Caín y Abel, región aldea
La nata política de Aguascalientes insiste. Las desavenencias se generan entre correligionarios. Tricolores y blanquiazules le agregan decibeles a la verborrea. Son incapaces de dirimir sus litigios familiares en el cuarto de lavado, donde se usa el aromático Suavitel. Prefieren el lavadero en la azotea para pasarle una y otra vez el jabón amarillo a la percudida ropa. El vecindario chismoso mira el espectáculo.
Primero sueltan la lengua en público y luego se quejan en privado de la estridencia mediática: “Tergiversaron mis declaraciones”, “Sacaron de contexto mis palabras”, “Yo no dije lo que dije”, “Ya ves cómo son los reporteros”, dicen a manera de excusa recurrente, después de haber lastimado al brother.
El alcalde capitalino, Toño Martín del Campo, evade la polémica. Se niega a filmar la nueva versión de Caín y Abel, versión aldea. Su experiencia política le permite discernir entre aplicar el salario pagado por los contribuyentes para engancharse en diferendo innecesario, o dedicarse de tiempo completo a la gobernanza del municipio. Opta por la segunda opción, siempre rentable. Se declara respetuoso de los señalamientos caseros. Responde con mesura.
La ciudadanía agradece la decisión a quien todavía permanece intocado en la lid electoral. El palmarés de Martín del Campo le presenta como un activo muy importante del blanquiazul: tres victorias -dos para diputado local y una para presidente municipal- y cero derrotas. Muy pocos pueden jactarse de esa invicta travesía.
Los tricolores Lorena Martínez y Gabriel Arellano le suman a sus discrepancias históricas. Así se llevan, aunque no escribiré que es tema personal, porque en política nada es personal, salvo los puntapiés entre correligionarios de cuello almidonado.
En el Congreso del Estado, el Grupo Parlamentario del blanquiazul está confrontado. Silvia Garfias y el buen Ulises Ruíz Esparza mostraron sus disensos en la tribuna legislativa, donde el Grupo Parlamentario del tricolor y del verde también se enfrentó por el sobado tema de los circos y sus animalitos, y los toros de lidia. Los muy verdes se sintieron los tarzanes de la selva parlamentaria gobernada por su padre.
Y bueno, el pleito entre consanguíneos no es privativo de Aguascalientes. La reyerta en el Cerro de la Silla es otro caso. El periodista Ciro Gómez Leyva, en su texto Pues qué demonios hizo el diputado Javier Treviño, se refiere a un video-destape subido a YouTube por este aspirante, el 12 de julio, que “enfureció” al PRI de Nuevo León, y priistas “nacionales” interesados en promover a sus precandidatos para elección de gobernador en 2015: “Con lenguaje cuidadoso, Treviño ha perfilado que la clase política nuevoleonesa, concentrada en ‘lo electorero y las frivolidades’, no está a la altura de las circunstancias”(Milenio Diario, 24/07/2014).
La disputa familiar por el poder propicia moretones. Se generan percepciones negativas. El mensaje no da para otra interpretación. Ambiciones fuera de madre corren presurosas. Utilizan hasta lo indeseable para ofenderse, empezando por la lengua, al fin, ésta no tiene hueso que fracturarse. Y olvidan que el camino a Damasco está muy lejos, todavía, en el 2015 y luego el 16.
Porque alguien tiene que escribirlo: Juan Carlos Rodríguez, Édgar García Zamarripa y Raúl Ortega Jiménez fueron presidentes estatales de la Cámara de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (CANADEVI). Se pasaron la estafeta unos a otros. Son aliados. También amigos.
Los tres Reyes Magos manejan oro, incienso y mirra. Están vinculados al apetitoso sector inmobiliario, en calidad de funcionarios públicos en Aguascalientes. Rodríguez es titular de la Secretaría de Gestión Urbanística y Ordenamiento Territorial (Seguot). García funge como director del Instituto de Vivienda Social y Ordenamiento de la Propiedad. Y Ortega es delegado del Fovissste, por recomendación del primero, confía Garganta Profunda. Sólo le falta al poderoso triunvirato posesionarse de la delegación del Infonavit, con Jan Espinosa Teubel al frente, para armar la mesa del sabroso dominó entre amigochos.
Al tenor de casas vemos, cimientos no sabemos, Ortega Jiménez, ex accionista mayoritario de la constructora Orma, Viguetas y Construcciones, S.A. de C.V. está acusado de fraude y abuso de confianza por derechohabientes del ISSSTE. Los trabajadores compraron a esa empresa viviendas y lotes con créditos otorgados por Fovissste. En muchos casos no se han entregado las casas y en otros se escrituraron sin estar terminadas.
El delegado del Fovissste está metido grave problema. En un delicado conflicto de intereses. La honradez y el profesionalismo de su entonces empresa está en capilla. Ahora es juez y parte demandada y denunciada. Por lo pronto, el funcionario federal actuó rápidamente a su favor. Está protegido por la justicia federal (amparo 1892/2014) contra una orden de aprehensión, reaprehensión, retención, comparecencia y presentación dictada en su contra por los delitos que se le imputan.
Los afectados recorren oficinas públicas. El vía crusis es interminable. La Seguot de Juan Carlos Rodríguez giro en marzo un oficio a la constructora de su cuate, pero eso y nada, es lo mismo. Y Ortega Jiménez está más dedicado a los sobresaltos judiciales, que en sumarle al progreso para todos, como lo demanda reiteradamente el gobernador Lozano de la Torre.
En esa dependencia federal huele a gas desde hace tiempo. Ya estando en funciones Ortega Jiménez se informó en estas jornaleras páginas de “cinco casos de ejercicio de créditos en demasía o créditos inflados” otorgados por el Fovissste (24/10/2013).
Ortega Jiménez está obligado a renunciar al Fovissste si tuviera un poquito de vergüenza, claro. El salario público le obliga a trabajar de tiempo completo, sin distracción alguna. Sebastián Lerdo de Tejada, director general del ISSSTE, debiera actuar en consecuencia, ¿no cree usted?.
Por: Mario Granados Roldan/Vale al Paraíso
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