Engañan con terapia para «curar» atracción por el mismo sexo

Agosto 14 (2013).- Óscar tenía 18 años cuando su papá, un comerciante que había logrado expandir el negocio a tres entidades del centro del país, le advirtió que se “andara con cuidado con sus amiguitos” o perdería sus privilegios como el mayor y único varón de un matrimonio con cuatro hijos.

En ese entonces, Óscar terminaba la preparatoria y soñaba con iniciar la carrera de arquitecto en una universidad privada y pasar un verano en Barcelona. Cuenta que las palabras de su padre le asustaron “en el bolsillo” justo cuando comenzaba a aceptarse como homosexual.

El miedo a quedarse en la calle lo llevó a tomar una terapia especializada en “aliviar” la atracción hacia personas del mismo sexo.

No existen datos sobre cuántas personas en México asisten cada año a los cursos y terapias a cargo de organizaciones religiosas o civiles “a favor de la familia” para lo que ellos llaman “elegir no ser homosexual”, pero grupos como Corazón en Movimiento, enfocado en evitar que los jóvenes adopten etiquetas sexuales por moda o presión social, considera que se atiende a 20 mil anualmente.

Los costos son variables. En iglesias de todo el país se da “atención gratuita” que consiste en pláticas con sacerdotes sobre cómo encontrar un “nuevo sentido a la sexualidad”, según datos del Episcopado Mexicano.

En cuanto a organizaciones privadas, el Centro de Estudios para la Familia, con sede en la delegación Miguel Hidalgo de la Ciudad de México, ofrece una terapia que consiste en “encontrar la verdadera identidad”, la que una persona homosexual escondió o reprimió por alguna variable que lo obligó a tener sentimientos de atracción al mismo sexo.

La terapia no tiene un costo fijo, pues éste depende de un estudio socioeconómico y las expresiones y conductas “a corregir”. Este Centro imparte para educadores y orientadores vocacionales el curso “Reflexiones sobre la Homosexualidad” que tiene un costo de 2 mil 500 pesos por seis sesiones de tres horas cada una.

En el caso de Óscar, asistió por casi dos años con un psicólogo privado que cobró 800 pesos por sesiones de una hora y media.

“Mi terapia consistió primero en descubrir qué me llevó a ser homosexual. Si había tenido algún trauma o un evento que me hubiera marcado, después a hablar de mis padres, sí estaba huyendo de la responsabilidad masculina con la que nací al ser el mayor de cuatro hermanos y el único hombre o si era una cuestión con mi papá, que como era un hombre que construyó un gran negocio de la nada me intimidaba y eso me llevó a tener miedo a asumir mi rol del heredero”, cuenta Óscar cuatro años después desde que comenzó a acudir a las sesiones.

La homosexualidad dejó de ser considerada un trastorno mental el 17 de mayo de 1990, cuando así lo determinó la Organización Mundial de la Salud (OMS); aunque casi 20 años antes, en 1973, ya había sido eliminada del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos.

La OMS, por tanto, no identifica algún tipo de cura, además de que en junio de 2011 el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adoptó por primera vez una resolución relativa al respeto de las derechos humanos de las personas sin importar la identificación sexual.

Según Óscar, él dejó de asistir a la terapia cuando le aconsejaron asistir a un table dance para divertirse y “encontrarse a sí mismo”.

“Me pareció absurdo y estúpido, pero más estúpido yo por seguir ahí, así que la dejé y por otros dos años creí que lo mejor era hacerme el curado. Cuando terminé la carrera lo hablé con mis padres, les dije que ser homosexual no se quita y que no era algo de lo que yo o ellos debieran estar avergonzados, pero no reaccionaron como yo esperaba”.

Con 23 años recién cumplidos, Óscar tuvo que abandonar su hogar, pues su papá le dijo que ni él ni sus hermanas vivirían con un “maricón”.

Según la Encuesta Nacional de Discriminación 2010 del Consejo Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Conapred), el 43.7% de los mexicanos no está dispuesto a permitir que en su casa viva un homosexual, ese porcentaje es de 44.1% en el caso de las lesbianas.

En el caso del Distrito Federal, la Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México 2013 (EDCM 2013), concluyó que la preferencia sexual es la tercera causa más común de discriminación, sólo después de la pobreza y el color de la piel.

Actualmente, Óscar dice que jamás volverá a ocultar que es homosexual. Trabaja en un despacho y asiste en clase a uno de sus exprofesores para tener un ingreso extra.

Entre sus planes está vivir con su pareja, aunque todavía no piensa en matrimonio.

“Es una situación triste estar lejos de mi familia, que me desconozcan, pero por primera vez soy libre. Ellos o quienes se digan mis amigos deben entender que elegir a tu pareja no es un derecho o un privilegio de heterosexuales, esas terapias son para mí un insulto a quien soy, pero existen y ahí están”.

Medio: Animal Político