Benito Juárez

“los hombres no son nada, los principios lo son todo”

Hace mucho la juventud y la sociedad en general reclaman a gritos de manera indirecta un ícono que pueda ser inspiración, motivación y entrega por el ideal de servir a una patria que no es ni ordenada ni generosa, es decir se hace manifiesta la necesidad de un héroe, de ese personaje que en la semiótica de -Umberto Eco- rescata y trascienda en el ideal.

En lo personal tengo distintos héroes que merecen mi respeto y admiración, quiero hacer mención de uno en especial sobre todo por la posición energética en que entramos todos los 21 de marzo cuando el equinoccio de primavera adentra en péndulo que viene de oriente me refiero a Benito Juárez.

Nacido en Guelatao Oaxaca, de familia de escasos recursos, sus padres murieron cuando él tenía solo tres años, justo la edad de un iniciado, su estatura baja, pero su temple de acero, con la adversidad en cada momento y con un patria esperando a que fuera tomada por la amenaza o por la justicia. El legado de Benito Juarez vence a la muerte sus restos no se encuentran bajo la lápida mortuoria convertidos en cenizas están dentro de nuestras almas convertidos en sentimiento e idea.

Este héroe vive en todos los hombres que creemos firmemente en la justicia y sabemos que llegará el día en que el soberbio será vencido y el desposeído le arrancara de sus manos las riquezas y privilegios que aun disfruta producto de la ambición desmedida que traiciono a un país.

En medio de la tormenta, de las angustias y de las desilusiones, cuando cada momento era un peligro, cuando los fuertes no tenían reposo, cuando los espíritus no podían dormir, cuando la furia del huracán revolucionario azotaba con furia creciente las espaldas de aquellos que se dicen herederos de la divinidad, cuando nuestro hermoso cielo promulgaba la bandera francesa con orgullo, que de la victoria estaba acostumbrada a envolverse en gloria, cuando los hijos de la palabra de Dios daban soliloquios sobre la herencia Romana, Juárez legislaba, legislaba y legislaba para que existiera un patria de equilibrio, formaba una patria nueva e ilustrada, porque sabía que la patria jamás debe dejar de ser libre, y precisamente por eso como presidente promulgó un conjunto de disposiciones legales que integran el magnífico cuerpo jurídico de las leyes de reforma, con las cuales activo la economía, dio orden a la administración pública, tranquilidad ciudadana para garantizar la libertad de culto, libertad de pensamiento y de conciencia y lo más importante dio al Cesar lo que era del Cesar y a Dios lo que es de Dios.

El mundo de entonces muy parecido al de ahora nos creía en la barbarie, que carecíamos de inteligencia, desprovisto de fervor, de amor patrio, de incapacidad, aseguraban que nuestros soldados correrían al ver las formaciones de las tropas francesas que el sol de Austerlits nunca pudo quemar, porque ellos fueron los soldados que enfriaron las nieves de los Alpes y que finalmente mordieron el polvo de las llanuras Mexicanas y fue el indio de Guelatao quien les dio cátedra de como sostener la dignidad de un país y de hacer sentir el amor patrio.

Larga sería la lucha sin duda de esos años, larga sería la lista de todos los esforzados y valientes que dieron legado a esta nación, Juárez sin espada, sin corcel guerrero sin casco refulgente y vistosos que arrastraban a las multitudes a la hecatombe, como un estadista de ley y de paz se puso al frente de la lucha contra de la ambición y en contra de la traición con una sola arma en sus manos el derecho.

Juárez el emanado de la humilde choza de Oaxaca venció en dignidad y en valor al brillante trono de Versalles y el continente europeo se estremeció ante este hombre de honor.

Muchos dirán que no fue un héroe, pero son los mismos que cuestionan todo, los que no creen en nada, los que han dejado la esperanza por la crítica, no estoy hablando de un Santo, estoy hablando de un héroe que derramo sangre y defendió el pensamiento liberal que protege al derecho, para mí un héroe que trascendió de la muerte a la eternidad. Larga vida a Juárez.

Por: Roberto Ahumada