Chapulinismo y dedoscopía

Primero les pidieron el número del cunero donde pasaron las primeras horas de sueño. La cartilla de vacunación. Y la carta de no antecedentes de bullying en la secundaria. Después tomaron el curso de capacitación política en la escuelita rural. Los sometieron a exámenes de “conocimientos básicos”. Les llamaron para una entrevista personal. Les preguntaron de sus pendientes civiles y penales. Hablaron de las declaraciones fiscales. Y revisaron las declaraciones patrimoniales, que en ocasiones suelen escribirse con la tinta del olvido, al fin, la memoria no tiene hueso.

Los procesos primarios del PRI Aguascalientes me recuerdan a las posadas tradicionales, donde a los invitados les vendan los ojos. Les dan veinte vueltas hasta marearlos. Los colocan en el lugar exacto para romper la piñata. Les permiten tocar a ésta por un instante. Y empieza el alentador cántico del sueño inalcanzable: dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino. El bateador abanica tantas veces como su persistencia le impulsa. Y termina pegándole a la pared o al descuidado compadre. Sólo uno o una destroza el cántaro y se lleva la preciada colación.

Pero voy por partes, como acostumbro hacerlo cuando me truenan los dedos para que vaya a comprar la croqueta del góber, el imponente perro pug, amo y señor de mi White House.

En mi entrega anterior señalé que Dennis Ibarra Rangel, de etiqueta lozanista, estaba siendo desplumada por María de los Ángeles La China Aguilera Ramírez, integrante del partido Lorena Martínez. Como los lectores jornaleros están enterados, la gallina lozanista perdió la pelea de fea manera. Sus lentes oscuros volaron por los aires. Cayeron al ruedo. Los cristales se estrellaron en el ensangrentado piso. Los navajazos de la gallina Profeco fueron mortales. El pico de la derrotada tocó la arena. La humillada fue levantada por su desconsolado soltador. Alejandro Díaz Lozano, Paco Chávez Rangel y Carlos Penna Charolet, simpatizantes de Ibarra Rangel, estaban desconsolados.

La crónica del periodista Carlos Romo Medina refiere el pobre evento en que se registró como precandidata La China y la evidente desunión que generó entre los rojos su nominación: “No estuvieron presentes para levantarle la mano a Aguilera Ramírez, ni Dennis Ibarra Rangel ni Gustavo Granados Corzo, quienes sí estuvieron en el registro de (Goyito) Zamarripa Delgado (para el Distrito I)… Además trascendió que de la Fundación Mamá Cuca que dirige Liz Martínez, y tiene como presidenta honoraria a Lorena Martínez, llamaron por teléfono para ‘invitar’ a lideresas de algunas colonias del oriente de la ciudad para que manifestaran su adhesión a Aguilera Ramírez” (aguzados.com, 06/02/2015).

La imposición deja en evidencia que el CEN del PRI no tiene el mínimo interés de regresarle la credibilidad al tricolor y fortalecer la representación de sus sectores y organizaciones estatales, al fomentar el Chapulinismo como un estilo pernicioso para escalar la cumbre del poder, tal y como lo señalé en mi texto Gula política, publicado hace quince días.

Además, fue una mentada de madre al priismo químicamente puro, talachero, leal y de inquebrantables convicciones. Cabe recordar que La China Aguilera perteneció al PAN con el “estatus” de “adherente”, “clave AURA700509MASGMN00” y “domicilio Parque de los Nogales 101 Norte, Trojes del Sur, 20209 Aguascalientes, Aguascalientes”, según consta en el viejo “Registro Nacional de Miembros” que conservo en mis archivos. Hace un año y tres meses, apenas, protestó como diputada local por tres años: ganó el V Distrito con una diferencia mínima de 182 votos. Hace días abandonó el encargo.

Si se trataba de sumarle a la paridad de género y a la causa lorenista para el 2016, existían otras opciones rentables que hubieran generado muchos aplausos a la designación en el II Distrito, por ejemplo: Liz Martínez, exdirectora del DIF municipal Aguascalientes, el mejor ejemplo de congruencia, seriedad, madurez, sencillez, entrega a la comunidad y bonhomía que despierta la simpatía natural.

En el Distrito I Goyito Zamarripa Delgado, el gallo del peñismo, derrotó a Paco Chávez Rangel, la propuesta del lozanismo en el Distrito Federal.

Y en el Distrito III José de Jesús Ríos Alba, del partido lozanista, no tuvo contrincante al frente. Los publicistas del pediatra destacan sus virtudes personales y profesionales, que lo hacen merecedor de una espléndida candidatura… pero para dirigir el Seminario Menor, porque en una batalla electoral se requiere algo más que el Padre Nuestro, sobre todo, en esa demarcación, eminentemente panista.

Según el portal del PRI nacional las designaciones en el país se dieron tras un estudio “demoscópico”. Traduzco: lo que la cúpula quiso decir fue que se utilizó un trabajo dedoscópico, un señalamiento del eficaz dedo, pues.

El chapulinismo y la dedoscopía tricolor se casaron en Aguascalientes. Intercambiaron las arras de la incongruencia, el oportunismo, la traición, el ambulantaje, la amoralidad y la Rent Seeker (Buscadora de rentas).

Queda pendiente la repartición de la candidatura plurinominal, que sabe a miel y huele a hiel para Héctor Hugo Olivares Ventura y José Carlos Lozano Rivera Río, contrincantes en esa posición.

Porque alguien tiene que escribirlo: Otra egresada del panismo, Lourdes Dávila Castañeda, asumió este año la secretaría general del PRI Aguascalientes. No importó su procedencia azul ni su derrota en las urnas electorales del año reciente, para imponerla a los azoradas priistas de viejo cuño.

Como van las cosas, es probable que la abanderada tricolor para 2016 salga de las filas del PAN. La cantera roja desapareció. El proceder me recuerda al América que juega con siete extranjeros.

Por: Mario Granados Roldan

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