El camello y la propaganda gubernamental en Aguascalientes

El ejecutivo estatal de la actual administración del gobierno del estado, ha gustado de utilizar, con alguna frecuencia, el cuento árabe del camello; ahora, después de casi cuatro años de ejercicio del poder político, es posible percibir la utilidad del uso de dicha metáfora, ya que nos da a conocer determinados elementos, que llegan a ser importantes en la lectura del acontecer de nuestra política en el estado de Aguascalientes.

Tomo del Blogspot de Estrategia y Comando Gerencial, en la red, el cuento: “Este era un Árabe que iba por el desierto pero estaba muy cansado. Entonces vio a un señor que estaba vendiendo camellos y le preguntó ¿Cuánto cuesta el camello? 5,000 Dlls. ¿Por qué tan caro? Porque este camello es un genios sabe hacer sumas y multiplicaciones, además cocina muy bien ¿Cuál es tu desayuno favorito? Pues el pan francés. A eso es lo que mejor le sale a este camello. Bueno se lo compro. Al poco tiempo el tipo se vuelve a encontrar al vendedor y le dice muy enojado: Oyes este camello es muy tonto, no hace nada de lo que me dijiste, ni siquiera sabe hacer el desayuno. Y el otro le contesta: no hables mal del camellos que no lo vas a poder vender”.

¿Cuál podrá ser el motivo por el que el gobierno del estado utiliza, con alguna frecuencia, este cuento? Tal vez los motivos no los podremos conocer con claridad; sin embargo, lo que sí podemos hacer es exponer y explicar los hechos y los dichos que nos ayudan a entender el porqué del uso de la metáfora.

De entrada encontramos dos elementos: los bajos resultados, en general, de gobierno, y, el uso de la propaganda gubernamental. Entre estos dos elementos existe una clara vinculación y complementación. La propaganda nos marca, en un momento dado, buenos deseos –que quisiéramos que fueran resultados-, como son las expresiones ‘Aguascalientes, el pequeño gigante’, y ‘La capital mundial de la industria automotriz’.

Están, además, otros puntos interesantes en el contexto, que explicarían la necesidad del uso del cuento; durante la realización de la primera Jornada de Financiamiento en el Salón Locomotoras, el ejecutivo estatal afirmó que “en la última década, la pésima generación de empleo, el cierre de empresas, la discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos, la ausencia de una verdadera política de apoyo a los emprendedores y un escenario muy complicado de inseguridad, hicieron que nuestra entidad perdiera varios lugares en competitividad” (LJA, 29 agosto). Al día siguiente, volvimos a leer una nota similar, pronunciada en la Conferencia Magistral en la Universidad Panamericana, “Y hago referencia al sexenio anterior (el de Luis Armando Reynoso Femat) porque es con el que puedo comparar” (LJA, 30 agosto).

¿Qué información encontramos, que nos puede ayudar a dimensionar el presente esquema de análisis político? Es necesario, antes de acercarnos a las conclusiones, decir que en esta administración se han instalado más de 130 empresas de 27 países, ya que han encontrado en la entidad un clima de paz social, estabilidad laboral, gobernabilidad y seguridad pública permanente (Comunicado de Prensa 3005). Son inversiones que han creado una cantidad importante de empleos, efectivamente, más que en las administraciones anteriores.

Valga explicar el contexto del establecimiento de las empresas extranjeras: una de las causas que observamos es la instalación de la planta Nissan II. Sobra decir que proyectos de esta envergadura, por empresas transnacionales como ésta, preparan con años de anticipación sus planes de expansión y crecimiento. Decir que se consiguieron en el lapso de un año, sería mucho decir (sin dejar de lado la gran capacidad del actual gobierno para, precisamente, promover la inversión extranjera).

Encontramos, no obstante, un dato que resume el desempeño completo de una economía, como es la tasa del producto interno bruto, ya que incluye a todos los sectores y no sólo a uno como puede ser la rama de industria automotriz en el estado; el dato, que se encuentra en las estadísticas del Inegi, está mostrado en trimestres, y con promedio anual da lo siguiente:

ADMINISTRACIÓN PRIMER AÑO SEGUNDO AÑO TERCER AÑO PROMEDIO

2004-2010 4,04 8,99 5,79 6,27
2010-2016 4,25 3,80 3,95 4,00

Otro dato importante, igualmente del Inegi, que nos ayuda a dimensionar y ponderar la propaganda gubernamental, ya que tiene que ver con toda la población económicamente activa, es el de la tasa de desocupación, que está presentada en trimestres también, y muestra estos promedios:

ADMINISTRACIÓN PRIMER AÑO SEGUNDO AÑO TERCER AÑO PROMEDIO
2004-2010 5,15 4,52 4,91 4,86
2010-2016 6,67 6,20 5,59 6,15

Sin entrar al espacio del estudio psicológico de la propaganda gubernamental, observo tres interesantes obsesiones: primera, la de ser el primer lugar, por encima de las otras entidades de la república; la segunda, las pasadas administraciones panistas fueron un desastre, y ‘nosotros’ sí sabemos hacer gobierno; y, tercera, la permanente y no superada necesidad de deslindarse del gobernador anterior (tal vez porque le ayudó a ganar la elección).

De esta manera, es posible entender por qué la administración gubernamental de Aguascalientes necesita hablar bien de sí misma; seguramente es para que los ciudadanos la podamos ‘comprar’, y poder decir que tenemos un buen gobierno.

Es clara, además, la vuelta a la política de los años setenta, en que cada administración nueva –decían los ciudadanos en ese tiempo-, llegaba a ‘inventar’ el estado, o el país, perdiendo de vista que son los ciudadanos y, también hay que señalarlo, los miles de trabajadores al servicio de los gobiernos, los que año con año, administración tras administración, van construyendo la sociedad que somos (mientras en el gobierno federal los priistas aceptaron que el PRD presidiera las dos cámaras legislativas, aquí no permitieron la alternancia; habrá que ver el próximo noviembre).

Las respuestas, o también explicaciones, pueden ser varias; después de todo, esos son los hechos. Es importante que los ciudadanos filtremos la información que nos dan.

De política, una opinión: Abelardo Reyes Sahagún