En las llamas del Trife, la gubernatura de Aguascalientes se cocina

La reciente elección para gobernador pasó la aduana del 5 de junio con la victoria de Martín Orozco Sandoval. Después se tomó la foto en la Sala Administrativa y Electoral del Poder Judicial de Aguascalientes, que confirmó por unanimidad el triunfo del panista. Ahora se encuentra en la sala de operaciones, a la espera de la cirugía que aplican los magistrados del Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial, donde se vive los mismos vientos anticlimático que padeció el proceso estatal.

Víctor Hugo Michel, en el adiós de los magistrados, del pasado viernes 19, presenta la radiografía de un cuerpo colegiado fragmentado, herido por los agravios, lastimado por las rudas confrontaciones. Va integro el texto del columnista de El Financiero:

No hay mal que dure cien años. Ni relación cordial que llegue a dos elecciones presidenciales consecutivas. Los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación están hartos después de 10 años de convivencia y en corto admiten que ya es tiempo de separarse.

Pese a que gozan uno de los salarios más generosos de toda la administración pública —más de 300 mil pesos mensuales—, la relación está muy desgastada. No ven la hora de que el Senado designe a sus sustitutos, en noviembre.

Aunque han tratado de enviar un mensaje de unidad en más de una ocasión, la realidad es que el ambiente alcanzó niveles tóxicos en el edificio de Carlota Armero. Las diferencias políticas y personales entre unos y otros son ya insalvables. Porque no debe quedar duda: los magistrados responden a filias y fobias y después de encumbrar a más de 50 gobernadores y un presidente a lo largo de una década y discrepar una y otra vez en torno a quién dar la razón políticamente, la distancia que se ha abierto entre ellos es evidente.

Primero, yacen las diferencias personales. Los magistrados llegan a la recta final de su gestión con una relación que ha entrado en franco deterioro. Nunca fueron amigos. Pero ahora no se soportan. Ha llegado a un punto tal que prácticamente no hay comunicación entre algunos, aún cuando sus oficinas están separadas sólo por unos metros de distancia.

La enemistad entre Flavio Galván y Salvador Nava es evidente. Y pública. No es secreto que no se toleran: hacen todo lo posible por evitarse hasta en los pasillos. María del Carmen Alanís y Manuel González Oropeza, en tanto, sacan chispas nada más de verse. Las cosas han escalado incluso a los insultos. “Pinche gato” (sic), le espetó la magistrada en mayo pasado, en una reunión que terminó a gritos.

Así las cosas, en el Tribunal han comenzado los preparativos para la despedida. Las oficinas de algunos, de plano, ya están vacías. Ese es el caso de Pedro Esteban Penagos, quien ya tiene sus pertenencias en cajas. Le quedan pocas por sacar. Terminado su periodo, lo que viene ahora es preparar el futuro postribunal.

Para los seis, se acerca una temporada de vacaciones obligatorias: no podrán regresar al servicio público sino hasta 2018. Por ley, se hallan impedidos tomar cargo alguno u operar con los partidos, que es lo que saben hacer. Como salida, varios apuntan a la academia.

Alanis, cuentan sus allegados, juguetea con la idea de mudarse a Boston, a estudiar en Harvard. Ya le espera su esposo, Emilio Rabasa, recién designado como cónsul en la ciudad. A Oropeza le espera un cargo académico en Austin, Texas. Y Penagos podría volver al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Pero por encima de lo anecdótico, está el poder. La inclinación política de los magistrados ofrece un atisbo a los precarios balances al interior del Tribunal, que junto con el INE es una de las instituciones claves de la democracia mexicana. Es ahí, después de todo, en donde se corona al presidente en turno.

Si se quiere entender lo que está a punto de ocurrir en el TEPJF y cómo los partidos pelearán a brazo partido por designar al mayor número de magistrados afines posibles, vale la pena echar un vistazo a las lealtades del grupo de los seis que va de salida.

Por partes:

María del Carmen Alanís fue una disciplinada soldado del PRI, aunque también jugó azul dependiendo del momento (en recientes tiempos ha presumido cada vez más su cercanía con Margarita Zavala). Constancio Carrasco y Salvador Nava se inclinaron por el PAN, mientras que el corazón de Manuel González Oropeza latió a la izquierda, por el PRD. Flavio Galván fue el magistrado del Partido Verde y Pedro Esteban Penagos le cumplió al PRI de Manlio Fabio Beltrones.

En algunas votaron juntos, de manera pragmática. En otras, separados, siguiendo la línea partidista. Hoy les queda un último gran pendiente que amenaza con dividirles aún más: Aguascalientes. Después de que el recurso interpuesto por el PRI para su anulación ante la autoridad electoral local fuera desechado, llega el turno del Trife.

La elección, pide el PRI, tendría que ser anulada por la presunta intervención de la Iglesia católica a favor de Acción Nacional.

¿Votarán juntos una última vez, para favorecer al tricolor? ¿O se dividirán nuevamente? En no más de un mes deberán tomar partido una última ocasión (El Financiero), 19/08/2016).

La lucha intestina de los magistrados en el Trife me recuerda a los Lords y las Ladies de las redes sociales que se hacen justicia por propia mano. Goyo Zamarripa Delgado, por su parte, lanza su provocador vaticinio:

“Constancio Carrasco, que es el presidente, votará a favor de la ratificación, González Oropeza votará en el mismo sentido, Salvador Gomar, que es el más anti PRI, también votará; a favor del PRI votará María del Carmen Alanís, Flavio Galván Rivera y Esteban Penagos; quedaría tres a tres, de nueva cuenta con el voto de calidad”, que emitiría Constancio Carrasco (La Jornada Aguascalientes, 22/08/2016).

Porque alguien debe de escribirlo: En estas páginas me referí, hace cinco semanas, a una resolución de los consejeros del INE, en relación al expediente INE/Q-COF- UTF/88/2016/AGS, donde se exhibe el tramposo trabajo del corredor público No.65 del extinto DF, Alfredo Trujillo Betanzos, contratado por el PRI y sus ardillas amaestradas, en el litigio que se sigue para la elección de gobernador.

Pues bien. Ahora resulta que este regañado personaje del bajo mundo probatorio “certificó actos de campaña al mismo tiempo en Aguascalientes, Puebla y Baja California; esto sí es novedad para un Corredor Público con el Don de la Ubicuidad, y por ello enfrentará un proceso de sanción en la Secretaría de Economía”, afirma la columnista Lourdes Mendoza, en el diario Reforma del reciente jueves 18.

Rayando el muro: La justificada pachanga logró reunir en santa paz a las diputadas que se deschongan al más mínimo pretexto en el salón de sesiones del Congreso del Estado de Aguascalientes; aunque eso sí, las antagonistas María de los Ángeles La China Aguilera (PRI) y Silvia Garfias Cedillo (PAN), guardaron la sana distancia al ocupar las respectivas cabeceras de la rectangular mesa, al recordar que el diablo suele esconderse en los vasos de barro.

La alegría reflejada en los rostros de las seis damas hace suponer, por lo menos en la selfie publicada en el muro de la festejada, que pasó desapercibida la ausencia de la verde legisladora Anayeli Muñoz Moreno (vocera de la candidata Lorena Martínez), quien al calor de la disputa poselectoral por la gubernatura, mal supone que en política todo es personal.

¿Amiguis por siempre? No. Cinco días después del ágape celebrado el reciente miércoles 17, a la congresista panista Martha Márquez se le olvido el regalito que le entregó Norma Guel Saldivar en el baby shower, y cuestionó airadamente la opacidad del Comité de Administración presidido por la priista de rubia cabellera, quien inmediatamente negó la acusación de la futura madre del niño envuelto.

Martha

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