Baja nivel de aprobación de legisladores mexicanos

Aguascalientes, Abril 28 (2015).- Los niveles de aprobación del trabajo del Congreso son particularmente bajos. Y así ha sido a lo largo del tiempo. En la serie de Parametría, la cual empezó a evaluar al legislativo desde 2002, muestra que la calificación del trabajo de los diputados y senadores es consistentemente baja a lo largo del tiempo. En enero de este año, más de la mitad de la población dijo desaprobar la forma en la que los diputados federales y los senadores realizan su trabajo (54 por ciento y 56 por ciento, respectivamente) y únicamente tres de cada diez aprobaron en cierta medida al Congreso.

Por ello resulta irónico que haya tanto interés entre los integrantes de diferentes partidos por ser miembros del Congreso. En días recientes no solo ha habido gran interés público en saber los nombres de los candidatos a diputaciones de mayoría, sino también los de representación proporcional. Es paradójico que se quiera ser miembro de una institución con niveles de aprobación tan bajos.

Antes de 2000, en las administraciones presidencialistas de los gobiernos priistas, el Congreso era un poder desconocido para el ciudadano. Antes de la administración del expresidente Fox el Congreso era un ente más bien ausente para el ciudadano promedio. La célebre frase: “El presidente propone el Congreso dispone” abrió un capítulo inédito en la relación entre Ejecutivo-Legislativo, pero sobre todo hizo que este último se hiciera presente ante la opinión pública.

Hubo un evento público que provocó que el ciudadano se preguntara: ¿Qué es Congreso? ¿Qué facultades tiene? ¿Desde cuándo es tan poderoso? En abril de 2002 el expresidente Fox no pudo salir del país para realizar una visita al expresidente Bush en su rancho en Texas. El Senado se lo impidió. Fue un viraje de 180 grados para nuestra tradición presidencialista. La respuesta al ciudadano fue más compleja que la misma pregunta: siempre había tenido el poder de veto, pero nunca lo había ejercido.

Los porcentajes más altos de desaprobación tanto para diputados como para senadores se registraron en 2012, entre abril y mayo; es decir, antes de las elecciones, cuando seis de cada diez desaprobaron el trabajo de estas instituciones. Mientras que en 2008 se registraron los niveles más altos de aprobación, cuando cerca de cuatro de cada diez mencionaron apoyar sus labores. Por más de una década el Congreso ha tenido más números negativos que positivos al ser calificados por los ciudadanos.

En la Cámara de Diputados, la actual legislatura presenta mejores porcentajes que la anterior, aunque los números negativos han subido en los últimos meses, seguramente derivado de la aprobación de las reformas, entre ellas la financiera y la energética, las cuales fueron fuertemente cuestionadas.

El ciudadano promedio además de no tener idea de la importancia que representa el Congreso y lo fundamental de su trabajo, tampoco tiene muy claro qué hace. Legislar finalmente es una tarea abstracta. La mayor parte de que los diputados son conocidos por su labor de gestión y lo que hacen su oficina, pero poco por su récord de votación.