Opiniones 

Cultura política de la ciudad de Aguascalientes / Ruelas

El Centro de Ciencias Sociales y Humanidades, la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Benemérita Universidad Autónoma de Aguascalientes, presentó de manera virtual el estudio sobre la cultura política en la ciudad de Aguascalientes. Es complicado realizar estos trabajos, y sus reflexiones demandan seriedad, método, por una razón, es complicado hacer propuestas para construir la democracia de calidad, dado que el imaginario colectivo tiene información en términos de comunicación a 360 grados y el marco de posverdades, por un lado; por otro, la política, la economía, la educación, la cultura… están interconectadas e interdependientes, sobre todo en sociedades en procesos de modernización, los políticos impulsan autoridad política en el sentido de la oferta, es decir, solo ellos hablan y conceden, sus discursos contienen argumentaciones ideológicas, razones personales, juicios patrimonialistas del poder más que el Estado de Derecho, el pueblo solo escucha y paga impuestos.

Se propusieron una labor titánica de revisar la labor de transmisión de valores y virtudes democráticas capaces de crear simpatía y acompañamiento. Es preciso orientar los cambios culturales que impulsen crecimiento, desarrollo, superación, calidades de progreso, no regresos a los ambientes fundamentalistas e indiscutibles. Este, como otros alcances universitarios, sin duda, impulsarán nuevas culturas, diversas, abiertas, plurales, digámoslo, en síntesis, el cerebro de la sociedad está en la universidad, en plural, es el matraz que permanentemente actualiza.

La cultura política democrática canaliza aspiraciones de poder de las instituciones colectivizan, familia, escuela, medios de comunicación, un ejercicio transversal de cultura cívica en la que el Otro es eje de la vida compartida, derechos y responsabilidades, en la que el diálogo entre pares impida la contaminación de la posmodernidad en sus impactos irresponsables, efímeros, de éxitos, de escándalos, en la que lo público es solamente el espectáculo.

No podemos negar que el Estado juega un papel esencial en la misión de las instituciones, sus normas, la voluntad, empero, la voluntad de los detentadores del poder público no basta, es una arremetida política en la que participen instituciones sociales y políticas, los partidos políticos, el sector privado, las universidades, los medios de comunicación masiva de manera privilegiada, los intelectuales, las iglesias, las organizaciones no gubernamentales, entre otros, para el desarrollo de una cultura política democrática.

Todo impulso de cultura política democrática es deformada por los simuladores, en esta era de la velocidad de la luz, en la que toda la realidad se acoge a lo virtual, que está sometida a las pantallas, determinada por la inmediatez, la democracia como sistema de gobierno se exige superar los fracasos de otros modelos, es un ejercicio que no exenta a nadie, cada uno tiene su propia partichela y la hace sonar en el concierto de una sinfonía social que es sus movimientos restituye los valores e impulsa las virtudes del pueblo. La cultura política democrática es el tiempo mismo de la expresión de la población que manifiesta una contención en el momento en que encuentra una ranura para expresarse, para la cultura lo importante es que lo haga por vía del encuentro civilizado de las posiciones y en los canales institucionales existentes.

Una cultura política democrática es ideal para las sociedades en proceso de cambio, como la nuestra, mediante el desarrollo de instituciones y experiencias democráticas, hay un daño impresionante de las actitudes y comportamientos anticonstitucionales que hacen su rostro de la violencia irracional, ideologizada contra la arbitrariedad del poder. Si las autoridades no se acogen al principio jurídico, “si, siempre y cuando no”, entonces deshonran la responsabilidad, secuestran la auditoría social, impiden el empoderamiento de las instituciones, que son el único patrimonio del pueblo, instituciones erigidas en principios de legalidad, tolerancia, pluralidad, competencia, responsabilidad política…

Como lo señala Adolfo Sánchez Vásquez, (Togliatti o la política como sustancia de la historia): “Hacer política significa actuar para transformar el mundo. En la política, por tanto, está contenida toda la filosofía real de cada persona, en la política está la sustancia de la historia y para el individuo que ha alcanzado la conciencia crítica de la realidad y de la tarea que le espera en la lucha para transformarla, está toda la sustancia de su vida moral…”

En México abundan los demócratas de microondas, los políticos saltimbanquis, administradores públicos en calidad de franquiciarías, son, hasta ahora, voces que sentencian sin derecho a audiencia, sin carpeta de investigación, y al propio tiempo legislan desde la frialdad de sus escritorios ejecutivos para gobernar a modo. Es el rostro del transformismo político, del oportunismo, siempre ganan aun por encima de sus convicciones. En este mérito, resulta reconfortante encontrarnos con este estudio de la cultura política actual. Una investigación con fidelidad, lucidez y coherencia, que no supone dogmas, que se ampara en el análisis crítico, esa la gran lección crítica de la realidad social que nos ofrece.