Difieren candidatos del PRI sobre la influencia del Crimen Organizado en la Vida Polìtica de México

Aguascalientes, Abril 23 (2015).- Mientras el Candidato del tercer distrito, Jesús Ríos Alba, considera que el Crimen Organizado influye mucho en la vida política de México, la abanderada de la segunda demarcación, María de los Ángeles Aguilera, considera que «poco» y Gregorio Zamarripa Delgado, Candidato por el primer distrito, piensa que «influye totalmente».

-¿De los siguientes actores sociales y políticos, considera usted que influyen totalmente, influyen mucho, influyen poco o no influyen nada en la vida política de México?, preguntó el portal de internet voto informado.

El crimen organizado. Influye(n) totalmente, la respuesta de Zamarripa Delgado.

El crimen organizado. Influye(n) poco, contestó Ángeles Aguilera.

El crimen organizado. Influye)n) mucho, considera Ríos Alba.

La criminalización de la política

Para prosperar, al igual que las empresas legales, los sindicatos criminales necesitan amigos en posiciones encumbradas. En el nuevo ambiente financiero mundial, poderosos grupos clandestinos de presión política conectados al crimen organizado cultivan amistad con destacadas figuras políticas y altos funcionarios de gobierno. Este fenómeno es común no sólo en los llamados «mercados emergentes», sino también en la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, donde la corrupción es desenfrenada.

En Italia, el ejemplo más patente de Europa, la Cosa Nostra invadió todo el ambiente político. Además del ex primer ministro Giulio Andreotti, procesado por recibir dinero de la mafia, cerca de 3.000 funcionarios y ejecutivos de corporaciones fueron investigados o acusados por corrupción.

La naturaleza del Estado y de la estructura social se han transformado. En varios países de América Latina, los carteles de la droga invadieron el aparato estatal y se integraron al partido político gobernante.
Como quedó en evidencia en el escándalo del Partido Liberal de Colombia, el cartel de Cali realizó importantes contribuciones para la campaña electoral del presidente Ernesto Samper, y en 1995, más de una docena de miembros del Congreso, el contralor, el fiscal general y el ministro de Defensa fueron procesados por aceptar pagos de esa organización.

De manera similar, los asesinatos políticos ocurridos en México en 1994, en los que estarían involucrados el ex presidente Carlos Salinas de Gortari y su hermano Raúl, sacaron a luz el papel de los carteles del narcotráfico en el gobernante Partido Revolucionario Institucional. El zar de la droga Juan García Abrego tenía al hermano del presidente como patrocinador.

En Bolivia, desde mediados de los años 80, los sucesivos gobiernos de coalición también tendrían vínculos con los narcotraficantes.
En Venezuela, las «narcomafias» habrían utilizado para lavar su dinero al mayor banco comercial del país, el Latino. Antes de su espectacular colapso junto a otros 19 bancos del país en 1994, el Banco Latino era controlado por la familia de Pedro Tinoco, quien también fue presidente del Banco Central bajo el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez y tuvo un destacado papel en el diseño del programa de ajuste estructural aplicado a partir de 1989. (Ver Geopolitical Drug Watch, No. 51, enero de 1996, p. 8). En palabras de un observador, «los cárteles de la droga crearon una relación simbiótica entre la economía y las estructuras políticas» (declaración de Alejandro Reyes, de la Universidad Nacional de Colombia, citado en Anna Proenza, «De la concentration verticale à la multiplication des cartelitos», Le Monde Dossier et Documents, enero de 1996).

Aquí, como en el resto del mundo, tales relaciones permitieron a las organizaciones criminales ejercer una influencia decisiva sobre la política macroeconómica. En varios países latinoamericanos, los programas de ajuste estructural fueron adoptados por políticos directamente vinculados a carteles de la droga.

«Dinero encubierto»

El área gubernamental de los servicios de inteligencia parece tener una especial propensión al intercambio de favores. Desde el fin de la segunda guerra mundial, los organismos occidentales de inteligencia desarrollaron una compleja relación con el narcotráfico en particular. En un caso tras otro, el dinero de la droga lavado en el sistema bancario internacional financió operaciones encubiertas.