El aborto no es un día de campo / La Caja de Pandora
Cuando una mujer decide interrumpir un embarazado no deseado, lo hace porque no estaba en sus planes de vida, embarazarse. Nadie debería oponerse al derecho que tienen las mujeres para aspirar y concretar su proyecto de vida.
Sólo quien lo sufre puede sopesar el resultado de una relación sexual sin protección, muchas veces forzada incluso por el marido, o simplemente porque falló el anticonceptivo. Que niñas de 14, 15 o 16 años se embaracen, es muy probable la causa sea una violación.
Las mujeres tienen derecho a una sexualidad plena, que sólo puede vivirse de manera voluntaria y consentida. Los derechos reproductivos, de los sexuales, han quedado separados desde la Conferencia de El Cairo. Y cuando una mujer sabe o busca embarazarse tiene un significado y un gran reto que va a asumir amorosamente. Quizá se lea sencillo, sin embargo el estado de ánimo respecto a desearlo es diametralmente opuesto cuando no se desea.
La discusión frontal con quienes se oponen al aborto, tiene que ver con una posición inquisitoria y moral; las mujeres siempre son culpables “por abrir las piernas”; basta ver los memes después de lo resuelto por la Corte para constatar que las reacciones no tocan al sujeto que embaraza a una mujer.
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Quienes se oponen señalan se está matando una vida humana, y le otorgan “a la concepción” el carácter de “bien jurídico a proteger”. Lo hacen sin tomar en cuenta las opiniones científicas respecto del proceso de la concepción dentro del útero de la madre, y que no podría sobrevivir fuera de él sino hasta los meses en que su formación pueda garantizarle vida autónoma fuera de él. En la capital del país en 2007, el fundamento de interrumpirlo legalmente hasta las 12 semanas, se decide porque la corteza cerebral de un embrión comienza precisamente a partir de la 13ª semana. Antes carece de las estructuras, conexiones y funciones nerviosas indispensables que lo hagan capaz de sufrir o sentir.
Como sabemos, -salvo Chihuahua que lo decidió en 1994- en los congresos estatales se comenzó a discutir la vida desde la concepción como precepto constitucional para evitar se replicara lo decidido por la Asamblea Legislativa. La Iglesia Católica y sus organizaciones decidieron impulsar también legisladores/ras para concretarlo. Las reformas no sólo enfatizaron que la vida humana comienza desde la concepción, trascendió en la criminalización de las mujeres que abortan y de quienes lo llevan a cabo.
Este tema enfrentará hasta el infinito posiciones irreconciliables. No basta saber que el aborto clandestino es un problema de salud pública, que se criminaliza a las mujeres pobres que no pueden pagar un aborto seguro.
Por eso es trascendental e histórico lo resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación al declarar inconstitucional criminalizar el aborto de manera absoluta por parte de mujeres y personas gestantes, o sea hombres trans. Esta decisión no sólo obliga al Estado de Coahuila a que modifique su código penal objeto del fallo, es una decisión que sienta un precedente judicial que puede ser invocado en otros estados.
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Nadie ha propuesto el aborto sea un método de planificación familiar; se coincide en la importancia de la educación sexual; habría que hacer partícipes a los hombres que andan por la vida sin preocuparse -ni ocuparse- sobre el ejercicio de su sexualidad. Criminalizar a las mujeres es una forma cruenta de discriminación.
Opinión de: Angélica de la Peña