Abonos chiquitos / Analogías
Aguascalientes, Marzo 07 (2022).- Seguramente el titular se te haga familiar, en algún lugar lo habrás escuchado si vives en México y estás expuesto a medios convencionales como la radio, la televisión o la prensa escrita. Pues bien ese no es el único de los slogans o tretas que las tiendas mayoristas de bienes para el hogar suelen utilizar. Algunas otras afirmaciones son con regularidad utilizadas en los publicitarios con ánimos de «enganchar» a las amas de casa, dentro de los cuales destacan: «Nadie vende más barato», «Los mejores precios», «12 meses sin intereses», «Somos fabricantes».
Hasta este punto todo parece estar bien. La libertad de mercado y competencia permite a las compañías el uso de la publicidad y mercadotecnia en ánimos de acomodar sus productos y/o servicios. Mi observación va más allá, se centra en el método de oferta de grandes corporativos extendidos a nivel nacional principalmente.
Hay varias compañías que viven del crédito familiar. Van dirigidas a un estrato socioeconómico medio. Todas tienen un banco detrás como subsidiaria, dicho en otras palabras están integradas verticalmente, en suma el negocio se queda en casa. Lo que me recuerda a las antiguas «tiendas de raya» de la época colonial.
Los consumidores promedio de estas tiendas inician con pequeñas operaciones, tal vez una plancha o una licuadora. Viene así la mecánica que llamo yo «el casamiento». Los productos se adquieren a mediano o largo plazo por lo que los pagos semanales o mensuales «no se sienten» ya que «son chiquitos». Para las grandes superficies este es su negocio principal al tener millares de clientes cautivos, pagando excesivas cuotas de financiamiento «ocultas» y endeudados a perpetuidad. El análisis que los consumidores no hacen, es cuánto pagarán a lo largo del tiempo. Si lo hiciesen se darían cuenta de la «usura» descarada que envuelve este tipo de transacciones de crédito al consumo.
Algo sucede con las emociones al creer que podemos tenerlo todo «con el poder de nuestra firma». Se nos vienen a la mente un montón de «necesidades y deseos». La capacidad inventiva comienza a dar rienda suela a la imaginación. Aparecen tal vez en primer lugar los accesorios tecnológicos, quizás también en las «prioridades» se muestren las prendas, los perfumes u otros relacionados con la moda. Sea cuales fueren nuestros pensamientos, son claramente dirigidos por un estado no racional. La consciencia se desconecta en ese preciso momento.
No pretendo decir que es malo darse gustos y vivir la vida. Para eso trabajamos duro regularmente. La intención de lo anteriormente expuesto es crear conciencia, percatarnos de que los «plásticos» son una arma muy poderosa tanto para bien como para mal financieramente hablando. Al contraer una deuda crediticia en el acto no sentimos las consecuencias de obligatoriedad desde el estricto sentido de la palabra. En su lugar, nos brillan los ojos ante la nueva adquisición. «Ya lo pagaré» nos decimos y no nos ponemos a pensar en el cómo, ni en el cúanto.
Hay una autor, locutor experto en la materia de endeudamiento en los Estados Unidos. Su nombre es Dave Ramsey y es conocido no sólo en América, sino en gran parte de Europa y Asia. En su libro «The total money make over» o en castellano «La transformación total de su dinero» nos expone de una forma muy coloquial los mitos y realidades acerca de las finanzas personales. Uno de sus principios es destrozar de forma literal todas las tarjetas de crédito, por ello aparece en muchas publicaciones con tijeras de jardinero en alusión a ello. Sin lugar a dudas un libro que toda persona preocupada por sus recursos económicos financieros debe leer.