Empatía en el trabajo / LizyLoloy
Es una realidad que en la actualidad la población adulta económicamente activa hemos renegado en algún momento de nuestro trabajo, los domingos
sufrimos de crisis de ansiedad porque al día siguiente hay que ir a trabajar y toda la semana añoramos que ya sea viernes para concluir con la jornada laboral.
Pocos somos los privilegiados que podemos trabajar en lo que verdaderamente nos gusta, los demás nos tenemos que conformar con el trabajo que tenemos porque necesitamos el sueldo para sobrevivir.
La mayoría de las veces, las sensaciones descritas anteriormente se originan por el mobbing o mejor conocido como acoso laboral que hay no sólo de jefes a subordinados, sino también entre los mismos compañeros de trabajo o cuestiones de discriminación que a veces se hacen inconscientemente y
provocan que sea imposible disfrutar la jornada laboral.
Se ha hablado mucho del término empatía sobre todo relacionado con problemas familiares, amistades, etc., sin embargo, resultaría bastante
conveniente convertirlo en una práctica frecuente en nuestros centros de trabajo, ya que es uno de los mejores lugares para desarrollar esta habilidad y hay muchas empresas y entidades que ya han apostado por realizar actividades en las que se genere empatía entre los compañeros de trabajo propiciando que entre ellos se conozcan un poco más con convivencias laborales o talleres de inteligencia emocional.
Sin embargo, en estos momentos de pandemia muchas veces no es posible realizar esas convivencias o talleres, y no queda más que cada uno de
nosotros hagamos lo posible para que nuestro día en el trabajo sea más llevadero.
La empatía es una conducta que todos los seres humanos tenemos, solo es cuestión de irla desarrollando. Asimismo, está relacionada con las neuronas
espejo, un tipo de células que se activan cuando observamos una conducta y sentimos el impulso de imitarla, pero ¿qué podemos hacer para desarrollarla?
Es muy simple, tener conductas y actitudes positivas: saludar al llegar y despedirse al irse, utilizar las cosas y regresarlas a su lugar, respetar las cosas ajenas, decir siempre gracias y por favor, conocer un poco de la vida personal de las personas para entender sus actitudes, ser amable con todas las personas, tener pequeños detalles con nuestros compañeros relacionados con su trabajo, estar conscientes que nuestra opinión es solo eso y que no es universal y especialmente tratar de no tomarnos nada personal.
Está claro que no podemos ser compatibles con todas las personas que nos rodean y que incluso hay gente que nos provoca cierta molestia o nosotros a ellos, pero también debemos hacer un esfuerzo por convivir con todos y ponernos en los zapatos de los demás, respetando opiniones y generando en
todo momento un ambiente de armonía.
Comencemos haciéndolo como un ejercicio consciente, sugiriéndolo incluso a los compañeros, proponiéndonos día con día tener actitudes positivas en
nuestros trabajos hasta que llegue el momento que esas conductas sean parte de nuestra esencia como personas y entonces nos daremos cuenta que vale la pena el trabajo que tenemos y que somos afortunados de tenerlo.
La opinión de: Elizabeth Loyola Gómez, Asesora Jurídica del Centenario Hospital Miguel Hidalgo, Catedrática de la Universidad Cuauhtémoc, Integrante de la Barra Mexicana de Abogados Capítulo Aguascalientes y Doctorante en Derecho por la Universidad de Durango, Campus Aguascalientes.