Fernando Gómez Esparza / Ruelas
A Lety González por su generosidad
Fernando Querido, me tomaré la libertad de esta epístola como ejercicio de comunicación en el confinamiento sanitario Covid 2020; en este capítulo se marca, una vez más, para ti y los tuyos los dolores que la vida aporta, para decirle adiós a Mela, tu hermana, mi amiga. Este hecho te sitúa en la interpretación de “un-hasta-luego”, una travesía del lenguaje que parece agota las palabras, sin palabras pocas cosas son posibles. Dirigirte a ella, para decirle adiós, afecta a los demás y te regresa a ti, al “Ustedes” como sentido de familia y amigos, fatigados por la pena y por la circunstancia pandémica, ejercitar el consuelo y el duelo no es fácil, demanda integridad, con la que dirigirse a Mela en su calidad de amada para despedirla, es un grande esfuerzo humano para entender adiós como “a-Dios”, un “nos veremos luego”, significa proximidad filial que solo quien experimenta el sentido del amor pueden entender un dialogo con una interlocutora silente, entre quienes están y ella que ya no está, pues se dirige “a-Dios”.
Me consta, eres hermano ejemplar, re-haces con sentido cordial la proximidad para rescatar lazos que unen, en ese diálogo actúas con humanismo y lealtad; cada quien madura a su manera y en sus circunstancias, debo decir que cuentas con estrellas que como la de Belén, guían la ruta de tu vida, como lo hacen Lety, tus hijas e hijos. La gratitud es una virtud escasa, en tu caso, siempre hay una manifestación de reconocimiento y correspondencia de los otros, se produce por la sencilla razón de que estás siempre en una razón ontológica de servir a los demás. Sigues presente, como siempre, a pesar de los dolores que la vida te agita, es paciencia de padre, esposo, hermano, hombre de bien…, en tu felicidad se muestra inocencia y carácter, a pesar de los malos días, en ti se modula el deber moral, y el carácter ético de tus decisiones. Tienen en tu haber el disfrute vocacional de la política como ejercicio de bien y de justicia, allí radica el goce deontológico de tus pasiones: el amor, la familia, la sociedad, el servicio público, las políticas públicas, las buenas prácticas, la imaginación, la creatividad disruptiva, “un botón basta de muestra”, vives sin esconderte de nada ni de nadie, además eres reconocido y respetado por las y los aguascalentenses, es tu goce en el orden social, tu vínculo por el interés por la “res pública”, el valor que le das a la cuestión política. En un tiempo político de postulación a candidatura a gobernador del Estado, por tu partido político, conocí una perversa “encuesta cuchareada” y destructora que cambió, lamentablemente, la ruta de la historia de nuestro pueblo generoso, además la derrota rei-te-ra-da de la ideología con la que estás comprometido con una virtud política que (casi) nadie muestra.
La política está emparentada con tu sentido del amor, que es, pasión, coherencia, lucidez, inteligencia, la emoción de servir en reciprocidad al juego de la política, la psicología de las masas, las aportaciones a la cultura. Tu buen discurso político surge del cariño al Otro, de seducir los conceptos insignes de la política: el bien social, las responsabilidades públicas. En el ejercicio del poder público has satisfecho la necesidad de lo necesario sin interés ajeno al pueblo, tu calidad se muestra en tu conducta, en tus compromisos asumidos como patrimonio colectivo; tu integridad, mostrada en honestidad y verdad, los argumentos y finos impulsos con que en cada momento histórico depositas confianza en la sociedad y ésta con las instituciones de la República; la honradez, es increíble que al honrado se le reconozca honrado, así opera contigo; la imparcialidad, las decisiones que tomas siempre objetivas y materiales, ni prejuicios, ni influencias, ni impunidades, por ello has atendido con justicia, atento a las leyes, honrando la legalidad y fortaleciendo el Estado de Derecho; a ello se une una serie de conceptos que fortalecen tu casulla de Hombre de Estado y buen político.
En tu desempeño nunca racionalizas la legitimación de tus acciones, no hay adecuaciones de apofántica posverdad, en el sentido de que solo tus enunciados son verdaderos; tampoco manipulas con tragedias para generar simpatías, reciprocidades, empatías… sin manipular las emociones políticas logras construir arquitecturas que sostienen políticas públicas, planes, programas… siempre cumplidos en tiempo y modo. Es un verdadero ejemplo tu trayectoria, comportamiento, juicios sustentados, decisiones fundadas y motivadas al servicio de la sociedad con decencia política. La política ha sido tu posibilidad de actuaciones con interlocutores válidos para converger en el interés supremo de la colectividad, construyes una alameda por la que las palabras de las personas pasen de la intimidad de sus sentimientos a la adhesión al edificio de las emociones colectivas.
Es buen motivo para decirle a Mela, ¡A-Dios!