotify, Rappi). La inteligencia artificial y la robótica están generando nuevas formas de productividad. La paradoja es que el valor se genera por la conectividad y la experiencia del usuario. La inteligencia artificial no quitará empleos, salvo a quienes no sepan utilizarla.
Por otro lado, el trabajo digital y remoto “Freelancers”, creadores de contenido, programadores y consultores, trabajan desde cualquier parte del mundo. La economía se genera mediante servicios intangibles, como diseño, asesoría, educación online, etc. Factores emergentes que generan economía. La sostenibilidad se convierte en motor económico: energías limpias, reciclaje, eficiencia energética.
Pese a las nuevas formas de riqueza, también se observa: concentración del capital en pocas manos (Big Tech, fondos de inversión); precarización laboral en sectores informales o de baja calificación; desigualdad digital, quienes no acceden a tecnología quedan fuera de la nueva economía.
La economía del siglo XXI se genera a través de ideas, datos, redes y sostenibilidad, por encima de la producción de bienes físicos. Una economía más rápida, más global, pero también más desigual y volátil. La economía de México hoy se genera a través de una compleja interacción entre sectores productivos, comercio internacional, inversión extranjera y transformación digital, todo ello enmarcado por políticas públicas y desafíos estructurales.
El Producto Interno Bruto (PIB) de México se distribuye así: Sector primario (4,1%): Agricultura, ganadería, pesca y minería. Aunque su peso en el PIB es bajo, emplea a una parte significativa de la población rural. Sector secundario (34,2%): Industria y manufactura. México es líder en producción automotriz, electrónica, alimentos procesados y textiles. Sector terciario (61,8%): Servicios como turismo, comercio, telecomunicaciones, banca y tecnología. Es el motor principal de la economía actual. (INEGI)
México es una economía altamente orientada a las exportaciones, con tratados de libre comercio con más de 40 países. El T-MEC (Tratado entre México, EE. UU. y Canadá) es clave para mantener esta dinámica. Inversión extranjera y “nearshoring”. México ha captado inversión extranjera directa (IED) en sectores como manufactura, energía, tecnología y servicios: el fenómeno del “nearshoring” ha traído empresas a varias ciudades (IMCO). México transita a una economía “eco-digital”, con énfasis en startups tecnológicas y centros de datos. Economía circular: reciclaje de electrónicos, energías limpias. E-commerce y plataformas digitales como TikTok, que generaron más de 45 mil millones de pesos en 2024 (¡Yahoo!). Un estudio reciente identificó variables clave para el crecimiento económico en México: corrupción y estado de derecho; educación y capital humano; infraestructura; innovación tecnológica; estabilidad macroeconómica (Tablero de indicadores económicos).
El modelo de crecimiento ha evolucionado desde el proteccionismo del siglo XX hacia una apertura comercial y digitalización, aunque con desafíos persistentes como la desigualdad y la baja inversión pública. La economía mexicana se genera hoy a través de una combinación de sectores tradicionales y emergentes, exportaciones manufactureras (automotriz, electrónica); servicios (turismo, comercio, tecnología); remesas (más de 60 mil millones USD anuales); inversión extranjera (nearshoring, maquilas); economía digital emergente (startups, fintech, e-commerce). Este modelo está profundamente integrado al mercado global, especialmente con Estados Unidos de América, y depende de la estabilidad macroeconómica, la infraestructura logística y la confianza empresarial.
Al frente del Estado, los representantes de 35 de 100 millones de electores han tenido logros en reducción de pobreza y aumento del salario mínimo; sin embargo, no han roto con el modelo económico neoliberal; los expertos los han criticado por su falta de planeación técnica, centralismo y uso político de los recursos. Mientras la economía mexicana se genera por dinámicas globales, Inteligencia Artificial, innovación y comercio, en la narrativa oficial, unos en modo Corleone, otros con gritos y consignas de plazuela, distintos más siembran odios y rencores, la economía enfrenta desafíos técnicos y estructurales que limitan su efectividad. Las políticas públicas muestran falta de claridad técnica, polarización política y uso simbólico del discurso. Han convertido esa transformación en una estructura frágil, más ideológica que funcional.
La jefa del ejecutivo federal lo expresó en su primer informe y mensaje a la nación: un capitalismo regulador, por vía de un “humanismo mexicano” con Estado activo y promotor. Una luz coherente alumbra en medio de las discordancias. “… olvidemos los rencores, compañeros, no queremos ya más luchas entre hermanos…”