Opiniones 

Cultura financiera / Analogías

Durante los últimos días, específicamente en el programa radial de Radio Fórmula, titulado “Cúpula empresarial”, que conduce el reconocido comunicador, Oscar Mario Beteta, me he percatado de un anuncio que llama de manera especial mi atención; en él se menciona la baja cultura de ahorro e inversión, las oportunidades que éstas ofrecen, las bondades que están ahí para todos, al final del spot, se enfatiza en que estando dentro se puede alcanzar “libertad o independencia financiera”, es justamente la cúspide de la pirámide, la aspiración mayor de cualquier persona que deposita sus esperanzas y sus recursos en cualquier instrumento de inversión. Lo he escuchado tantas veces que me di a la tarea de indagar respecto al nivel de cultura financiera que actualmente experimenta nuestro país.

Antes de entrar con las cifras, quisiera puntualizar el objetivo primario de invertir. Se invierte para evitar que nuestro dinero pierda valor y poder adquisitivo en el tiempo. La inflación es un elemento inevitable que ocasiona que los bienes y servicios cuesten cada vez más a lo largo del tiempo, por tanto, como inversionistas, debemos de buscar mecanismos que contrarresten dichos incrementos en el costo de vida. Si en 2021 tenemos una inflación acumulada del 6%, entonces no podemos aceptar estar dentro de un producto que nos de un 4% o 5% anual, ya que con ello estaríamos sacrificando un 2% o 1% respectivamente. En su lugar, lo que habrá que perseguir es un 7%, 10% o más para salir avantes. La segunda y no menos importante razón de invertir, es la generación o acumulación de riqueza. Existe un efecto mágico que se le conoce como “Interés compuesto”, consiste en la reinversión de las utilidades de cualquier producto financiero. Si obtuvimos 1,000 pesos en el año de esos 10,000 invertidos, para que la magia suceda, es preciso no retirar la utilidad sino generar una nueva inversión, esta vez por 11,000 pesos. Así, poco a poco se genera una bola de nieve que va creciendo constante y exponencialmente. Al paso del tiempo, esa avalancha se convierte en un respaldo que genera tranquilidad presente y futura.

Como se puede apreciar, el factor tiempo y el componente de la paciencia, a la larga pagan con creces. Es preciso definir una estrategia y también aplazar la recompensa de los esfuerzos realizados. De poco sirve estar cortando frutos al árbol de la abundancia antes de que maduren.

Como inversionistas sembramos semillas con cada acción financiera, con separar una cuantía cada mes de los ingresos para el ahorro, con destinar un porcentaje a la inversión. Es un hábito que permite “regar” esa semilla inicial recurrentemente. Así, vienen los abonos de la tierra, que son esas pequeñas aportaciones que hacemos mes a mes, año con año. Llega el momento que al fin se asoma un pequeño tallo del suelo, el mismo que se volverá un tronco fuerte y ancho dependiendo del cuidado que estemos dispuestos a otorgarle. Si las raíces son profundas, si estamos pendientes de ello, entonces surgirán una serie de ramas que tendrán dos funciones: dar sombra y proveer de frutos. Esa es la magia de la inversión, el sembradío de árboles financieros, la consolidación patrimonial, la jubilación auto generada, la herencia a posteridad para los que nos precedan.

Hablemos ahora de la cultura de inversión. Específicamente en el mercado de capitales, en la bolsa de valores, en su página oficial, la BMV (Bolsa Mexicana de Valores), menciona que, En México por cada 1,000 personas de la población económicamente activa, solamente 4 invierten en dicho instrumento. El dato es revelador, el 0.4% de los mexicanos en edad productiva ha considerado la renta variable como una alternativa para ganarle al efecto inflacionario, para crecer los caudales patrimoniales. Si contrastamos dicha estadística con nuestro vecino del norte, Estados Unidos, tenemos que en la Unión Americana, el 60% se encuentran dentro, lo que es lo mismo, 6 de cada 10 personas. Ahora podemos dimensionar por qué una nación es líder mundial y la otra no, por qué los ciudadanos del norte se jubilan en las paradisiacas playas de Tulum, mientras que nuestros connacionales siguen laborando aun después de su retiro debido a la falta de recursos económicos. No es una cuestión de que allá se ingresen dólares y aquí pesos, es un tema de cultura financiera. En un mundo capitalista no se puede estar contracorriente, no se debe desinteresar por el devenir financiero. No es un tema de azar, es una cuestión de formación, de educación, de estrategia y perseverancia.

La mayoría de las cuentas de jubilación se han percatado de los efectos de la inflación, por ello, casi todas están invertidas en el mercado de capitales. Puede sonar paradójico pero no lo es, hay una razón de fondo en ello. De hecho, de acuerdo al periódico El Economista, en México las Afores invierten un 14% en renta variable internacional y un 6% en renta variable nacional. De cada 10 pesos que destinan, 2 los colocan en bolsa. Por algo será.

Se teme a lo que no se conoce. Hay muchos mitos y leyendas respecto a la participación en el mercado de valores. Pensamientos como que es un lugar donde se pierde dinero, que es solo para grandes fortunas, que es solo para gurús de las matemáticas y la estadística, y la lista sigue. Lo cierto es que una vez que estás dentro, las oportunidades son ilimitadas. Claro, no hablamos de entrar por tu cuenta sin previo estudio, asesoría y demás pormenores. Se trata de que sepas cómo funciona cada instrumentos, el perfil de riesgo asociado y, por supuesto, las estimaciones de rendimientos esperados. Es una carrera contra la inflación, es un paso para establecer unas raíces profundas de los árboles a ser plantados.

Ser dueño de una participación accionaria, va más allá del mero lucro en su apreciación o plusvalía con los años. Es ser propietario de una fracción de la compañía, tal vez no tengamos el derecho a voto de sus decisiones, pero sí somos tenedores patrimoniales de la misma. A través del mercado de valores podemos ser parte de emisoras internacionales, tan lejanas como China o Japón, a través del SIC (Sistema Internacional de Cotizaciones), que permite adquirir participaciones accionarias de las empresas extranjeras.

Para más información, te animo a que te acerques con tu banco, la mayoría dispone de una departamento bursátil, otra alternativa es localizar una casa de bolsa, ya sea en físico o en línea. Por fortuna vivimos en la era de la información, en la que todo está al alcance de un clic. La democratización de la tecnología, o el alcance masivo, ha puesto al servicio de la mayoría el acceso a los mercados internaciones. Lo mejor, a un costo muy bajo y con límites de entrada pequeños. Aprovechemos estas bondades y comencemos a plantar los árboles de nuestro jardín de la prosperidad.   

La opinión de César Omar Ramírez de León: Empresario, Consultor en Finanzas Personales e Inversionista en el Mercado de Capitales.