Crítica y autocrítica para decidir apropiadamente
En política también operan las operaciones básicas de la aritmética, suma y multiplicación; resta y división. Las dos primeras son operadores esenciales toda política, sumar y multiplicar es alma del trabajo colectivo, son el algoritmo para construir “un mundo más bonito que el nuestro”, como dijera José Alfredo Jiménez. Esa utopía de este mundo se cae cuando se divide y se resta, una falta de visión y misión institucional, una forma de cerrar las puertas a los impulsos, sinergias y contribuciones colectivas. La política es un diálogo respetuoso y solidario, se nutre de la verdad, receta eficaz para nuestras enfermedades. Permítanme un relato de Jean-León Gerôme (1896) que nos ofrece una pedagogía para entender la necesidad actual: Verdad y Mentira dialogaban civilizadamente, entre sus interlocuciones, Mentira dice, -hace un bello día-, Verdad se cerciora, comprueba, en efecto hacía un bello día, entonces Mentira asegura: -el agua del lago es tibia-, Verdad lo corrobora, -¡cierto, el agua está tibia!, comenta-; Mentira le dice, ¡nademos! en imperativo, a lo que Verdad accede. Ambas, se quitan sus ropas y se zambullen en el lago, luego Mentira sale del agua y se pone las ropas de Verdad y sin decir nada se va, huye; cuando sale Verdad no pudo vestirse con la ropa de Mentira, su ética lo impidió, caminó sin ropa, calles, plazas, cruceros, todos se horrorizaron al ver a Verdad desnuda, no lo han podido superar nunca. Por eso hoy el pueblo prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad.
Hemos perdido la visión de conjunto, la verdad, la exigencia y el diálogo, son pilares fundamentales que sostienen pensar por y para todo el pueblo mexicano. Los nuevos espacios públicos, las alamedas cibernéticas, el sentido de lo público, deben ser considerados para la formulación de planes, para manejar los asuntos colectivos, no lo olvidemos, en política la voz de Dios es la voz del pueblo. Esa plataforma del pueblo en pleno, en la práctica algunos lo olvidan, prefieren pensar en círculos de amigos y socios, tienen para sí que sería una salvación para sus planes personales, no colectivos, restar y dividir a los que no piensan como ellos, de esa manera el odio, la vulgaridad, la violencia, oxidan el diálogo, cancelan la convivencia. Con esta mentalidad “petit” dejan a la deriva pensar y actuar con sentido colectivo, impiden que la inteligencia emocional permita sumar y multiplicar con el pueblo, esa sinergia es la única susceptible de transformar la vida compartida, una gran causa para la edificación de las transfiguraciones sociales. El horizonte popular es de más de 132 millones de mexicanas y mexicanos, ese es nuestro verdadero capital, en él están lo tiernos y las juventudes que develaran el porvenir, lo mismo que los adultos que hacen la nostalgia del ahora ya no, en ese riqueza están también mujeres y hombres que hacen el presente desde todas las dificultades.
En un período de transición y de posibles grandes cambios sociales, hay muchos problemas difíciles. Los impulsos de bienestar colectivo y las dificultades que entraña en su maridaje presentan contradicciones, en política no debe permitir se precipiten. Recordemos las lecciones de Mao Tsetung, “toda contradicción debe, y perfectamente puede, ser resuelta”. La base política es, sin duda, una visión de conjunto, esencialmente adoptar decisiones apropiadas y acordes a las circunstancias de una Patria generosa y plural, laboriosa y diversa. Son las fuerzas del Pueblo las que contienen una visión de conjunto. Una idea holística como esa, requiere la suma de la población toda, su consideración es fundamental para decidir el futuro como una construcción colectiva en medio de las circunstancias propias de cada situación, las contingencias de cada momento y lugar. Posteriormente, solo después, consultar los intereses ideológicos. El pueblo no es retrasado mental, el engaño y la manipulación no son buen método, aunque otorgue dividendos venturosos.
Ello no significa que las políticas públicas se hagan cargo de toda la gente y de todos los problemas, y todos los criterios, ¡por supuesto que no! La organización del Estado deber asumir la responsabilidad. Es infame dejarle al pueblo la “cruda moral” de los errores. En una nuez: un enfoque de Nación, una misión de Patria, una visión de conjunto, posibilita adoptar decisiones apropiadas. La carta de navegación de este impulso social es la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, por ello los discursos y los hechos deben contribuir a sumar al pueblo para los cambios, fomentar la libre discusión de las ideas y problemas, no obstaculizarlas, favorecer la metamorfosis política, consolidar la democracia como verdadera forma de vida, ampliar los márgenes de interactuación del pueblo de manera seria y razonada, impulsar la unidad, la suma y la multiplicación de las vocaciones políticas para un México nuevo. Sumar y multiplicar nos dice la aritmética política.
Por: Ignacio Ruelas Olvera