“El eterno ahora”PT.1 / ¡Hasta la victoria siempré!

Aguascalientes, Diciembre 19 (2023).- “Y entonces, un día, descubres que has pasado diez años. Nadie te dijo cuándo correr, perdiste el pistoletazo de salida. Y corres, y corres para alcanzar el sol pero se está hundiendo, corriendo para venir detrás de ti otra vez”. (Time – Pink Floyd)

Estimado lector de esta columna aprovechando que el mes de diciembre de alguna forma se las arregló para meternos 17 días en dos horas, o al menos esa es mi percepción. Me gustaría que reflexionáramos sobre lo que es el tiempo.

Despierto cada día con la luz de la mañana y los maullidos de mi gato, pero en un parpadeo, como un golpe de realidad, me doy cuenta que el atardecer está cerca, un día más se ha ido. Pero ese efecto se vuelve exponencial a los meses, después a los años y así las décadas, y luego,  al voltear a ver un poco hacia atrás, los recuerdos se vuelven cada vez más como “nubarrones”, o en realidad, ya solo son una idea vaga, metafísica de lo que fueron las cosas, del pasado, de los años. 

Pero en realidad hay muy pocas cosas que hay que recordar ¿No lo ha notado, estimado lector? que son muchas las apuraciones y quehaceres diarios, tanto trabajo, tanto que consumir, las tareas diarias se acumulas, el trabajo, el consumo,  tanto que mirar en Tik Tok o cualquier app y  tanto que pedir en Didi Foods o cualquier otra plataforma, todo parece ser un constante afán; pero tan demasiado poco es el tiempo…  que no alcanza para ver nada más allá de lo estrictamente necesario. Y ¿los recuerdos felices? El último que se atraviesa por la cabeza  se reduce a un momento de convivencia con otras personas, que se ve interrumpida por una notificación de Whatsapp. 

Hasta que un día despiertas, eres mayor, la vida ha cambiado; la realidad te pega en la cara cuando te das cuenta que el tiempo es cada vez menor, el cuerpo ha cambiado, el espejo deja ver otra figura, sin duda que si el tiempo se hace material de alguna forma, es en el rostro de las personas y en el propio, sin duda también. Pero ¿habías notado que? algunas de las personas que rodeaban tu vida se han marchado para siempre, literalmente se les agotó el tiempo en el 2023. No tendrán oportunidad de ver el amanecer del 2024. No tendrán oportunidad de ver el amanecer de mañana, siquiera. Memento Mori, estimado lector. 

Memento mori, estimado lector. 

Memento mori. 

Así es, estimado lector, recuerde usted por favor que un día morirá. Recuérdelo de forma consiente, casi como un ejercicio de meditación matutina, que lo sacuda desde las entrañas, que haga que el aire frio si cale, que lo estremezca, que la idea de que un día usted ya no estará aquí se vuelva una idea que circunde su mente. Pero no como una idea macabra y pesimista, sino como una observación de lo que sucede naturalmente en absolutamente todas las cosas, nacimiento, vida y muerte, una marcha indetenible e indiscutible de todo lo natural, lo obedece desde la unidad de medida más simple de vida como una célula, hasta la supuesta cumbre de la creación llamada “el ser humano”, ni el universo en su gran majestuosidad e infinidad se ha escapado de esta marcha, un día desaparecerá para dar pasó a algo más. 

Reflexionar en el paso del tiempo indiscutiblemente nos llevará a hablar de la muerte,  pero que la misma idea de finitud a la que estamos condenados nos impulse y mueva a vivir una vida auténtica. 

¿Qué sucedería, estimado lector, si un día?:
“¿Qué ocurriría si un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijese: «Esta vida, tal y como tú ahora la vives y como la has vivido, deberás vivirla aún otra vez e innumerables veces, y no habrá en ella nada nuevo; sino que cada dolor y cada placer, y cada pensamiento, y cada suspiro, y cada cosa indeciblemente pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todas en la misma secuencia y sucesión: y así también esta araña y esta luz de luna entre las ramas, y así también este instante y yo mismo. ¡El eterno reloj de arena de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con ella, granito de polvo!». Si esto sucediera, ¿no te arrojarías entonces al suelo, rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que te ha hablado de esta forma? ¿O quizás has vivido ya alguna vez ese instante infinito, y tu respuesta entonces fue la siguiente: «Oh, tú eres un dios y jamás oí nada más divino»? Si ese pensamiento se apoderase de ti, te haría experimentar, tal y como eres ahora, una transformación y tal vez te trituraría; acerca de cualquier cosa te plantearías siempre la pregunta «¿quieres esto otra vez e innumerables veces más?», y ello pesaría sobre tus acciones como el peso más grande. Y además, ¿cuánto deberías amarte a ti mismo y a tu vida para no desear ya otra cosa que esta última y eterna sanción, este sello? (La gaya ciencia – Friedrich Nietzsche)

Por hoy quedémonos juntos, usted y yo estimado lector, pensando en que sucedería si la vida tal y como la hemos vivido hasta hoy, con todos sus momentos de sufrimiento y placer, cada día, cuadro a cuadro, minuto a minuto, estuviéramos irremediablemente condenados a volverla a vivir ¿Estaríamos conformes con que esto ocurriera?…

Nos leemos la próxima semana estimado lector.

Lic. Oscar Roberto Valadez Vázquez. Filósofo, director del Café Filosófico «Estoicos – Hedonistas» en Creatoria, conductor del programa “La Taberna», fundador de «In Taberna Quando Sumus», y estudiante de Derecho.