Crisis sanitaria, génesis de políticos emergentes / Ruelas

“La nueva normalidad”, decía en la entrega próxima pasada que, es un predicado doctrinario y no una pedagogía política por la que el Estado de sentido a los comportamientos ante la nueva circunstancia que impone Covid-19, que como serpiente amenazante vocifera epitafios a los públicos diversos. En el discurso de nueva normalidad se les pasó la mano con los grupos vulnerables, y la realidad refleja falta de consideración del coronavirus ante los ensayos gubernamentales. Adolfo Sánchez Vázquez uno de los grandes de la verdadera izquierda, en “Las revoluciones filosóficas de Kant a Marx” nos enseña que: “… así como Kant tuvo como fin de su reflexión el explicar que es el hombre; que Hegel buscó explicar el mundo a través del Espíritu; Marx concibió al hombre como un ser onto-creador cuya realización plena está impedida, obstaculizada y desnaturalizada por la sociedad…” se refiere a las sociedades que hemos creado; convoca a “cambiar al mundo para crear una sociedad más justa y más libre”. 

 Nuestra sociedad ha mostrado que no siente, reta los límites objetivos y materiales de su insensibilidad en sus comportamientos de la semana próxima pasada; nuestros pueblos se manifiestan apáticos, han mostrado incapacidad para comprender el peligro que entraña no atender la contingencia sanitaria. Nos mostramos jugando “bebe leche” en las vías del tren, como si “la casa redonda” nos pudiera responder sobre la salud de la tragedia. “El contagio del rebaño” recitado por López Gatell, el militante, nos pone al borde del abismo, gustoso que demos un paso adelante. En ese mérito entre la insensibilidad, la apatía, la incoherencia, nos mostramos, con lamentable verdad, despiadados ante las posibilidades adversas del futuro en salud, ante una crisis económica, una entropía de entendimientos con el cuerpo electoral, pues a pesar de las despensas, el gel sanitizador…, el voto y la voluntad no quedan hipotecadas, en consecuencia habrá un examen crítico en medio del desconsuelo social y, algo que los políticos gobernantes no quieren aceptar, la gobernabilidad estará amenazada.

 He aquí el nicho de oportunidad para políticos capaces y prácticos que no han alcanzado nominación en las franquicias políticas; una generación plural, diversa, actualizada, crítica…, emerge, llega con nuevas formas de hacer política, empoderados conocimientos para procesar los problemas, sin los vicios escolásticos de la política, son la generación Covid-19, llegará como una serpiente amenazante para ubicar las formas de las nuevas circunstancias. “El siglo XXI será ético o no será”, nos dice Gilles Lipovetsky, tiene toda la razón, el rostro de comportamientos en el secuestro sanitario ante las crisis, puso todo en crisis, de lo personal a lo colectivo, de lo familiar a lo social, los signos vitales mostraron nuestras enfermedades. La ruta de “la polis” para la nueva generación política está en el pentagrama de la sinfonía social: recuperación de la ética, tocada en SI colectivo mayor. El coronavirus desenmascaró, encubrimiento, arbitrariedad, favoritismo, complicidad, impunidad, en plural, de la generación política Narciso, modelo envejecido, arrugado, decrépito, enfermo de imprudencia, no le valieron implantes, ni restirados, rechaza el colágeno, se hiso alérgico al Botox, las cirugías no lo consuelan, padece crisis nerviosas…

El pueblo “temprano (levantará) la madrugada”, se hartó. El tema de la corrupción quedó en un enunciado de cruzada propagandística, la vieja generación política mostró su decadencia moral, su caducidad ética. Tengo para mí que difícilmente habrá, aún en con mega-necesidad, quien les facilite la simulación y el engaño nuevamente. El epicentro de la sobre mencionada corrupción no es un tema de escaleras ni de sanitizantes, es un problema de Estado, pero no es el único, la corrupción, como la humedad, se muestra en todas las áreas sociales. El antídoto está en la instrucción pública y privada, en el diseño de la educación nacional no partidaria, en la cultura de culturas, en la exigencia de un chance ontológico que las personas debemos darnos para entender las costumbres y atenderlas con carácter, así la sociedad con rostro de pueblo, la masa con vestido de público participará y deliberará en el ámbito más delicado de la vida pública: la política. Un matrimonio entre ética y política por bienes separados. Los que llevaron agua a su molino, en ese juego peligroso, como campo minado, fueron corrompidos por políticos que manejan recursos robustos que convencen y juegan al divorcio artificial de la sociedad. La manipulación demanda muchos recursos, sobre todo dinero.

 El rostro de los políticos agotados es el que muestran en un discurso que descalifica al adversario; perversión de decisiones para legislaciones injustas e inoportunas; el ejercicio del gasto, de la hacienda pública, regido por el viejo adagio “en política el poder no se comparte”, ergo, la afectación presupuestaria es opaca, cancelan el espacio del empresariado. Manifiestan ilusiones de perpetuación en base a un idílico consenso nunca mostrado.