Amor de cuatro estaciones
Mario Granados Roldán/Vale al Paraíso.-El pequeño volcán despierta. Dibuja en el aire vistosas fumarolas tricolores y blanquiazules. Los fanáticos ondean las banderas del enojo. Los ultras hacen sonar los tambores de la desconfianza. Los radicales vociferan. Mientan jefas antes del 10 de mayo.
Ven moros con tranchetes. Agitan la tela de las elucubraciones. Cuestionan la cercanía, la “maldita”, para ellos, los amos y señores de las calles ensuciadas por el enfrentamiento entre gobernantes.
Olvidan que el matrimonio tuvo su etapa de noviazgo, que antes disfrutó los momentos de conquista. El proceso se envolvió, desde el principio, con el atractivo celofán de la sinceridad, porque “hechos son amores y no buenas razones”.
La historia de hizo para consultarse, para entender el presente y conocer el pasado, no para arrumbarse en el librero del abuelo.
El gobernador Carlos Lozano de la Torre respondió al cuestionamiento que le formuló en exclusiva La Jornada Aguascalientes, mientras esperaba a que votara su candidato a la alcaldía, Francisco Chávez Rangel. Escuchó atento la pregunta, bajó la mirada, de pronto la levantó y contestó sin mucho pensarlo: “siempre tenemos un plan B… Vamos a gobernar y a gobernar bien con quien gane… Desearía que ganara mi partido, pero si no… Algunas veces se trabaja mejor con otros, que con los nuestros”.
La declaración mañanera seguramente estaba respaldada por los números del trabajo demoscópico mandado hacer la semana previa a la elección. El gobernador estaba conciente de que el PRI perdería la Presidencia Municipal de Aguascalientes. Aunque la jornalera nota consignaba otro escenario, a decir de Viridiana —de Consulta Mitofsky—, que a las 10:05 horas revisaba los formatos de sus encuestas de salida: “hasta ese momento llevaba nueve electores entrevistados, dos se habían negado a participar y siete lo habían hecho gustosos. ‘Han sido más los que votaron por el PRI’, comentó la joven estudiante de Economía de la Universidad La Concordia” (LJA, 8/07/2015).
Cinco días después de aquella jornada electoral, el primer priista del estado sale de los escombros de la derrota de su partido para reunirse con alcaldes y diputados locales triunfantes. “‘¿Alguien desea hacer algún comentario?’, consultó el gobernador Carlos Lozano de la Torre, después de su discurso, con acuciosa mirada a sus huéspedes, los candidatos vencedores de las elecciones; todos, menos unos… ‘¿Cuál comentario, verdad? ¡Aquí lo que veo son puros ojitos contentos!’, exclamaría el Ejecutivo estatal y estallarían las risas con las que se rompió el hielo; él mismo parecía ser el más contento de todos… El ‘lamerse de las heridas’ había quedado muy atrás” (LJA, 13/07/2013).
Al calor del amistoso desayuno, el priista Carlos Lozano y el panista Toño Martín del Campo acordaron mutua cooperación y civilidad. El próximo alcalde de la capital ofreció su voluntad personal y política para contribuir al progreso y bienestar de los habitantes de Aguascalientes. La galería de los Gobernadores de Aguascalientes sonreía complacida. Se alegraba por la cordialidad destilada durante el evento, donde las oposiciones al gobierno estatal priista formaban mayoría.
Los meses pasaron. Los años transcurrieron. Y el acuerdo se viene cumpliendo a cabalidad hasta nuestros días. El lunes 27 del mes reciente el gobernador decidió sacarle lustre a las alianzas, al invitar al alcalde capitalino a renovar los votos de trabajo para fortalecer la agenda conjunta en beneficio de Aguascalientes.
La fotografía del encuentro generó airados comentarios de los Franeleros de la Política, en los discretos confesionarios pintados de azul y rojo, pero eso no le importó a Martín del Campo, quien presumió su magnifica relación con Lozano de la Torre y confirmó la verdad sabida por la feligresía: Él tiene mejor relación, más cercana, con el gobernador que la que ostentó en su momento la anterior administración municipal.
Pues sí, Lorena Martínez se las vio complicadas, recuerdan los que escriben (desde Los Vergeles) la historia de la política local, al recuperar la penosa escena donde las silenciosas lágrimas recorrían las cuidadas mejillas de la alcaldesa aquella tarde primaveral de 2012, en la White House estatal, como si fuera el infortunado desenlace de una álgida discusión electoral.
Las marcadas diferencias de Alfredo Reyes con Otto Granados, de Martín Orozco con Luis Armando Reynoso, de Lorena con Carlos, le permiten a Martín del Campo ufanarse con mucha razón: “a lo mejor esto teníamos muchísimos años que no se veía, el que se llevaran bien un presidente municipal y un gobernador y más siendo de diferentes partidos políticos, yo creo que eso sí hacemos historia, es la primera vez que hay una muy buena coordinación y eso es gracias a la madurez y sobre todo al conocimiento que hemos tenido y que hemos adquirido” (LJA, 30/04/2015).
A La Purísma… Grilla (30/04/2015), de Edilberto Aldán, le pareció exagerado el número de decibeles en la declaración del alcalde, pidió “menos crema a la taquiza”. Pero más allá de unos sabrosos tacos de pastor (alemán) con cebolla, cilantro, piña y salsa roja —nunca les agrego crema—, yo, que nací en este estado, que vivo en este municipio, que habito con mi esposa y mi descendencia esta capital, que formo parte de su historia desde el segundo de mi existencia, celebro exageradamente la tranquilidad, la armonía y el amor de las cuatro estaciones entre el gobernador y los alcaldes. A mi no me interesa el color del funcionario público, me importa la solución de los grandes problemas de la comunidad aguascalentense.
El tiempo, las palabras y los hechos confirmaría aquella expresión de Lozano de la Torre: “Algunas veces se trabaja mejor con otros, que con los nuestros”.
Porque alguien debe de escribirlo: Pelearse el gobernador con el Presidente de la República es un suicidio. Enfrentarse el presidente municipal con el gobernador es el peor negocio.
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