César, Dios y el obispo «Chemita», tres en uno/Vale al Paraíso

La semana reciente tres bengalas iluminaron el claro cielo de la gente buena. La sesión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para resolver el caso Aguascalientes. El pic nic radiofónico de Lorena Martínez. Y la primera conferencia de prensa de Martín Orozco Sandoval, en su calidad de gobernador electo.

Revisemos la primera. Habrá tiempo para desmenuzar las otras dos, como si fueran carnes deshebradas.

José María «Chemita» de la Torre Martín, obispo de Aguascalientes, erró la vocación; bien pudo haber sido la preocupante competencia brillante de Juan José El Pepillo Origel, el chismoso comentarista de la farándula, o «El Bronco» tapatío de la política aguascalentense, pero al final de cuentas, se decidió por el sacerdocio, al que se ordenó el 1 de junio de 1980.

Vivillo desde chiquillo, consideró que sus inquietudes políticas serían encauzadas por lo caminos de Dios, aunque, para lograr su objetivo, hizo a un lado la narrativa de San Mateo (cap. 22), cuando Jesús les dijo a los fariseos: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Del César, respondieron. Entonces les replicó: Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

El gran «Chemita» se arremangó la parte correspondiente de la sotana negra. Colocó en el perchero el solideo. Cambió los finos zapatos por unos tenis, eso sí, de marca. Le avisó a su «Sancho Panza», Carlos Alberto Alvarado, el vocero de la Diócesis local, que preparara el caballo pura sangre traído desde Pegueros, Jalisco, la tierra natal de ambos. Pasó a su despacho. Se sentó en silla de caoba. Encendió la computadora. Se puso a redactar la Carta Pastoral. Afinó la puntería. Y disparó al blanco con buen tino.

Antes de partir al campo de la batalla electoral, aplicó el limpiador de lentes a sus Ray-Ban. Habló con el ministro de culto encargado del templo de San Miguelito. Sacó del armario la espada de San Miguel Arcángel. Se encomendó a la Virgen de la Asunción. Le prometió la victoria del 5 de junio. Y mandó al diablo a las instituciones, a la Constitución, al estado laico, a Dios y al Cesar.

Todos los magistrados consideraron que “se acreditó un actuar indebido de algunos ministros de culto religioso durante el proceso electoral”, pero no fue determinante en el resultado; es decir, «Chemita» y sus vasallos intervinieron la política electoral, pero en el acervo probatorio no se encontraron los elementos suficientes para anular la elección de gobernador de Aguascalientes lo que hace suponer que no hubo tal intervención o que fallaron —por ignorancia supina o negligencia malsana— las eminencias jurídicas priistas que participaron en el engrosamiento del expediente y en la promoción de los recursos contemplados en las leyes de la materia; por ejemplo, el PRI y coaligados, jamás iniciaron ante el IEE el Procedimiento Especial Sancionador, o presentaron ante la Secretaría de Gobernación, la queja por la supuesta intervención del clero político a favor del PAN y su candidato; bien pudieron hacerlo durante los dos meses de campaña, pero el profesionalismo no fue lo suyo.

Más pronto que ayer, habrá que instruir a los jurisconsultos tricolores sobre el valor de la “determinacia”, de los “elementos de prueba” y de las “constancias que obran en autos”; consultar el diccionario para conocer el significado de “adminicular”, puede ser un buen principio para los tinterillos.

En la sesión del Tribunal, también se ordenó dar vista a la Secretaría de Gobernación (Segob) y a la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), “para que en el ámbito de sus respectivas competencias determinen lo que en derecho proceda por la injerencia de los ministros de culto de la iglesia católica de Aguascalientes en el proceso electoral” (TEPJF, Sala Superior, Boletín 394/2016, 20/10/2016).

Qué hará el titular de la Segob, Miguel Ángel Osorio Chong, probablemente nada. En la elección presidencial de 2018 se repetirá la historia. La que siempre escribe el primer poder divino y el cuarto terrenal.

Lo que si queda claro es que el clero católico por andar en la grilla, desatiende el changarro. Orilla a las decepcionadas ovejas a dejar su Iglesia, Los datos del INEGI reflejan la notoria deserción: la población católica en México pasó de 99.5 por ciento a 82.7, 16.8 puntos porcentuales en menos de cien años.

Bien lo decía Otto Granados en su comentario radiofónico (Radio Grupo) del lejano 2 de octubre de 2014: «Con el tiempo nos hemos ido acostumbrando a ver a los obispos hablando sin ton ni son de todo lo terrenal y muy poco de lo divino; de oficiar, bautizar, bendecir, confesar, absolver, casar y aplicar los santos óleos, los sacerdotes pasaron a ser bocinas de plaza, y como tales a emitir lápidas verbales a propósito de cualquier tema o persona.

«Ahora son investigadores policíacos, terapeutas sexuales, economistas expertos, consultores fiscales, analistas políticos, asesores legales y especialistas en salud pública, y por lo tanto se sienten movidos a opinar de cada tema con tal sapiencia que uno tiene la curiosidad natural de saber si sus credenciales al respecto provienen de inspiración divina o de experiencia práctica. Y lo más sorprendente, lo que más debían, el acompañamiento espiritual, la solidaridad, la caridad, es de lo que menos hablan.

«Se comprende que a diferencia de otras en el mundo, la jerarquía eclesiástica mexicana nunca ha brillado por su profundidad filosófica, o por sus dotes intelectuales y por ende se mueven más a gusto en la perorata, en la ocurrencia, o en los chistes de mala calidad».

Porque alguien debe de escribirlo: Siete días se tardó Rubén Díaz López, representa del PRI ante el IEE, en decirme que su actuación “fue pulcra, apegada a derecho y sin politiquerías  (al tiempo)”; que “el PRI se opuso terminantemente” al computo estatal por el “cúmulo de irregularidades”, como consta en la versión estenográfica de la sesión correspondiente; que en su calidad de representante “no es el responsable del cómputo de votos distrital, donde desaparecieron los votos”; y que “no firmó el acta de computo estatal”.

Me hubiera encantado recibir la documentación que respalda sus aseveraciones, pero no fue así: quien afirma está obligado a probar. Yo por eso, a los políticos no les creo ni la resurrección del Cruz Azul.

Por mi parte, exhibo el sustento de mis comentarios: “Escalpelo”, la columna de «El Heraldo de Aguascalientes» (04/10/2016) afirmó: “Por si todo eso fuera poco, durante una sesión del Consejo General del Instituto Estatal Electoral, el representante de Morena, Ricardo Barba Parra puso en la mesa justamente esta inconsistencia que hoy trae de cabeza a partidos e instituciones electorales, denunciando desde ese momento que los números del distrito 01 local, contenían diferenciales importantes, sin embargo, como el PRI y los coaligados eran los directamente afectados, no así Morena, todo quedó en ese oportuno señalamiento al que nadie dio seguimiento.”.

Además, para corroborar el dicho de “Escalpelo” platiqué con Ricardo Barba Parra, representante del Morena ante el IEE, quien me proporcionó otros elementos y ratificó los datos de El Heraldo; también autorizó su uso por “ser públicos”.

Nada dice Díaz López de sus placeres mundanos, los descubiertos por «Metropolitano» en línea, el 5 de junio: “Cacharon al representante del PRI ante el Instituto Estatal Electoral (IEE), Rubén Díaz López, viendo porno al interior de las instalaciones de este órgano electoral”, el día de las elecciones.

“Ante lo inevitable. Híncate y reza”, recomienda el filosofo potosino de La Lonja.

Rayando el muro del vecindario: Cuando el avispero político estaba en su apogeo por la difusión del video de la comida celebrada en el penthouse de Vicente Pérez Almanza, aquel domingo 12 de junio, Lorena Martínez recordaba el natalicio del admirado Mario Benedetti, el reciente 14 de septiembre.

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