El derecho a la intimidad de las personas / LizyLoloy
A propósito del video de Gabriel Soto…
La “Ley Olimpia” tiene su origen en el Estado de Puebla en el año 2018 y es el resultado de una lucha constante de una chica que en 2014 fue víctima de
su anterior pareja al divulgar un video íntimo en redes sociales y pues las consecuencias fueron obvias. De lo anterior, se obtuvo el reconocimiento del derecho a la intimidad personal y sexual que no se traduce en otra cosa que la prohibición de videograbar actos sexuales sin consentimiento, mucho menos la distribución de esos filmes por cualquier medio digital o electrónico, conducta que se agrava si media algún vínculo que ligue a la víctima con el que realiza la acción.
Más de la mitad de los Estados de nuestro país ya cuentan con este tipo de regulación, entre ellos Aguascalientes, donde es considerado como delito y
se denomina violencia digital el difundir imágenes íntimas sin consentimiento y es castigado con una pena privativa de la libertad de 2 a 4 años. La Ley Olimpia fue pensada para proteger en todo momento a las mujeres, ya que son las que comúnmente son víctimas de estas conductas y las
consecuencias son devastadoras, les arruinan la vida, su reputación personal, laboral y muchas cosas más.
Pero, los hombres no están exentos de que puedan estar en una situación parecida y para muestra tenemos el caso de Gabriel Soto que nos hace ver
muchos puntos que tenemos que analizar: En primera al tratarse de una figura pública, el público en general estamos minimizando y deshumanizando la situación e incluso siendo cómplices del daño a su intimidad sexual y personal, ya sea solicitando o reenviando el video. Nadie se ha puesto a pensar que tiene una pareja e hijas y que al igual que -Olimpia- en su momento, está siendo sujeto de burlas y humillaciones que le pueden causar mucho daño emocionalmente y con consecuencias que no podemos determinar en este momento, ya sea familiares, laborales y sociales.
En segundo término, podemos darnos cuenta que eso de la equidad de género donde se busca la dignidad tanto de los hombres como de las
mujeres no se aplica de igual manera, ya que si la víctima de violencia digital es un hombre, el asunto se toma más a la ligera. Y de nueva cuenta, no es que defienda a los hombres, sino que simplemente una vez más nos encontramos ante una situación que si la víctima fuera una mujer, la indignación sería mucha y con justa razón (hasta yo me indignaría), pero al tratarse de un hombre y más aún figura pública, el asunto se ha minimizado demasiado, por lo que de nueva cuenta urge que seamos conscientes de eso que llamamos empatía y aplicarla, pero no pensando en hombres o mujeres, sino pensando en personas y la dignidad de éstas, pensemos por un momento ¿qué pasaría si nosotros fuéramos los que estamos en una situación que cada vez es más común que se presente y no sabemos si en algún momento terminaremos consciente o inconscientemente siendo víctimas de violencia digital?.