El strip-tease del poder

Tengo para mí, que la “transparencia” como la handemandado organizaciones no gubernamentales ycomo la acogen políticos en ejercicio oficial, no es la solución. Así no podrá ser valor colectivo.  La transparencia se hades-confeccionado con tanta liturgia. La gerencia de autoridad se vuelve teatral con presunción de claridad, una obscenidad igual a la comedia de las ideologías y las burocracias cuyas angustias llegaron al terrorismo. Cuando se agotael argumento, justificación y motivación, exigencia constitucional a todo acto de gobierno, la muletilla es: “… por transparencia”. Una suerte de “strip-tease”de la responsabilidad pública. Basta revisar las noticias del día, una sobre explotación del concepto.

Transparencia, autonomía, soberanía, liberación sexual, libertad de expresión… si damos por cierto su gramática viviríamos en la obscenidad, dicho de otra manera, frente al ciudadano estará la verdad desnuda, ¿cuál? Afortunadamente hay una ética de la discreción reflejada encomportamientos deontológicos. La obscenidad y la transparencia progresan porque hay ausencia de deseo social, de ética ciudadana, sueño, fantasía, imaginación; pero a cambio se recrean manipulaciones obscenas como: Disneylandia,una aspiración extasiada.

Prótesis caprichosas han deformado el concepto transparencia. Una especie de pecera en la que todo debe verse; en lo transparente, se presume, hay una atmosfera aséptica, todo esterilizado, nada se pude contaminar: hace inmunes a quienes ejercen el poder y eluden la responsabilidad. Se busca que los medios de comunicación vean todo lo que acontece en el desempeño y comportamiento dela autoridad en una escena higienizada. Carrera política sin contaminación. Me parece un ejercicio equivocadode poder público,produce una existencia política sustentada en nada, un vacío, un diálogovano. “Un botón basta de muestra”: la inteligencia artificial.

El grave problema: la política se ha quedado sin anticuerpos;lo señala la indignante repartición de la riqueza, lo demuestra la alarmante injusticia social, lo contrastan los resultados electorales, queda evidenciado en la ausencia de ética y moral públicas, en la ausencia de bien común. ¡Pero todo transparente, eso sí!Política es humanismo de riesgo, intensidad, provocación, diálogo apasionado, sobre todo cuando hay disputa, medio ideal para el consenso. La exigente transparencia aniquila los anticuerpos de la política, esa “purificación” rompe el misterio de las razones suficientes y objetivas (Villoro), al final del día es artificial y simulada, dañina al sistema inmunológico del ejercicio político. La razón es simple, no se puede, en política, desposeerla de las defensas y vulnerabilidades de sus gérmenes naturales. Estos se gestan en el diálogo, en el carácter, en las costumbres, en la disputa, en la cultura de vida compartida.

Quitarle a la política su natural gramática, argumento, seducción, apasionamiento… para llevarla una burbuja-de-cristal que permita ver todo, es un engaño, ¡claro!, lo que la percepción permite, niega la interpretación y favorece la simulación. La política tiene humores, pasiones, pulsiones, impulsos; la política es un ente vivo que ríe, llora, ama, tiene secreciones, todo ello, sin duda pone en riesgo los libretos de la transparencia. Si la transparencia es alterada hasta lo pornográfico, es decir, un paisaje de transparencia total, entonces quedará un virus perverso:desconsuelo colectivo; además, un caduco narcicismo de la imagen ideal.Esta si es una enfermedad grave. Es tanto como acabar con el sistema inmunológico político de la sociedad.No podrá colocarse en una “auto-clave”, o meterse en una bola de cristal, como la tierra de “Superman”.

Imaginar el tiempo, calcularlo, asimilar la complejidad de lo temporal, llegar a la eternidad y no entender su naturaleza sino solo su abstracción, ahora se hace inútil, pues la rapidez, lo instantáneo se apoderó de la voluntad en singular y plural. En esa vía la transparencia nos llevó a un estado violento de los detalles, un telescopio de alta definición que muestra la promiscuidad extrema de la pornografía, a la realidad nada hay que agregarle, el sujeto, el ciudadano, la persona, ellas y ellos, han dejado de ser parte del circuito comunicativo, estético, político, epistémico, se pierde todo,¡pero está a la vista! Lentes potentes descomponen las aristas de los pormenores, referencia actuarial penosamente artificial, sintética, kitsch, alterada por la “alta definición”.

La política es dialógica, en el parlamento está su inmunología, se sobrepone a todo riesgo. La palabra, la seducción, el argumento, la comunicación… son la clave misteriosa de la política que interpreta, imagina, diseña, crea, sueña, poetiza, se pronuncia contra el vértigo de su superficialidad, del artificio del detalle.

Lo mismo ocurre con las políticas públicas. Han transitado las avenidas de la transparencia y abandonado la sensatez. Exaltan sus detalles en mega-pantalla como si fuera el microscopio de una operación química. En ella se ve muy poco, pues el saber de la ciencia no es visible.

El patrimonio del pueblo son sus instituciones. No necesitan transparencia, es preciso y sin rodeos: RENDICIÓN DE CUENTAS.

Por: Ignacio Ruelas Olvera

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