Evadir responsabilidades
Vivimos un capítulo inédito en el mundo, la sorpresa nos acerca a la culpa, la culpa es un sentimiento que nos secuestra ante una situación emocional. Hoy, por ejemplo, ante la pandemia del “Covid-19” muchas personas podemos ser infectadas, ello prende el foco de la preocupación, padecemos el dolor de la vivencia invisible y amenazante; la sociedad civil, en general, se auto organiza y auxilia, en la medida de los posible. Dota de su mejor esfuerzo a la convivencia ante la calamidad. Digamos que es una culpa “blanca”; pero puede detonar efectos desastrosos si hacemos la culpa “negra”. El Sr. Salinas Pliego arengó en marquesina mediática, “supuestamente en bien de la economía”, acciones contrarias a la Organización Mundial de la Salud, de la Secretaría de Salud, de lógica elemental de clínica de salud pública; empero, no puso al servicio de los mexicanos un solo centavo, menos una estrategia que beneficie a la sociedad. Este episodio nos indica que no hemos aprendido a hablar entre nosotros; la “posverdad” nos coloca como silentes escuchas de la “verdad” apofántica del emisor, la pasividad nos toma por sorpresa y desarrollamos creencias en mitos y falsedades que se sermonean, cedemos y nos acomodamos a las discusiones irracionales y violentas, tomamos el birrete de juzgares y dejamos los compromisos en el cesto de basura, somos espectadores sin conciencia de responsabilidades.
La culpa paraliza, no asume el reto de emprender acciones que atenúen en el problema. Los culpables son secuestrados por sentirse malhechores, y generalmente callan. ¡El coronavirus tendrá culpas políticas! Culpa política en primera persona YO, en tercera NOSOTROS; hemos rebajado los debates, incriminando a los inocentes o justificando a los culpables. Habrá culpabilidades de “lesa humanidad”, no hay justificaciones ni pruebas de inocencia, los hechos son delatores: falta de razón, deficiencias de conocimiento científico, de administración del Estado de Derecho, omisiones, decisiones ideologizadas, zafias, cómicas, que han dado lugar delitos en salud, economía, desarrollo, seguridad pública…,Derechos Humanos consagrados en mecanismos internacionales y en la Carta Magna, asumir responsabilidades es clave, la política concede mediante mecanismos constitucionales y legales posibilidades para gobernar, este acto jurídico confiere responsabilidad.
Los políticos de partido han permanecido silentes e inactivos en medio del drama nacional, han abdicado su condición de entidades de interés público, la creatividad de la política se inhibió. Esperaran financiamiento público para ejercer su potestad de “maquinarias electorales”. Probablemente tendrán arrepentimiento, no violan la norma, pero están fuera de lo ético. Su culpa moral será arropada por el lenguaje de campaña. El científico-funcionario, hombre de partido, Hugo López-Gatell, lo dijo sin rubor, “el presidente tiene fuerza moral y no fuerza contagio”, es decir, le extendió un comprobante para no cargar culpa moral, ni política.
Los gobernantes han tenido reacciones tardías y eufóricas de ignorancia científica, filosófica, legal, política, de humanismo; para el Estado es más grande el problema, tomar medidas necesarias para garantizar los derechos de las personas en salud, economía, educación, cultura…, el pueblo de México no será culpable de los resultados de la pandemia, habrá criminales por irresponsabilidad. Imputar culpas es un discurso fácil e irresponsable. La culpabilidad de lo que acontezca no tendrá calificativos, debemos ceñirnos al principio de legalidad y al principio de éthos, carácter, es decir, regular convivencia y comportamiento de la sociedad mediante la acción de gobernar. Se gobierna con verbos no con adjetivos. Se gobierna con programas no con ocurrencias. Se gobierna con política no con tragedia, ni comedia. En política cuenta de la misma manera lo que se hace que lo que se deja de hacer, es alma de las políticas públicas; la responsabilidad es protestada ante la majestad constitucional de los artículos 87, Presidente de la República; y, 128 “…todo funcionario público, sin excepción…”.
La sociedad civil es responsable, de igual manera de lo que hace y de lo que no hace, empero, sabe el rumbo adecuado, por ello carga con sentimiento de culpa “blanca”, hacer en sus posibilidades, dado que realiza, superando a sus gobiernos, lo necesario y satisface la necesidad desde su responsabilidad ciudadana y limites severos, no acredita violación a Derechos Humanos, por tanto, no pisa el espacio judicial; tampoco carga culpa moral, son evidentes sus acciones ante la pandemia, su conciencia está limpia, sin saturarse de gel anti-bacterial; hay personas cuya culpa será hacer el mal. Intuyo que demandará culpabilidad política, actos de gobierno, acciones y omisiones que determinan violaciones a Derechos Humanos, facturará en las urnas. El ciudadano sabe que si no acude a votar no cambiará el sentido de las votaciones, pero sabe que acudirá a votar con una nueva perspectiva, sabe que el cuerpo electoral, juntos crean el resultado, difícilmente podrán equivocarse; es el ciclo democrático que hemos interrumpido por confiados.
Para Juan Carlos Gutiérrez, “La Chata” en reconocimiento a sus empeños de nueva ciudadanía.